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REPORTAJE | LA MUJER EN MOZAMBIQUE

Mozambique lidera la lucha contra la violencia machista

Es uno de los países africanos con más presencia de las mujeres en órganos de gobierno y en el parlamento, es el país con más diputadas de toda el África del sur

A pesar de la elevada pobreza y la extrema violencia machista, muchas mujeres ocupan ya cargos de importancia en el Gobierno mozambiqueño(JOSEP GIRALT / AYUDA EN ACCIÓN)

La primera ministra es una mujer y hay un elevado número de ministras. Es el ejemplo a seguir para el 'empoderamiento' de la mujer africana y para proteger a las víctimas frente a los agresores. Y es que, como en otros países africanos, la violencia contra la mujer llega a unos límites brutales. Una de cada 3 mujeres mozambiqueñas sufre violencia de género en algún momento de su vida.

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Mozambique es un país de enormes contrastes. Con 20 millones de habitantes, esta ex colonia portuguesa es uno de los 10 estados más pobres del mundo, la esperanza de vida a penas supera los 40 años y donde la mujer es la más pobre entre los pobres, representan el 70 por ciento de la pobreza.

Pero a la vez, el espejo en el que se miran en otros países muchas mujeres africanas en busca de avances; de hecho, el parlamento mozambiqueño es el que cuenta con un mayor porcentaje de diputadas de todos los del sur de África.

Este contexto explica en buena medida que la vicepresidenta española María Teresa Fernández de la Vega organizara aquí en marzo de 2006 el primer encuentro "España-África, mujeres por un mundo mejor". Fue el de la polémica generada por el entonces portavoz del PP en el congreso Eduardo Zaplana burlándose de la imagen de la vicepresidenta vestida con el traje tradicional mozambiqueño que le habían regalado unas mujeres cuando visitaba su aldea.

De la ciudad a las aldeas

Pero en el otro lado de la moneda, este país sigue padeciendo un peso cultural tradicional muy arraigado que sigue produciendo hechos escalofriantes. En la ciudad la mujer avanza, ocupa cargos públicos, en el parlamento se habla de aprobar una ley del aborto, algo que sería revolucionario, se espera aprobar este año una ley de violencia de género pero en el campo estos avances están todavía muy lejos.

Un ejemplo, de una víctima de la violencia machista totalmente desamparada, que desgraciadamente abunda en muchas aldeas, es el testimonio de Celeste que tiene 34 años y que vive en Manhica: "Él me pegaba, me acosaba, me tiraba la comida al suelo y no me daba dinero para mantener a nuestro hijo. Trajo a vivir a nuestro hogar a otra mujer y me echó de casa con este niño de un año y medio. Después se fue a Sudáfrica a trabajar en las minas, me quitó las tierras y se las dio a mi suegra y ya no puedo cultivar para alimentar a mi niño. Fui a la policía a denunciarlo pero él les había pagado y me dijeron que si no estaba mi marido delante no tenía derecho a reclamar nada."

Gracias a las organizaciones humanitarias y de cooperación españolas que trabajan con estas comunidades ahora las mujeres son capaces de contar lo que les sucede. Ese es un gran salto cultural. Ahora muchas acuden a asociaciones para denunciar y buscar ayuda. Florinda pertenece a una de ellas, la asociación 'Mudeia' una organización local que trabaja junto a la ONG Ayuda en Acción para 'empoderar' a las mujeres. Esta campesina de 53 años y analfabeta conoce ahora todos sus derechos gracias a este proyecto.

Dominación masculina

"El Stepping Stones" nos ha ayudado a saber que el hombre no puede tener una posición de dominación ni tener más derechos que nosotras. Tenemos los mismos derechos y tenemos que igualarnos a ellos en todo. Antes veíamos como algo normal que el hombre echara a la mujer de la casa en cualquier momento y la dejaba sin nada, sin derecho a tierra y sin dinero para alimentar a sus hijos ahora sabemos que podemos luchar para que no sea así".

Como dice Florinda, una de las metodologías que se están utilizando para intentar solucionar estos casos de abusos y de maltrato es el Steping stones, un método de Naciones Unidas y que aplica Ayuda en Acción consiguiendo que muchas mujeres se enfrenten a sus acosadores, sensibilizando a hombres y a mujeres.

Los ejemplos de Celeste o de Florinda ponen sobre la mesa que las campañas de sensibilización estos grupos de debate y discusión les 'empoderan', les dan las herramientas para revelarse a la sociedad patriarcal establecida. Hay lugares como en Marracuene, a 30 kilómetros de Maputo, donde en el primer año del proyecto se ha logrado reducir un 70% el número de agresiones físicas y de acoso psicológico.

La presidenta de Mudeia en Manhisa , Maria Adosinda defiende con pasión que hay que derribar los mitos. Uno de ellos dice que la mujer con la menstruación no puede estar donde el ganado porque los animales se mueren o que las mujeres han nacido para sufrir y no para quejarse.

La mujer mozambiqueña fue educada desde casa por las abuelas, por las tías, que ellas tienen que aceptar humillaciones, tienen que aceptar sufrir, y todo en silencio, no puede hablar. Toda aquella mujer que denuncia que ha sufrido alguna violencia dicen de ella que no es mujer, muchas tienen que callar, por eso muchas mueren en silencio. Toda mujer que dice que ha sido golpeada o que ha sufrido es condenada por todos y le recriminan porque ha hablado. Es difícil luchar contra esto porque la cultura está en primer lugar.

Maria Adosinda es una mujer enorme físicamente, mide metro ochenta y pesa más de 150 kilos, pero aún mayor es su fuerza para enfrentarse a las amenazas y los insultos de muchos de los hombres a los que ha denunciado por matar a sus mujeres o por abandonarlas, dejándolas siempre sin manutención para sus hijos o entregando las tierras de la pareja a la familia del marido y dejando a la mujer en una pobreza aún más severa. Desde hace 6 años Adosinda trabaja para sensibilizar a las mujeres de este municipio pero también para hacer más sensibles a las autoridades.

Denuncia que en muchas ocasiones hay mujeres que mueren por auténticas salvajadas y sus agresores ni son detenidos ni castigados porque compran el silencio de la policía o de sus propios familiares.

Tenemos muchos hombres que no trabajan en la zona, trabajan en África del Sur y vuelven con instrumentos como martillos o armas y las amenazan, les preguntan si les han sido infieles en su ausencia, y usan esos instrumentos para torturar a las mujeres. En un caso que el marido mató a la mujer de esta manera el suceso quedó silenciado porque cuando fuimos a procurar saber el problema nos encontramos que el propio marido pagó para silenciar el tema a los hijos y a los abuelos. Cuando les preguntamos por la muerte de la mujer dicen: "No, fue un accidente".

Desde luego nos queda mucho trabajo por delante.

El progreso femenino en Mozambique

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