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¿Qué bebe Boris Johnson?

"La cuestión es que lo de Johnson difícilmente puede admitirse como disculpa. Y no se sabe si es peor que dirija los destinos de un país un individuo que incumple lo que ordena a sus compatriotas o un ser incapaz de distinguir un 'party' de una reunión de trabajo", la polémica de Isaías Lafuente

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Madrid

A Boris Johnson lo han pillado a la octava y ha tenido que reconocer ante un parlamento enardecido que estuvo en la fiesta que se celebró en Downing Street el pasado 20 de mayo. Ha dicho que entendía la ira de los ciudadanos y pedía esperar a la conclusión de la investigación interna sobre lo sucedido. No hace falta que espere. Lo que ha sucedido es que él estuvo de fiesta, en los jardines de la sede de Gobierno, a la misma hora que un portavoz gubernamental recordaba a los británicos estrictas prohibiciones de reunión para prevenir la COVID. Y eso es muy grave, políticamente imperdonable.

Alguien nos puede reprochar que critiquemos sus disculpas cuando tantas veces las hemos reclamado de nuestros reticentes representantes. La cuestión es que lo de Johnson difícilmente puede admitirse como disculpa. Su intervención ha sido un nuevo escarnio a sus ciudadanos, a quienes pretende hacer tragar que, en su inocencia, interpretó aquel encuentro multitudinario, con canapés y bebidas alcohólicas requeridas en la convocatoria de su secretario, como una reunión de trabajo. Y no se sabe si es peor que dirija los destinos de un país un individuo que incumple lo que ordena a sus compatriotas o un ser incapaz de distinguir un 'party' de una reunión de trabajo. Boris lo tiene todo.

 
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