El testimonio de dos supervivientes del famoso accidente de los Andes de 1972

Madrid

El 13 de octubre de 1972, el avión Fairchild F-227 con dirección a Chile transportaba 45 pasajeros entre los que se encontraban estudiantes y varios jugadores de un equipo de rugby. Cuando sobrevolaban la Cordillera de los Andes, el avión falló y cayó a las montañas.

Algunos pasajeros murieron en el accidente, otros lo hicieron pasados los días. Los supervivientes se sobrepusieron a setenta y dos largos días aislados en medio de la nieve, pasando hambre y soportando temperaturas de hasta treinta grados bajo cero. Pasado poco más de una semana, escucharon por una radio que las tareas de búsqueda se habían suspendido.

Una historia sobrecogedora que ha dado pie a seis libros, tres películas y varios documentales. Fue en 1992 cuando se estrenó '¡Viven!' (Alive!), quizá el metraje más conocido en el que pudimos conocer parte de la historia de dieciséis personas que consiguieron sobrevivir a un accidente aéreo de tal magnitud.

Se dice que la realidad supera la ficción, y este caso no se aleja de tal afirmación. Carlos Paez y Pedro Algorta, dos de los dieciséis supervivientes de aquel vuelo que nunca llegó a Chile, han rememorado en 'La Ventana' una vez más su historia cuando escucharon la fatal noticia del vuelo accidentado ayer en Barajas. "Es una noticia muy fuerte - dice Pedro - mis tres hijos viven en España, cuando ocurren estas cosas recordamos lo que nos pasó hace ya 36 años".

Una experiencia para compartir

Cuando se les pregunta qué consejo podrían dar a los supervivientes del MD82 Carlos y Pedro están de acuerdo en que "hay que dejar pasar el tiempo y sanar las heridas", aunque cada uno de ellos se dirigió por diferentes caminos: mientras Carlos asumía su experiencia como una historia que pertenecía al mundo entero, (ahora da conferencias sobre la capacidad de superación del ser humano) Pedro asegura que fue su familia la que le ayudó a recuperar su vida y retomar sus proyectos.

Aunque nadie lo diría, ambos supervivientes han vuelto a volar. "Yo viajo en avión, me encanta, no tengo problema. El miedo que le tengo es el que cualquiera puede tener si hay turbulencias", dice Pedro.

Ésta es una historia más que nos enseña como el ser humano puede llevar la palabra 'superación' a la más alta de las cumbres.