La maldita crisis de los treinta
Adam Granduciel ha pasado por ello en 2013. Los problemas del músico de The War on Drugs comenzaron a su regreso a casa tras de la gira de promoción del segundo álbum, editado en 2011. La vuelta a Filadelfia no pudo ser más desoladora. “Me encontré totalmente aislado emocional y físicamente de mí mismo y de mi comunidad”, explicaba en ‘The Guardian’. El músico había terminado una relación y se encontraba perdido y cuestionando el sentido y el rumbo de la vida. “Veía a gente pero solamente cambiábamos holas y noches de borrachera. No sabía en qué me había convertido o qué quería de mí mismo”, añadía Granduciel.
Tras casi dos años viviendo en la carretera, el regreso a casa no puso ser más hostil. El parón tras tanto tiempo de aventura llevó al músico a buscarse a sí mismo, a hacerse preguntas sobre su presente y su futuro. Toda esas preguntas se volcaron en ‘Lost in the dream’ (Perdido en el sueño), un álbum que no ofrece respuestas pero cuya creación fue un proceso catalizador, una búsqueda de sentido a una vida que, una vez alcanzado el sueño, carecía de un norte, de un rumbo claro. Granduciel no es un tipo prolífero, apenas ha editado tres álbumes desde 2008, pero su música tiene una profunda capacidad hipnótica, evasiva. The War on Drugs ha pasado por varios cambios en su formación desde que Kurt Vile dejó el grupo tras la edición del primer álbum. Vile no ha vuelto a tocar con su amigo, pero Adam suele acompañar a Vile en sus giras cuando la agenda lo permite. Juntos dieron forma a un maravilloso álbum que captó la atención de la prensa. Después hubo desbancada en el grupo, pero a pesar de ello The War on Drugs siguió adelante y editaron ‘Slave ambient’, un acertado segundo paso que confirmó que la banda de Granduciel tenía recorrido más allá de la marcha de su amigo, que a pesar de ello colaboró en el álbum.
La tercera entrega de esta banda de música intimista y cósmica es capaz de transportarte al pasado con cuatro acordes. ‘Lost in the dream’ es un álbum intenso y denso que gana con las escuchas, que capta de la esencia del sonido de Granduciel. Las canciones del disco surgieron en una etapa oscura del compositor, pero la mayoría de ellas mantiene un enfoque positivo con melodías que repiten estructuras creando un efecto que transmite una relativa paz eléctrica que se sostiene a lo largo de los distintos cortes del álbum. Tras grabar el disco, Adam regresa a la carretera con las ideas renovadas, con la brújula apuntando al norte de nuevo. El proceso, la crisis, ha dejado por el camino un puñado de buenas canciones que han dado forma a estos sueños perdidos, a esta crisis de los treinta transformada en un álbum, a la maldita crisis.