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LA CARTA DE JOSÉ MARTÍ GÓMEZ

Maria Mercader -Vittorio De Sica

Debió ser una mujer muy hermosa. Lo era todavía cuando Marti Gómez conversó con ella en 1978 y en 1985. Le explicó que un día lejano un hombre le hizo carantoñas a través del cristal de la cabina telefónica del Gran Hotel de Roma mientras, ella, joven actriz, abroncaba a Vittorio de Sica, su amante. ¿Qué pasa?, le preguntó Maria Marcader al ligón, asomándose fuera de la cabina. Es Alfonso XIII, rey de España, le comentó un acompañante. Encantada, respondió ella, volviendo a su bronca con De Sica. Maria Mercader ha muerto a los 92 años. Era uno de los últimos testimonios de lo que fue el neorrealismo.

¿Quién era Maria Mercader?

La hija de una buena familia catalana que se exilió en Italia. Un familiar fue el hombre que asesinó a Trosky. Ella conoció a De Sica siendo una joven actriz. Educada en el colegio de monjas de Jesús y Maria extrañaba a sus colegas que a los veintitrés años siguiese siendo virgen. Ella se veía a esa edad como un pájaro insólito que saltó como una idiota del colegio de monjas a la vida y al mundo del cine.

Su historia de amor con De Sica fue apasionada.

De Sica le doblaba la edad. Cuando se hicieron amantes estaba casado y tenía una hija. Fue un amor difícil de llevar. Era machista, conquistador, ludópata, indeciso. Mentía a su mujer y también a Maria porque no se atrevía romper con ninguna de las dos. ¿Hipócrita?, le pregunte a Maria. No, me respondió. Era un hombre cargado de bondad que solo se sentía seguro haciendo cine. Las dificultades de la vida le desbordaban.

¿Cómo definía Vittorio a Maria?

Según ella, valoraba su belleza, su bondad y su inteligencia. La inteligencia siempre al final, comentó con ironía.

Maria Mercader fue testigo de primera mano de los años del neorrealismo

Recordaba que cada montaje de Visconti era un espectáculo operístico. Que en cada película Rosellini daba trabajo a toda su familia, que era larguísima. Rosellini era a su juicio el más genial del grupo. Un ser humano excepcional. Maria recordaba que Rosellini construyó algo parecido a un catalejo y desde la terraza de su casa miraba sin cesar el firmamento contando maravillas de lo que veía. "Déjame mirar a mi", le pidió Maria, fascinada. Miró y le dijo: "Roberto: no veo nada de lo que tú ves". Y Roberto, rompiendo lo que era un tubo de cartón le dijo: "María, María ¿y la imaginación?". A Ingrid Bergman la definía como encantadora y seria. De las tres bellezas, Gina Lollobrigida, Sofia Loren y Silvana Mangano, la mejor era Silvana, una mujer que sufrió mucho y tal vez por eso pecaba de indolente. Pero por encima de todas las actrices de aquel tiempo estaba la Magnani, mujer con una fuerza tremenda. María también recordaba la personalidad emergente de un joven Vittorio Gassman y, como no, el genio de Cesare Zavattini, guionista de las obras maestras de De Sica...

¿Cómo era Zavattini?

María me llevó a su casa. El piso podía haber sido un geriátrico. Cesare andaba por los 80 años, su madre ya iba por los 103, su hija ya tenía 60 y la criada, que se llamaba Mafalda, más que para servir estaba para ser servida. Cesare seguía en forma. Rubia hermosa tatata, voceo a modo de saludo simulando con sus manos que tocaba la corneta. En mi vida he conocido más buenos escritores que escritores honrados, tatata. Mis mejores amigos españoles son Muñoz Suay y Berlanga, tatata. Roma se ha transformado en una porquería, tatata. En la butaca en la que esta sentado, me dijo, Alejandro Blasetti rió tanto que le saltó la dentadura postiza y Vittorio, Roberto, Luchino, Ingrid, la Magnani, yo, tú también Maria, ¿recuerdas?, tuvimos que ponernos a gatas para buscarla, tatata. No la encontrábamos porque quedó bajo la alfombra, tatata

¿Cuál era el director preferido de De Sica?

Antonioni. Decía Vittorio que Antonioni hacia un cine que no era de su mundo pero le fascinaba por complicado. También admiraba a Olmi. Le envidiaba porque no se vendía nunca. De Sica se tuvo que vender a Carlo Ponti en dos películas en las que impuso a Sofia Loren. Para indignación de Zavattini modificó el guión a mayor gloria de la estrella. Fue en "Los girasoles" y en "Dos mujeres", de la que se apartó a Magnani, para quien estaba pensada la película.

¿Cómo definirías tú a Maria Mercader?

Como una mujer que sufrió y amó mucho. Fue el suyo un amor que sobrevivió a tiempos tempestuosos y amargos. Déjame terminar estos recuerdos con la frase con la que terminó nuestra última conversación. María me dijo: "Cuando uno se muere, se acabó".

 
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