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La estrella olvidada que enseñaba español

“Siempre he echado de menos actuar y siempre me he arrepentido de haberlo dejado, aunque nunca me arrepentí de haberme convertido en profesora”, explica por teléfono Claudia Lennear, una de las chicas Ikette y protagonista del maravilloso ‘20 feet from stardom’, un documental que rinde tributo a las grandes coristas de la historia de la música. Claudia es una de ellas, una dotada cantante que tras su paso por la banda de Ike y Tina Turner giró junto a Joe Cocker y grabó con Leon Russell. La carrera de Claudia está llena de hechos históricos y de grandes gestas hasta que después del escaso éxito de su primer disco en solitario, producido por dos grandes de la música, dejase la canción para ser profesora de español en un colegio de California.

“Cuando me licencié en el instituto quería ser intérprete en las Naciones Unidas, ese era mi sueño”, explica Claudia, que en aquellos años finales de la década de los sesenta era una de las mujeres más atractivas del entorno de Motown. “Entonces vivía en Rhode Island, que es donde nací y crecí, pero mi familia se mudó a California, porque mi padre era de allí. Motown se había trasladado a California y mi madre y yo solíamos ir a ver sus actuaciones. Allí había una señora que se dedicaba a contratar a coristas para Motown. Ella me consiguió una audición para el grupo de Ike Turner. En la audición Ike tocó el piano y yo canté, me contrató en ese mismo momento y me convertí en una chica Ikette al día siguiente”. Así arrancó la increíble aventura de esta mujer. Un viaje que comenzó con aquellos dos gigantes y en el que se cruzarían algunos de los músicos más importantes de los sesenta y setenta.

“Eran los años finales de los sesenta y fue muy divertido vivir aquella época. Estar con Ike y Tina era increíble, poder conocerles”, confiesa esta mujer de voz dulce que al hablar tiene la cadencia y la pausa de los buenos profesores. “Fue una experiencia dura porque había muchas cosas que aprender y había que poner mucha energía en el show porque esa era la marca de Ike, quería mucha acción y sexualidad, quería que cantásemos bien, que bailásemos sin parar y que reprodujésemos sus planteamientos”.

Claudia se convirtió en un ‘sex symbol’ de aquellos años y era habitual verla en compañía de músicos y artistas famosos, incluso llegó a la portada de la revista Playboy. Sus espectáculos junto a Ike y Tina estaban llenos de energía y se convirtieron en una muestra de la fuerza del soul de aquellos años y de aquella banda de coristas. Después de su paso por The Ikettes, Claudia viajó a Inglaterra. “Estuve tres meses de gira con Joe Cocker y luego me contrató Leon Russell, con el que hice dos álbumes de estudio y otro en directo. Después de eso me quedé sola y sin trabajo”. De pronto Claudia estaba libre. Los cantos de sirena sonaron con demasiada insistencia. “Me lo pusieron en bandeja”, explica la cantante. “Muchos ejecutivos de Hollywood me invitaban a unirme a sus sellos, incluso me dejaban elegir al productor, que era un lujo para mí. Elegí a Allen Toussaint para producir una cara del disco y a Ian Samwell para la otra. Ian fue productor de América y la canción ‘A Horse with no name’ me encantaba. Toussaint tenía un montón de hits”, confiesa. Lennear se dejó querer y se lanzó a la preparación de ‘Phew’, que llegaría a las tiendas en 1973.

Aprendiendo de la mejor

“Tina Turner fue mi mentora”, explica Claudia con mucho respeto. “Me enseñó lo que es estar al frente de la banda y a no ser parte del escenario. Aprendí mucho y luego tuve que lanzarme, me preparé mucho y todo salió bien, fue divertido. A la gente le gustó como canté y le gustó mi trabajo sobre el escenario y también el disco”. Sin embargo, todo el interés que mostraron en editar su álbum se desvaneció pronto. “Me sorprendió que no fuese un éxito pero a pesar de ello fue una gran experiencia”, confiesa alegre. Ahora, cuarenta años después, ese álbum ha regresado a las tiendas y aunque Claudia admite riendo que no lo ha comprado, sí reconoce que le ha hecho mucha ilusión. “Supongo que la compañía me dará algunas copias. Mis amigos y mi familia lo han comprado ya y vuelve a ser emocionante.  Me parece maravilloso que después de tanto tiempo vuelva a estar en las calles, la gente lo está buscando y me encanta”.

Tras la desilusión por aquel fracaso, Claudia dejó la música. Se alejaría de ella para no volver hasta que cuarenta años después recibiese la llamada de un director de cine. “Ser profesora ha sido una experiencia muy agradecida y enriquecedora pero el mundo del espectáculo es como coger un resfriado, es difícil quitárselo de dentro, siempre vuelve y siempre tienes una parte latente dentro de ti”. A pesar de ello, la chica Ikette se retiró del mapa sin dejar rastro, sin hacer ruido, como la mayoría de las coristas que muestra ’20 feet from stardom’. Dio un giro a su vida y comenzó a dar clases de español en un colegio. “Cada año le doy a mis estudiantes tres semanas para que averigüen qué era antes de ser profesora. Generalmente siempre hay alguien que me acaba buscando en Google y vienen a mí a decirme si sé que hay una persona que se llama como yo que era cantante. En ese momento me toca confesar. Ponen caras raras, pero me acaban creyendo. Supongo que también podría negarlo, pero no tiene ningún sentido, generalmente están orgullosos de su profesora, alguno hasta me pide un autógrafo”, dice entre risas.

¿La inspiración de Mick Jagger?

Claudia Lennear lleva una vida tranquila y alejada de los focos. “He estado en coros y corales, música clásica, pero no he vuelto a cantar desde entonces”, explica con tranquilidad. Sus días junto a Mick Jagger o David Bowie quedan lejos, aunque reconoce que Jagger todavía le manda saludos a través de los amigos comunes que mantienen, amigos tan talentosos como Lisa Fisher o Bobby Keys. “Es difícil que nos veamos porque nuestras vidas son muy diferentes”, aclara la cantante. La leyenda cuenta que fue esta chica de piernas infinitas la que inspiró el ‘Brown sugar’ de los Rolling Stones. Claudia ríe cuando se le pregunta por ello. “Yo también lo he oído”, dice jocosamente. “Es genial que alguien tan inteligente como Mick Jagger pueda ser inspirado para hacer una canción tan emblemática como esa, que es junto a ‘Gimme Shelter’ una de las firmas de los Stones de aquellos años. Te prometo que la próxima vez que le vea se lo pregunto”, comenta bromeando. “Creo que Jagger escribió esa canción en una época en la que éramos muy amigos y se nos veía juntos por ahí. La gente lo atribuyó a eso o puede que Mick lo comentase en broma en alguna entrevista. Desde luego no vino de mí aunque es algo que me ayudó mucho en mi carrera y la verdad es que es una historia muy 'cool' para contar a la gente”, dice orgullosa.

Pero de toda su carrera, de aquella maravillosa década que esta mujer vivió antes de desaparecer, Claudia recuerda con especial cariño el Concierto para Bangladés que organizó George Harrison en agosto de 1971. “Fue una de las experiencias más increíbles de mi vida. Estaban dos Beatles (George y Ringo), Eric Clapton, Billy Preston, que era un buen amigo, Leon Russell, que dirigió todo el tema musical junto a George, y muchos más. Esos músicos hicieron el primer concierto benéfico para una emergencia mundial y fue la primera vez que tantas estrellas se juntaban en un escenario”. Claudia llegó allí invitada por Russell, con quien trabajaba por aquella época, aunque reconoce que la emoción del momento le ha borrado muchos recuerdos.

Ahora, el disco que Claudia grabó en 1973 ha vuelto a las tiendas y esta mujer prepara nuevas canciones. “Estamos ensayando algunas canciones que he escrito y probando otras que han hecho amigos. Estamos en una etapa muy inicial, tenemos muchas esperanzas e ilusión, ganas de pasarlo bien y de dar a conocer mi música a otras generaciones”, confiesa emocionada. La culpa de este regreso la tienen dos hombres: Morgan Neville, director del documental sobre las coristas, y Gil Friesen, productor de la película. “Estoy muy contenta con el documental. Ha funcionado muy bien y estoy muy contenta por Morgan y por Gil, que murió antes de poder ver el éxito de la película. Todos han trabajado mucho y muy bien para mantener la película en marcha”. Además ha sido una oportunidad para ver a viejas amigas y para conocer a otras de las coristas que aparecen en el documental, una cinta que ha emocionado al público y que ha dado una segunda oportunidad a esta mujer que ahora, tras décadas a la sombra, volverá a ponerse bajo los focos y el mundo volverá a escuchar su voz, una voz hermosa y potente que se ha pasado años hablando en clases, a unos chicos que de cuando en cuando descubren el pasado de su profesora y le piden un autógrafo.

 
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