Internacional

¿Cómo es la Sudáfrica de 2013?

La esperanza de vida es aún muy distante, 48 años en el caso de los negros por 71 para la población blanca

En la Sudáfrica del 2013 los negros mueren antes que los blancos: 48 años frente a 71 de esperanza de vida. Además muchos viven aún en barriadas tan marginales como las de los tiempos del apartheid.

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A nivel económico y mirando sólo a las grandes cifras, Sudáfrica es un emergente muy pujante: la principal economía del continente yla potencia exportadora número uno del mundo de oro, platino y cromo, entre otros recursos naturales. Pero acercando la mirada, Sudáfrica es uno de los países más desiguales del mundo, porque la herencia del apartheid sigue dejando sentir sus efectos: La mitad de la población más pobre se reparte tan sólo el 8% de los ingresos, mientras que el 10% más rico maneja el 58% de los ingresos del país; el paro alcanza al 25% de la población, y riqueza y pobreza siguen yendode la mano de la raza: una familia media blanca ingresa seis veces más que una familia media negra.

Desde el final del apartheid se ha avanzado mucho, gracias -todos los observadores coinciden- a una decidida política de gasto e inversión en infraestructuras del Estado; un esfuerzo que ha logrado que el producto interior bruto per cápita haya aumentado un 40%, la pobreza se haya reducido un 10% y las ayudas sociales llegan a más de la mitad de los hogares.

La crisis ha golpeado al país; aunque crece, un 3% de media desde 2009, lo hace menos que economías emergentes competidoras; entre otras causas, le ha afectado la depresión del consumo de la Unión Europea, su principal socio comercial. Una evolución que se aprecia también en el caso de España, que ha pasado a vender más a Sudáfrica de lo que les compramos, al contrario de lo que pasaba hasta 2011.

La política tras Mandela

Además, el Congreso Nacional Africano, el partido de Mandela, un partido centenario, ha logrado la libertad política, pero la justicia social está aún muy lejos. El presidente Zuma además no sólo recibe críticas por su sordera social, por ejemplo frente al conflicto de los mineros o de los campesinos, sino que además está en el ojo del huracán por la corrupción. La última gota, los 17 millones que se ha gastado en reformar su casa, y la posterior prohibición a la prensa de publicar fotos de la mansión.

Pero los escándalos por la colusión entre esta élite y el liderazgo del gobierno y del Congreso Nacional Africano se suceden. El CNA sufre por ello una escisión tras otra: Tres en pocos meses. El pasado mes de mayo el arzobispo y premio Nobel de la paz Desmond Tutu anunció que no votaría más por la histórica formación que acabó con el apartheid.

Educación: De formar a criados a aulas multirraciales

Durante muchos años hasta los libros de texto segregaron a los niños en Sudáfrica. Los de los blancos eran de tapa dura y tenían ilustraciones a color; los de los negros, de papel endeble y en gris. La ley decía que la enseñanza de los negros debía adecuarse a su raza para no crearles falsas expectativas más allá de su destino natural: convertirse en buenos criados para la élite blanca. Había escuelas separadas y el gobierno sudafricano gastaba doce veces más en la educación de los niños blancos que en la de los negros.

La elección de Mandela supuso un cambio radical. Se consagró un acceso igualitario a la educación, se abolió el castigo físico en las aulas y se fijó como objetivo una escolarización obligatoria de al menos diez años. Las aulas multirraciales volvieron a poblar el país con un presidente que instaba a su pueblo a que "hiciera de cada casa o de cada choza un centro de aprendizaje". Una filosofía que, según Carmen Molina, directora de Cooperación y Emergencias de Unicef, pervive en el programa Escuelas para África, impulsado junto con la Fundación Nelson Mandela.

Hoy Sudáfrica destina el 20% de su presupuesto nacional a educación. Las tasas de analfabetismo se han reducido al 15% y, lejos del idioma único del Afrikaans, la lengua de los colonos holandeses cuya imposición en las aulas se saldó con cientos de muertos en los años 70 en enfrentamientos con la policía, la constitución permite que las escuelas enseñen en la lengua materna de los niños si un número determinado de padres así lo solicita.

Pese a los avances innegables, la herencia es aún pesada. Se calcula que un 14% de los alumnos de primaria no están en el curso que les correspondería y que casi un tercio de los adolescentes no cursan educación secundaria, pero los libros de quienes sí lo hacen tienen las mismas tapas sea cual sea el color de la piel de quien vaya a leerlos.

¿Ha muerto el apartheid?

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