El valor de unas Madres
Las Madres de la Plaza de Mayo, hoy Abuelas, llevan más de cuarenta años luchando por conocer el paradero de sus hijos, desaparecidos durante la dictadura argentina de Videla. Hasta hoy han conseguido recuperar a 102 nietos, nacidos en prisión, muchos de ellos, criados por los verdugos de sus padres.
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En la dictadura militar argentina 30.000 personas consideradas disidentes por el régimen de Videla desaparecieron. Muchas de ellas eran jóvenes. El 30 de abril de 1977, catorce mujeres plantaron cara al terror y se manifestaron frente a la sede del gobierno, en la Plaza de Mayo de Buenos Aires, para intentar conocer el paradero de sus hijos. El régimen las ninguneó primero, las calumnió como "las locas de la Plaza de Mayo", y las persiguió ante su persistencia. Tres de sus fundadoras, Azucena Villaflor Devincenti, Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco, siguieron el destino de sus hijos y desaparecieron. En 2005 aparecieron sus cuerpos. Sin embargo, muchas otras mujeres continuaron reuniéndose en la plaza que les ha dado nombre cada jueves, armadas con sus emblemáticos pañuelos blancos.
Se reunían en cafés o iglesias simulando celebrar cumpleaños mientras conseguían datos sobre sus hijos. Pero, por muchas puertas de jueces que tocaron, la justicia del régimen hizo oídos sordos y dejó caer un manto de silencio sobre aquellos expedientes. A principios de los 80 decidieron alzar aún más su voz y buscaron ayuda en el exterior. En 1981 tuvo lugar la primera Marcha de la Resistencia, una manifestación anual que exigía el respeto de los derechos humanos.
Con la llegada de la democracia, las Madres no descansaron en su búsqueda. El gobierno de Alfonsín aprobó unas indemnizaciones que dividieron a las familias entre la Asociación Madres de Plaza de Mayo, que se negó a recibirlas, y las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, que dejaron que cada uno decidiera si aceptarlas como reconocimiento de que entre 1976 y 1983 hubo terrorismo de estado.
En diciembre de 1985, las Madres de la Plaza de Mayo asistieron expectantes al histórico juicio a las Juntas Militares. Pero el jarro de agua fría llegó con los indultos de Videla y Massera y las leyes de Punto Final y de Obediencia Debida que dejaban libres del proceso judicial a miles de militares. Recuperaron la fe en la justicia cuando las leyes fueron finalmente derogadas, los indultos declarados inconstitucionales.
En ese camino amargo que emprendieron hace ya cuarenta años, estas mujeres, que hoy peinan canas y que nunca asumieron la pérdida de sus hijos, se organizaron para encontrar a sus nietos, aquellos niños que nacieron en prisión o fueron entregados a los verdugos de sus padres. Durante décadas recorrieron orfelinatos, guarderías, juzgados de menores..., recabaron todos los datos que pudieron, pidieron apoyo internacional y lanzaron campañas en televisión dirigidas a jóvenes que dudaran sobre su identidad. De las dos primeras niñas recuperadas en 1979, al joven identificado el 20 de septiembre de 2010, han sido 102 los nietos recuperados. Estos jóvenes son el legado que les dejaron a las Madres de la Plaza de Mayo unos hijos arrebatados.