Rescatados los mineros atrapados 48 horas en un pozo leonés

El relevo de las 6.45 horas de la Brigada de Salvamento del Bierzo Alto rescató a las 9.55 horas de hoy a los dos barrenistas Oscar Fernández, de 32 años, y Francisco Magro, de 42, que permanecían atrapados en una pequeña cavidad en el pozo Albares en la Granja de San Vicente (León) desde las 9.00 horas del pasado martes, cuando se derrumbaron 30 metros de galería. Los dos están ilesos pero han sido trasladados a un hospital para pasar un chequeo.

El jefe de la Brigada de Salvamente, Manuel Lamelas Viloria, agradeció el trabajo de todos las personas que participaron en el rescate.

Los efectivos ya habían conseguido establecer contacto verbal a las 7.30 horas, confirmando así que ambos se encontraban vivos y en buenas condiciones físicas. En ese momento, la distancia que separaba a los brigadistas de los ahora rescatados era de aproximadamente un metro de carbón. Posteriormente, se suministraron alimentos y mantas a los dos mineros.

Estas últimas labores tuvieron que realizarse con extremo cuidado para evitar nuevos derrumbamientos puesto que los brigadistas tuvieron que acceder por el suelo a la cavidad, tras haber excavado una galería paralela a la misma.

El rescate se produjo cuando los dos barrenistas ya habían superado las 48 de horas de encierro. Fernández y Magro quedaron atrapados el pasado martes cuando se derrumbaron treinta metros de la galería en que trabajaban. Ocho de sus compañeros consiguieron escapar mientras ellos quedaron atrapados en una pequeña cavidad.

El trabajo de excavación ha sido realizado por la Brigada de Salvamento del Bierzo Alto, que ha dispuesto equipos de cincuenta hombres en relevos cada 4 horas. Algunos de los efectivos han llegado a superar 35 horas de trabajo casi continuo.

Al lugar de los hechos se desplazaron también efectivos de Bomberos de Valladolid y diverso personal técnico con sistemas de detección de calor y de sonidos, lo que anteriormente permitió confirmar que los trabajadores continuaban vivos, ya que se escuchaban sus golpes y se detectaba calor humano.