Ocio y cultura

5 ciudades de Marruecos que hacen soñar

Disculpadme, pero no puedo ser objetivo con Marruecos. Soy incapaz de hablar sobre este país como el que lee el prospecto de un medicamento. Adoro Marruecos, la manera más próxima de cambiar el chip de verdad y de vivir una auténtica historia de amor en sus medinas, sus jardines y apartados desiertos. Pensar que a una hora de avión, con un simple salto de ese charco que nos separa, podemos sumergirnos en una bonita historia de bazares, laberintos y tés a la menta frente al Atlántico, hace que siempre tenga a este país en la lista de viajes a repetir lo máximo posible.

Con la subjetividad por bandera que espero me permitáis, os mostraré cinco ciudades de Marruecos que hacen soñar y que no pueden faltar en un viaje al país magrebí.

Chaouen

¿Por qué empezar por las ciudades imperiales cuando en el corazón del Rif se encuentra uno de esos lugares dignos para retirarse, descansar y respirar? Chaouen (también escrito Chauen, Xauen o Chefchaouen) es una pequeña ciudad de color azul y donde hacer fotos se convierte en una pasión irrefrenable. Su medina es muy pequeña y no ejerce la atracción monumental de otras más grandes, pero eso no es lo que el viajero anda buscando aquí. Una mezcla de armonía, tradición, belleza y la sensación constante de que no te quieres mover de ese correcalles de paredes encaladas de azul con cierto aroma a Andalucía.

 chaouen

Marrakech

Ahora sí que nos vamos a la evidencia, que lo es por algo, por supuesto. Concretamente volamos hasta el centro de la , ese gran teatro del mundo en el que se dejan ver sacamuelas, echacartas, encantadores de serpientes, vendedores de zumo y que a la noche huelle a parrilla y uno puede darse una cena de a un euro por persona. Aquel lugar más vivo que ninguno y que recibe las luces de una apartada Kutubía, prima hermana de la Giralda de Sevilla aunque sin campanarios y giraldillos en la cúspide, se convierte en el foco principal de un viaje a la ciudad que se puede hacer a solas o como parte de un vasto recorrido por el país alauíta.

Plaza Jemaa el Fna de Marrakech (Marruecos)

Si queréis ver más sobre esta plaza no os perdáis  hace tiempo

La medina de Marrakech no tiene desperdicio, ni los fotogénicos jardines de la Menara. Además de monumentos y palacetes lo mejor es vagabundear por el bazar o, mejor aún, por un riad que te saque el tumulto y te abrace en el silencio sepulcral de su patio.

Fez

La medina más grande permite que en Fez la virtud del viajero sea perderse. Sin duda es lo mejor que podemos hacer en esta ciudad laberíntica, dejarnos caer desde Puerta Bab Bou Jeloud, escoger entre las arterias principales Rue Talaa Kebira y Rue Talaa Seghira (personalmente prefiero la primera) y olvidarnos del mundo que conocemos hasta ahora. Con suerte nos guiará el canto de la gran mezquita Qarawiyyin fundada en el Siglo IX de nuestra Era, aunque pronto habremos dado con un callejón sin salida, un bazar de especias y será necesario pedirle a algún local que te suba al tejado de su casa para ubicarte realmente.

Las murallas de Fez abrazan una ciudad laberíntica

Uno no puede marcharse de Fez sin asomarse a las curtiderías y ver cómo tien la piel en cubas de colores que huelen tan fuerte que será necesario llevarse a la nariz una ramita de menta para poder quedarse más rato a contemplar las escenas indescriptibles que allí se dan.

Las curtiderías de Fez son una visita ineludible de la ciudad

Para el atardecer lo más recomendable es subir a las ruinas de las tumbas benimerines y esperar que los cantos desde los minaretes dicten sentencia sobre un día que termina.

La medina de Fez vista desde las Tumbas merínidas

Rabat

Siempre tuve la sensación que Rabat siempre fue la gran olvidada de los viajes a Marruecos. No tiene el tirón de Marrakech pero cuenta con un casco histórico magnífico y un 90% menos de turistas, lo que hacen que se equilibre la balanza. La kasba de los Oudayas, una Chaouen en pequeñito, o la gran mezquita inacabada que estaba previsto fuera de los lugares más bellos del Islam, forman parte de una ruta que se puede hacer prefectamente a pie. Aunque cuando llega la tarde no hay nada mejor que arrimarse a los pescadores saliendo en botes de madera color azul hacia una larga noche de faena.

Rabat

Ksar de Ait BenHaddou

Soy consciente de que ésta no es una urbe habitada por miles de personas, que es atrevido por mi parte utilizar la denominación de ciudad. Pero este ksar es probablemente la localidad fortificada más hermosa del país y merece aparecer en esta lista de ensoñaciones marroquíes. El comienzo de la ruta de las Kasbas y los ksars se hace a lo grande al otro lado del Atlas, una vez se ha superado el puerto casi siempre nevado de Tizi n'Tichka y el paisaje cambia de forma radical. Aparece entonces una inmensa fortaleza de adobe que te deja sin palabras y te invita a salir a buscar empinados castellones, graneros en ruinas y fijarse en unas puertas labradas con total maestría.

aitbenhaddou

Aib Ben Haddou, escaparate de taquillazos como Gladiator, está declarada Patrimonio de la Humanidad desde 1987 y nos sumerge a otro Marruecos diferente, el que termina en otra "ciudad" de arena... las dunas de Merzouga (o Zagora si nos desviamos antes).

Marruecos, ese dulce sueño que no debe resistirse nunca... ¡Y qué no lo haga! Aprovecha tus vacaciones, la Semana Santa o una escapada de un fin de semana y disfruta de un viaje apasionante por Marruecos. ¿Te animas? 

 
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