Sociedad
11-M

Mi recuerdo del 11-M

Décimo aniversario de los atentados en trenes de Cercanías de Madrid

Uno de los trenes afectados por las explosiones del 11-M de 2004 en Madrid, de los que se cumplen diez añosBRUNO VINCENT/GETTY IMAGES

Madrid

El 11 de marzo de 2004 murieron 191 personas en varias explosiones en trenes de Cercanías de Madrid. Este martes se cumplen 10 años y queremos hacer un pequeño homenaje a las víctimas rememorando aquellos días con personas anónimas que no han olvidado esos días.

Concha Muñoz Triviño

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"Mi hijo era voluntario de Cruz Roja, ese día tenía servicio y entraba a las 8 de la mañana. Yo, en casa, escuché a Iñaki las primeras noticias e inmediatamente pensé que mi hijo estaría allí. Puse la TV y en ese momento los policias dispersaban a la gente porque había amenaza de una nueva bomba. Sólo veía las ambulancias de Cruz Roja y todos los voluntarios me parecían mi hijo. Tuve tanto miedo y tanta angustia que le llamé al movil durante horas y no contestaba. Alrededor de la 1 me llamó y me dijo que estaba bien. Eso me tranquilizó, pero cuando llegó a casa a eso de las 8 de la noche estaba tan triste y hecho polvo que nunca olvidaremos ese día. ¿Cómo será para quienes han sufrido más directamente las consecuencias de esta tragedia?

Jaime Enamorado Plaza

"Dejé a mi mujer en la estación de Alcalá de Henares a unos pasos de la famosa furgoneta. Yo tenía que recoger a los compañeros de Barcelona porque era el primer día de la Expodental, en el pabellón de al lado del que luego fue morgue improvisada. De camino, en la M40, mi mujer me llamó para contarme que no hay trenes, que en la cola para el autobús dicen no sé qué de un atentado. Mi cuñada solía estar a esa hora llegando a atocha en esos mismos trenes... y escucho a Iñaki, como siempre, pero ese día no pude evitar las lagrimas al ir escuchando cada minuto como aumentaban y aumentaban... siempre he admirado a Iñaki pero desde ese día más por sus palabras, su aplomo.

El resto del día lo pasamos como pudimos trabajando, pero no queríamos, nos intentamos plantar y que se suspendiera... pero el señor Alvarez del Manzano, tan cristiano él, se negó a suspenderla para no tenernos que devolver lo cobrado a cada empresa. El resto de los días los trabajamos de luto riguroso, sin ganas, saliendo a animar a los familiares que se agolpaban a nuestro alrededor.

Nosostros por nuestra rutina podíamos haber estado en esos trenes, pero el destino nos tenía reservado otro momento que afortunadamente aun no ha llegado".

Begoña Núñez

"Recuerdo que 5 días antes soñé que iba en el tren y de repente un sonido ensordecedor y un calor explosivo paró el tiempo. Pude ver a la gente que estaba en el tren y darme cuenta de que íbamos a morir todos. Dolor. Había una bomba en el tren, en una mochila que pude ver negra y azul. Se lo conté a mi novio y se acordó justo ese día. No había cogido el tren para ir a la universidad en Segovia sino que me había quedado con él a pasar el día. Mis padres no lo sabían. Nos quedamos pegados a la televisión, viendo todo lo ocurrido y llamando a las personas que cogían esa línea".

Diego Rodríguez Gutiérrez

"Tenía 12 años y me despertaba para ir al instituto. Recuerdo que teníamos la televisión puesta como cada mañana para hacer ruido, no para prestarle atención. Cuando nos dirigíamos al coche para ir al instituto, con la radio conectaba escuchábamos con temor a Iñaki. Todo el mundo conmocionado. Clase muy normal no podíamos dar, todos los profesores estaban pendientes igual que nosotros y era difícil dar la clase. Al llegar a casa a la hora de comer, las noticias seguían siendo confusas, pero tenía claro que la tragedia era la mayor de este país. Durante los días posteriores no pude despegarme de la radio y de la SER con el difunto Carlos Llamas al mando. Fue el primero en indicar que fue los islamistas los responsables".

Patricio Gálvez

"Lo recuerdo perfectamente. Me dirigía con un camión a la azucarera de Peñafiel a cargar azúcar. Salía de Fuenlabrada y recuerdo un caos en la carretera como ningún otro día. Todo era un ir y venir de ambulancias y estaba todo Madrid colapsado. Ya por la mañana en el bar donde solemos tomar café a diario recuerdo las primeras informaciones sobre un accidente de tren y recuerdo que la camarera que nos atendía solo decía que su hija cogía a diario esa línea y que estaba intentando localizarla y no contestaba. Por suerte todo quedó un en susto. También recuerdo que después de 4 horas de caos por fin logré salir de Madrid y cómo la primera hipótesis del Gobierno era que había sido ETA. Me paré a la salida de Madrid cogí un folio que tenía en el camión y puse en grande "ETA asesina" y lo coloqué en la parte trasera del camión visible desde atrás. Fíjense en mi ignorancia, pero yo creí en las primeras hipótesis. Luego, lógicamente, no era lo que querían hacernos ver. Ese día fue un caos y sobre todo mucha tristeza".

Tránsito Martínez Álvarez

"Estaba sola en el local de mi sección sindical de CCOO. La radio puesta y escuchando la Ser. Pase toda la mañana con Iñaki Gabilondo. El corazón en un puño, escuchando las noticias que iban llegando. No vino nadie a consultarme nada, apenas ninguna llamada de teléfono. Solo la familia y algunos compañeros de trabajo y del sindicato, todos absolutamente impresionados. La familia de Madrid estaba bien. Tengo que decir que vivo en Vitoria, y aún me emociono cuando lo pienso. Tengo grabada en la cabeza la llamada telefónica de una chica que iba en los trenes. Mientras yo iba oyendo todo lo que se iba transmitiendo, rogaba que no hubiera sido ETA. No me cuadraba, no podía creer que fueran ellos, no porque no fueran capaces. Que lo son y por desgracia nos consta. Pero en esa época y en ese momento no parecía posible. En realidad yo no quería porque absurdamente, sigo sin entenderlo aún, me sentiría culpable solo por el hecho de vivir aquí. Sabía que sí era así toda posibilidad de estar donde estamos hoy, se acabaría allí.Recuerdo el conteo de víctimas, recuerdo la ropa que tenía puesta ese día, la cara de mis compañeras cuando llegue al puesto de trabajo....".

Yolanda González Tenés

"Hace diez años, el 11 de marzo, dos de mis hijos cogían el tren en Torrejón de Ardoz para ir a la Universidad Rey Juan Carlos. Mi corazón se paró al escuchar las noticias de los atentados y me volví loca intentando localizarles por teléfono. Afortunadamente perdieron el tren de la tragedia. Era su destino".

María Isabel Rodríguez

"Aprovechando que el 11 de marzo había huelga de profesores en la Complutense, donde estudiaba por aquél entonces, y que la semana siguiente teníamos examen, decidí no ir a clase ese día. En caso contrario, habría cogido un tren un poco más tarde que aquellos que sin saberlo, se convertirían en la noticia quizá más triste de nuestra historia reciente. Pese a saber que estaba en casa, cuando mi madre escuchó la noticia, me llamó a casa asustada, comprobando con alivio que efectivamente, yo seguía durmiendo, ajena aún a la tragedia. De ese día recuerdo que fue imposible estudiar, concentrada como estaba en ver en la televisión imágenes a las que aún no podía dar crédito. Mis amigas que estaban de Erasmus me llamaban, preguntando si había cogido el tren, si estaba bien... Mi familia tiene un kiosco de prensa justo al lado del lugar en el que apareció la furgoneta de los terroristas. Esa mañana todo fue caos en Alcalá. Al lado de la furgoneta había un colegio, en el que no dejaron salir a los niños, porque acordonaron la zona, y los padres iban hasta allí sin poder recogerlos.La tragedia había tocado tan de cerca a mi barrio que me bloqueó emocionalmente. Leí y leí sobre vidas robadas, truncadas, y no pude ni llorar. No logré llorar hasta que se celebró el primer aniversario, y al fin solté todas las emociones acumuladas. Cuando el martes después de la tragedia tuve que coger el tren para ir a hacer aquél examen que el 11-M me hizo quedarme en casa estudiando, sólo había silencio en los trenes, y a la vez, un sentimiento de hermandad entre los que viajábamos que no he vuelto a sentir nunca. Y lo que más recuerdo era una sensación de miedo que me recorría la columna vertebral...".

Juanjo

"Volaba muy temprano de Alicante a A Coruña. Al aterrizar de escala en Barajas, muchos camiones de bomberos circulaban paralelos a la pista con todas sus luces. Ensayo de emergencia, pensé. Rápido en la terminal para enlazar con el siguiente vuelo. Al desayunar en A Coruña y con la televisión como testigo pude tener conciencia de lo ocurrido. ¿Y si en vez de ser Atocha hubiera sido Barajas? , me pregunté".

Natacha Castaño Quesada

"Nunca podré olvidar esa mañana. Tengo la sana costumbre de encender la radio en cuanto mi pareja se levanta de la cama. Cuando oí la voz de Gabilondo, grave muy grave, ya supe que algo gordo había pasado. No daba crédito a todo lo que estaba oyendo. Mi pareja volvió de la ducha y vio mi cara horror, al principio se asustó por si me pasaba algo, pero enseguida se puso a escuchar la radio. No sé el tiempo que estuvimos sin decir ni una sola palabra, me daba miedo salir de la cama. Vivimos fuera de Madrid, pero ambos tenemos toda la familia en Madrid. No sabía si quería encender el móvil... Por suerte, todos estaban bien... pero yo no dejé de llorar en muchos días. Nunca lo olvidaré".

CarlosRío Bocos

"Por aquel entonces vivíamos en Aranjuez y justo ese jueves tenía que coger un tren a Valencia en la estación de Atocha, alrededor de una hora más tarde que a la que sucedieron las explosiones. Recuerdo que mi mujer me acercaba a la estación de Renfe y fue en la radio del coche cuando empezamos a oír las primeras noticias del atentado. Evidentemente, los trenes de cercanías ya habían dejado de funcionar por lo que decidí dejar a mi mujer en casa y dirigirme a mi empresa en aquel momento en San Martín de la Vega. Cuando llegué lo que recuerdo es la bronca de alguno de los compañeros por no haber llamado para comunicar que todo estaba bien; ellos sabían que tenía que coger un tren en Atocha, pero no la hora exacta. Después recuerdo aquel día colgado de la radio y siguiendo las noticias por Internet. Después conocí a un arancetano que vivió la tragedia casi en directo, que me contaba que pasó horas aquel día vagando sin rumbo por Atocha y que no volvió a coger el tren de cercanías por lo menos durante muchos meses. Yo no era un usuario habitual del tren, pero me tocó usarlo alguna que otra vez semanas después. Y he de reconocer que durante un tiempo no podía evitar mirar por todos lados, hasta donde alcanzaba la vista en el vagón, por si veía alguna mochila o bulto desatendido, cualquier cosa con un mínimo atisbo de sospecha".

Francisco Serrato Sánchez

"Vivía con mis tíos en Alcalá de Henares y cada mañana cogía uno de esos trenes para ir a la facultad (en Ciudad Universitaria). El día anterior, después de clase, habíamos asistido unos amigos a ver el preestreno de la última película de Pedro Almodóvar ("La mala educación", creo recordar). Al día siguiente había huelga, pero decidimos quedar temprano en la biblioteca para estudiar y, luego, jugar un partido de fútbol en el Paraninfo. Cuando sonó de madrugada el despertador del móvil, me di media vuelta. Un golpe de suerte evitó que subiera a uno de esos trenes. Cuando dieron las primeras noticias en radio, mi tía subió alarmada. Pusimos TVE en mi habitación y lloramos juntos. No sé dónde tenía el móvil en ese momento, así que me demoré en hablar con mi padre, que había escuchado la noticia de camino al trabajo y tuvo que parar en el arcén. Vivíamos a 600 kilómetros de distancia y se puso en lo peor, porque sabía que cogía esa línea a esa hora. Luego, cientos, miles de llamadas de amigos, familiares y conocidos; la desolación de las imágenes; pensar en las personas que habían muerto, gente que días atrás compartían vagón, incluso asiento contigo. Y la dureza de la vuelta a la normalidad conociendo la tragedia y sabiendo lo frágiles que podemos ser en ocasiones los humanos. Y la volatilidad de nuestra existencia. Inolvidable".

Juan Jose Bernases Valero

"Diez años después puedo contar cómo fue el día 11 de marzo del 2004 en Madrid. Llegué a la estación de Atocha ya que tenía que hacer trasbordo para ir a Nuevos Ministerios a trabajar, venía desde Móstoles. Me bajé del tren, subí las escaleras mecánicas para llegar al andén y ahí coger el tren de Cercanías. Ese día iba con tiempo suficiente, así que decidí fumarme un cigarro al final del andén para no molestar al resto de viajeros. El Cercanías llegó, se bajó la gente, subió más gente y de repente... una explosión. Se hizo de noche, solo veía oscuridad, humo y fuego ya que el tren estaba ardiendo en la parte trasera. No podía creer lo que estaba viendo, no podía asimilar que estaba lo que estaba ocurriendo en ese momento, no encontraba explicación. Después de la primera explosión y la incertidumbre decidí acercarme hacia el lugar de la explosión. Vi gente muerta, gente herida... y cuando me estaba acercando de repente... bum, la segunda explosión. Salí corriendo hacia el final del túnel, junto a mí, otra chica corría asustada y llorando me pare con ella y le dije: no estamos muertos, no es un sueño hay que salir de aquí como sea. Cruzamos las vías, dejando atrás dolor, muerte y desolación. Este es mi recuerdo. Jamás en la vida se me podrá olvidar aquel 11-M de hace diez años"

Carlos Ortega Villamor

"Estaba en el tren de Atocha. Como cada mañana iba a mi trabajo de educador ambiental (soy biólogo) desde Villaverde Alto hasta San Sebastián de los Reyes. Hacía transbordo en Atocha me bajaba de un tren y subía a otro en la vía 2. Subía siempre en el quinto vagón, a la misma hora, junto a desconocidos que se hacían conocidos a fuerza de vernos todos los días compartiendo bostezos y la vida. Ese día en el vagón había espacio aunque no me pude sentar, me quedé de pie y dejé mi mochila en la zona habilitada para ello. De repente escuché un gran estruendo lo que provocó que todo el mundo bajase del vagón, me quedé solo, debido a mi " tranquilidad" (me llaman the quiet men). Pensé que había estallado algo eléctrico, recogí mi mochila y antes de asomarme a la puerta todo tembló debido a otra explosión. Salí del vagón entre humo y gritos sin saber qué pasaba y corrí como tantos hasta el vestíbulo, subí las escaleras mecánicas. Una tercera explosión provocó que todos nos tirásemos al suelo; ayudamos a una mujer mayor que estaba en el suelo y continuamos corriendo. Salimos por Atocha como animales asustados. Es curioso el instinto de supervivencia. Ese día sufrí una euforia que no comprendía, estaba drogado de adrenalina, la distensión de tímpano no me molestaba. Las llamadas se sucedían y yo estaba vivo. Al día siguiente me empezaron a temblar las piernas y ya vino un periodo más largo para asimilar lo sucedido. En mi vagón iba una de las mochilas que no explotó, Debo mi vida a un error técnico en la preparación del explosivo. Esto me hizo disfrutar más de la vida e intentar aprovechar cada instante. No guardo rencor a nadie; este mundo es el que nos ha tocado vivir y así hay que asumirlo aunque no me guste intento poner mi granito de arena para hacer una vida más agradable y justa a mí y a los que me rodean. Cojo el tren sin problemas, pero cuando suenan los pitidos al cerrarse las puertas el corazón se acelera".

Luis Posadas de la Horra

"Vivía en Santa Eugenia. Sobre las 7:30 de la mañana solía utilizar mi moto para desplazarme y cuando llegué a la confluencia de Paseo de María Cristina y Ciudad de Barcelona ya había escuchado más sirenas de lo habitual. En ese cruce hay una gasolinera y poco más adelante tuve que pararme, poner los pies en el suelo. Entonces me di cuenta de que algo completamente anormal había sucedido. Muchas personas corrían enloquecidas, algunas tropezando y volviéndose a levantar. Miré a mi espalda y vi una gran columna de humo oscuro. Algunos policías me urgieron a que circulase con cuidado mientras que otros atendían a quienes lo necesitaban. Fui saliendo de allí, hacia la casi desierta calle Atocha para acudir a mi trabajo. Allí, a las 12 de la mañana uno de los jefes nos comunicó que había algunas ausencias ese día. Dos de mis compañeros perdieron la vida en los trenes de Cercanías. Diez años han pasado... ".

Lucino Sesmero Rivera

"Eran más o menos las siete de la mañana. La rutina de salir de casa, desayunar en algún bar y después directo al trabajo se cumplía como de costumbre. Ese trabajo muy cerca del horror. Al ponerme la chaqueta y abrir la puerta, el edificio tembló. En casa preguntan: ¿qué ha sido eso? ¿Es como de gas, no? Asentí, pero el corazón me decía que algo ya por desgracia conocido había ocurrido y muy cerca. Lo siguiente ya fue el caos. En la Avenida Ciudad de Barcelona se veían las primeras columnas de humo procedentes de la calle Téllez y en la calle Comercio me encontré a algunas de las primeras víctimas. Me conmovió profundamente ver a una mujer de mi edad con la cara algo marcada por la metralla. En un bar le limpiaron las heridas, paré un taxi y después de darle el DNI de la señora le pedí por favor que la llevase a su casa. Nunca, y digo nunca, olvidaré el terror instalado en los ojos de esa mujer" .

Florentino López Pérez

"Subía por Paseo del Prado a mi trabajo y bajaban microbuses de la Policía con las sirenas; pensé en un atentado. Todavía no sabía qué había pasado. En el transcurso de la mañana, ante las desconcertantes noticias, acudí a la plaza de Manuel Becerra a donar sangre; no pude, no era el sitio. Creo que será uno de los días más tristes que he vivido. En aquel entonces tenía hijos aún pequeños. Acudimos a la estación de El Pozo a depositar flores; era inevitable no llorar ante aquel altar de velas y flores".

Teresa

"Estaba escuchando a Iñaki (Gabilondo) y su primera desesperación por no saber qué pasaba y esa misma desesperación la tenía yo".

Silvia Olías Cardeña

"Este es el "¿dónde estabas cuando mataron a Kennedy?" de la generación de mi madre y me pasa como a ella, nunca olvidaré la imagen que tenía delante de mis ojos mientras escuchaba en la radio la noticia. La emisora de radio que sonaba, la Ser; y la voz, la de Iñaki. Eran las 7:45 horas del 11 de marzo de 2004 y yo estaba en el coche, esperando a que el semáforo del cruce de las calles Alonso Cano y Raimundo Fernández Villaverde cambiara a verde y me dejara seguir el trayecto hacia el trabajo. Lo que escuché fueron las primeras conexiones con el reportero que se encontraba en la calle Téllez. Recuerdo que cuando describió la escena que estaba contemplando sentí un tremendo escalofrío".

Arantza Simón Muro

"Estaba trabajando en Altadis, Logroño, junto con algunos compañeros que hacía poco que habían trasladado desde la fábrica de tabacos de Donostia. Estamos en uno de los talleres pequeños y un extraño ambiente se traslada por toda la fábrica. Frases en voz baja y al oído, pequeños grupos y sentirnos observados. Nadie dice nada, sólo un compañero, eventual como yo, se acerca y nos cuenta que ha habido un atentado en Madrid con muchos, muchos muertos. Él lleva una pequeña radio y os está escuchando. Ha sido ETA. No es posible, no es posible, se les ha ido de las manos, nos han hundido y se han hundido. Estamos trabajando decenas de personas y nadie se acerca al grupo de "los de San Sebastián". Las horas de desinformación fueron horribles y nos desviaron de lo que realmente debería habernos importado, las víctimas. Víctimas de las que entonces no sabíamos nada pero que acabaron formando parte de nuestra vida".

Miguel Angel Martínez Morante

"Entraba con mis compañeros (del servicio de Protección Civil) a trabajar en nuestras oficinas de Metro, cuando oímos una fuerte explosión. Desde el parking vimos una gran columna de humo y nos dirigimos hacia ella. Enseguida llegamos a la calle Téllez y nos encontramos con gente que venía herida y, sobre todo, sangrando por los oídos. Al llegar a la valla de RENFE la visión del tren fue desoladora. Sin pensarlo nos pusimos a ayudar; la adrenalina hizo que trasladáramos a los heridos como podíamos, en un principio en brazos, en las puertas de los trenes, hasta que empezaron a llegar mantas, yo con la cantidad de simulacros en los que habíamos trabajado con Bomberos, Samur, etc... no podía creerme que no llegaran las asistencias. Estuvimos sacando más heridos y cuando nos dirigimos a la otra parte del tren el panorama fue desolador, la cantidad de heridos que había era inimaginable, me acongojó ver las personas que permanecían al lado de los heridos, hablando con ellos y consolándolos. No paraban de sonar móviles y era como vivir una película. La Policía nos dijo a los civiles que abandonáramos las tareas ya que no sabían si podía haber más explosivos. Perdí de vista a mis compañeros y en el momento de dejar de ayudar me vine abajo; me dolían las manos, los riñones y de repente sentí un cansancio incomprensible. En algún momento, me hubiera gustado saber de las personas que trasladé, pero al final lo único que quieres es olvidar. Han pasado diez años; las imágenes están ahí y lo que me queda es que hubo una reacción insólita del pueblo de Madrid. Yo viví un acto de solidaridad que no se podrá superar.

Javier

"Recuerdo que aquella mañana me quedé dormido, llegaba tarde al trabajo. En la estación de Coslada, en dirección a Atocha, había y había menos gente de lo habitual por la huelga de la universidad. Llegó el tren a Atocha y la gente empezó a bajar; yo seguía dentro porque me apeaba en la estación de Recoletos. Cuando prácticamente había bajado todo el mundo... paaaammmm. El tren vibró y la luz del interior se apagó. Había una mujer a mi lado y nos miramos sin decirnos ni una palabra. Salimos corriendo; miré hacia atrás y vi una nube de humo y chatarra volando... paaaammmm, segunda explosión. Era el miedo y el caos. Nunca supe cómo pase los torniquetes de salida, si estaban abiertos o los salté. Seguí corriendo y de nuevo... paaaammmm, tercera y última explosión. 11-M, fatídico día y uno de los dos cumpleaños que tengo".

Lorenzo Gómez Valero

"Soy profesor de Secundaria y aquel año trabajaba en el instituto Madrid Sur, justo frente a la estación del Pozo. Oí la noticia de camino al mismo, y cuando llegué pude ver la riada de gente que corría alejándose del lugar de la explosión, entre ellos muchos de mis alumnos que estaban a punto de entrar a clase. A continuación, los servicios sanitarios nos comunicaron que el instituto podría ser un lugar donde prestar los primeros auxilios a las víctimas que iban evacuando de lugar. Decidimos habilitar para tal fin el gimnasio. Llegaron los primeros heridos a los que hubo que acomodar en el suelo, sobre las colchonetas, mientras algunos profesores intentábamos ayudar a los sanitarios. Luego recorrimos el patio del recreo recogiendo todo tipo de restos, de los trenes y de las víctimas, que habían llegado hasta allí, conscientes de que el instituto tenía que abrir el día siguiente y de que los alumnos tenían que jugar en ese patio".

Alberto Duarte Quesada

"Empezó como una jornada laboral normal hasta que se empezaron a difundir las noticias del incidente, aún no un atentado. Al saber detalles, cómo las líneas y estaciones afectadas, rápidamente pensé en mis familiares que vivían por Moratalaz y Santa Eugenia. Unas horas más tarde supe que no conseguíamos localizar a un primo hermano mío. Ante la falta de noticias, las alarmas fueron saltando hasta que sus hermanos, horas más tarde, tuvieron que pasar el trago de reconocer sus restos ... Había pasado la noche con la persona con la que estaba rehaciendo su vida después de un doloroso divorcio. Y juntos, su nueva pareja y él mismo, tomaron el fatídico tren que acabo con sus vidas y marcó para siempre las vidas de sus familiares directos, indirectos y amigos, entre los que me encuentro. Un recuerdo de ese día es para mí el comienzo del reportaje que realizó el periodista de la Cadena SER, Severino Donate. Comenzaba con el sonido de la bicicleta que supuestamente utilizaba mi primo Paco para pasear por los montes de Rivas... Severino tuvo la amabilidad de enviarme copias en CD que tardé mucho tiempo en hacer llegar a los hermanos de Paco".

Belén Gay

"Lo recuerdo todo, la radio, Iñaki Gabilondo explicando lo que pasaba... Preparar el café, mi madre levantándose para decirme que no fuera a la estación, coger el coche para ir a trabajar, llegar sin saber muy bien cómo, llamadas al móvil de gente que hacía años con la que no hablabas para preguntar si estaba bien, y el silencio. El silencio en la calle, en la oficina... lo recuerdo todo como si fuese una película. Ojalá hubiera sido una película".

Javier Castillo Rueda

"Ese día estaba en la parte superior de la estación de Atocha esperando el autobús que me llevara al trabajo. Yo soy de Barcelona pero estaba haciendo un curso en Madrid. Recuerdo que en la primera explosión mis compañeros y yo nos miramos con cara de "que habrá sido eso". Nos acercamos a ver el humo que se veía a lo lejos y en ese momento explotó la segunda, está más cerca. Nunca olvidaré el sonido de esa explosión. Fue un sonido seco, rajante, estruendoso, difícil de explicar... En ese momento me asome al interior de la estación y vi gente correr despavorida. Llamé a mi novia y a mi madre. No pude hablar con ninguna de las dos. Les dejé un mensaje diciendo " no sé lo que ha pasado pero estoy bien". Empezaron a llegar millones de coches de policías y ambulancias y en ese momento apareció el autobús del trabajo. Cuando empecé a escuchar por la radio que los muertos aumentaban por decenas fue cuando me asusté y caí en la cuenta de lo que había pasado".

Clara Herranz

"Acababa de llegar al colegio, estaba en primero de bachillerato, y recuerdo que nada más enterarme me puse a llorar. Era lógico, mi abuelo vive en la glorieta de Atocha, mi padre trabaja en Atocha y el chico que me gustaba en el colegio cogía ese tren a diario...al principio no se sabía muy bien lo que había pasado. Llamé a mi padre, dado el caos que había, no me lo cogía, luego las líneas se saturaron y no supe nada de él hasta por la tarde. Afortunadamente no le pasó nada. Luego llamé a mi abuelo...increíblemente no se había enterado, pobre con 87 años, casi mejor! Respecto al chico...afortunadamente se durmió no cogió ese tren y llegó 3h tardes al colegio. Evidentemente no dimos clase ese día pero recuerdo que tampoco se atrevías a enviarnos a casa. Si algo me enseño este día es que las cosas que sientes no te las puedes callar porque nunca sabes que va a pasar el día siguiente. Después de ese día le dije lo que sentía al chico tuvimos 2 años de relación maravillosos. Otro recuerdo que tengo es que me llamó ese mismo día una amiga de México y a los 3 días me envió una pancarta firmada por toda la universidad de Monterey, que por supuesto la llevé a Atocha".

Daniel Díaz

"Estaba en Madrid... me desperté, como todas las mañanas escuchando a Iñaki Gabilondo; recuerdo vagamente que comentó que algo había pasado en Atocha, pero quedaba a la espera de ampliar la noticia. Decía que había un gran atasco en los alrededores de Atocha y sonaban muchas sirenas. Recomendaba no pasar por la zona y que seguía a la espera de ampliar noticias. Esa mañana, como todos los días, iba andando a mi trabajo (la sede de un sindicato que me condujo a vivir en Madrid y dejar a mi familia en Extremadura) me llevé una radio para escuchar qué estaba pasando. Por el camino me impactó el silencio de la Avenida de América. ¡No había atascos en la entrada a Madrid por la N-II, y era hora punta! La angustia comenzó a invadirme. Llamé a mi familia para comentarles que estaba bien. Cuando entré en la sede de mi sindicato a penas se veía movimiento de personas. Iban cayendo las noticias sobre los trenes, el número de muertos y los que estábamos allí alargamos el café hasta el infinito para contactar con compañeros de trabajo que no habían llegado a su puesto de trabajo y sospechábamos que el lugar de los atentados se cruzaba en su camino... La angustia de que no me contestaran el teléfono compañeros de trabajo y amigos comenzó y tardó mucho en irse. No sabíamos qué hacer ¿ir a Atocha?, ¿llamar a alguien para prestarles nuestra ayuda? El Hospital Princesa fue nuestro destino, queríamos donar sangre. Mientras tanto la entrada del hospital era ya un caos, un caos controlado".

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