Sociedad

Veinticinco años del primer embrión congelado

Más de medio millón de embriones esperan congelados

Una mujer tiene un hijo tras sufrir un cáncer de ovario

A Vanessa le detectaron un tumor en el ovario izquierdo y por precaución debían extirparle también el derecho, pero antes se sometió a una técnica llamada vitrificación de ovocitos: que estimula la producción de óvulos y los congelan. Vanessa tuvo que esperar 2 años a que los médicos consideraran seguro el embarazo y tras la fecundación in Vitro se le implantaron 2 embriones. Mario nació por césarea con 2 kilos 600 gramos. / ATLAS

Julio de hace 25 años: nace Alejandro, 2 kilos 300 gramos de vida, el primero que venía del frío más extremo, una técnica que despertó en su día los recelos de las futuras mamás. "Yo no quiero eso dios mío, cómo le van a hacer eso a mi hijo. Ahí congeladito. Ni hablar, ni hablar", recuerda Pedro Caballero, uno de los pioneros de la reproducción asistida y que ha logrado el nacimiento de unos 6.000 niños.

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Un cuarto de siglo más tarde las técnicas de congelación han mejorado, tanto, que la tasa de embarazo desde hace dos o tres años es prácticamente igual que la de la transferencia del embrión en fresco, sin pasar por nitrógeno líquido. El doctor Caballero augura que el futuro de la reproducción asistida pasará por la congelación. "En algunos centros se está pensando la posibilidad de conseguir mayor cantidad de ovocitos y luego, en vez de transferirlos, congelarlos. Esto que estoy contando es un cuento precioso para después, para mañana o pasado; pero que cuando se empieza a hablar hoy, seguramente hay razones de peso".

En la Clínica Tambre donde trabaja, se guardan unos 6.000 embriones congelados. En toda España la cifra puede llegar hasta 500.000 que esperan envueltos en nitrógeno líquido y en un inmenso limbo legal. "Hay publicaciones de embriones que han estado más de 15 años congelados, se han descongelado y han generado embarazo. El gran problema de todos los centros de reproducción es que hemos acumulado embriones, que están ahí y no podemos utilizarlos" señala la doctora Rocío Núñez. Sus padres deberían decidir qué hacer con ellos, pero casi la mitad de las parejas se desentienden de sus embriones sobrantes tras haber tenido ya un niño; en muchos casos porque les cuesta decidir.

La ley contempla cuatro opciones y muchos huecos. La primera y más clara es la conservación con vistas a tener otro hijo, que se resuelve con 500 euros de factura anual. La segunda opción es la donación a otras parejas, pero la ley no lo permite cuando la donante tiene más de 35 años, es decir, casi siempre porque la edad media de las pacientes que acuden a esta clínica es bastante mayor.

"Es perfectamente válido. Si una pareja quiere tener un hijo y acepta que la donante sea mayor de 35, ¿por qué no? Más que estén ahí esperando sin ningún destino", se pregunta la doctora Núñez.

La opción de donarlos a la ciencia es loable pero no real. "El problema en este caso es que no hay proyectos de investigación. Ahora mismo tenemos todos los embriones acumulados esperando a ver dónde los mandamos, quién necesita embriones para investigación porque no hay proyectos en España"

Queda un cuarto supuesto escondido bajo una críptica frase que viene a dictar el fin del almacenamiento sin otro objetivo, es decir, la destrucción del embrión. Pero al margen de reparos éticos o vitales, tampoco es una opción real porque la ley especifica que debe realizarse cuando haya acabado el tiempo de vida fértil de la mujer y exige hasta dos certificados externos.

Moraleja: cientos de miles de embriones en tanques llamados con ciertas aspiraciones "bancos" sin destino y sin fecha.

Toñi Fernández

Toñi Fernández

Edición Hora 14, sección de reportajes, Hoy por Hoy reportajes, Gerente de comunicación y jefa de prensa...

 
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