La carta de José Martí Gómez en A Vivir: La crisis

A los nacidos durante la guerra la crisis actual nos preocupa pero no nos viene de nuevo el apretarse el cinturón. Somos gente bregada en el hambre de la posguerra, el estraperlo, el invento del yogur sin leche, los duros calzados de Segarra y las zozobras de nuestros padres para poder sobrevivir. Aprendimos desde niños que las crisis son cíclicas.

En los años setenta, superada la crisis del petróleo, el subdirector del periódico en el que entonces trabajaba, dijo que era la última crisis porque se habían creado mecanismo para que no volviese a repetirse. Lo dijo muy serio, Isaias. La muerte de Franco la recuerdo con dos frentes de crisis. Por una parte, el miedo de mucha gente a lo que pudiera ocurrir. Paco Candel, novelista y senador con la democracia, me contó que en su barrio vivía un hombre que estaba angustiado pensando que al morir Franco podía estallar una revolución. Candel le decía: "Vives en una barraca, estás en el paro, la mujer te ha dejado y encima tienes cáncer. ¿Qué coño te importa a ti que estalle una revolución?"

Por otra parte, fueron años de fuga de capitales. El dinero si tenía miedo al cambio. Nunca se sabrá lo que se evadió a Suiza. En mi archivo tengo la documentación de las sesiones que el Senado y el Congreso dedicaron al tema a partir del 27 de diciembre de 1977. El senador Ferrer Gironés hizo la primera interpelación al Gobierno cansado de escuchar en la calle comentarios sobre el tema. "Un vecino de Girona me dijo que incluso tenía calculados los vagones de tren que serían necesarios para reintegrar a España el dinero evadido", me contó.

Las evasiones todavía eran novelescas: en automóviles con dobles fondos, en yates, en containers cargados con frutas. Ahora es más fácil. Aprietas un botón y voila, bienvenido el dinero a los paraísos fiscales. Luego llegó la crisis de los ochenta con bancos en la UVI y sectores industriales al desguace. La lista de bancos que dejaron de existir supero la decena. La crisis de la industria siderúrgica llevó a movilizaciones violentas, huelgas y crisis económica. Entre 1973 y 1983 se perdieron en el País Vasco 125.000 puestos de trabajo.

Durante un viaje a Bilbao diez años más tarde mantuve contacto con sindicalistas de UGT, ya Altos Hornos en fase de desguace. Me contaron que fue duro ver morir aquello. Ver desaparecer el amado paisaje de humo y de grúas debió influir para que en un acto de Felipe González en Bilbao un viejo líder sindicalista le llamase traidor y luego rompiese a llorar, su corazón dividido entre la lealtad a UGT y la lealtad al PSOE.

Angustiados,hemos olvidado que el 93 la situación también fue grave aunque es cierto que la magnitud de la crisis actual solo se puede comparar a la que sufrió el país en los años ochenta. Cuando en 1982 el PSOE llega al poder lo hace con una inflación del 16% por ciento y un paro del 24%. José Montilla, ahora presidente de la Generalitat, era por entonces alcalde de Cornellá. Conversando con él cuando la crisis actual había mostrado que era crisis y no desaceleración como el presidente del gobierno todavía mantuvo en las sesiones del Circulo de Economia celebradas en Barcelona en mayo de hace dos años, Montilla me dijo: "Lo de ahora es muy grave pero siendo alcalde de Cornellá cerraron diez de las doce empresas más importantes ubicadas en la zona".

De la crisis actual no te hablo, Isaias. Ya se habla bastante cada día de su origen, la especulación financiera que ha destrozado el modelo de capitalismo productivo. En un almuerzo le escuché a Felipe González reivindicar la tasa Tobin para movimientos de capitales especulativos. Debió ser hace siete años. La tasa Tobin es una idea que siempre sale a relucir pero que no fructifica. Déjame terminar esta carta abierta recordando una frase que sintetiza la historia de este país, política, social y económicamente. El sabio profesor Josep Fontana me contó que cuando a Ramón Carande, maestro de muchos historiadores, le pidieron un día que definiese a España en dos palabras dijo: "Demasiados retrocesos". En uno de esos retrocesos estamos. Un abrazo.