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El rechazo que encumbró a Benjamin Booker

En la vida hay que aprender a encajar los golpes, a aceptar las derrotas sin bajar la cabeza. A veces, algunos, consiguen una redención con su pasado, la llave con la que abrir las puertas que una vez se cerraron ante la cara con ese ruido sordo del rechazo. Cuando Benjamin Booker (1989) terminó el instituto intentó conseguir una beca para trabajar en NPR, la radio pública estadounidense. No pasó las pruebas. El chico, que entonces tenía 19 años, estaba pirado por la música y su sueño pasaba por trabajar en el canal de música de la emisora. Aquel rechazo cambiaría la dirección de la vida de Booker, que dejó su Florida natal y se trasladó a Nueva Orleans. Decidió coger una guitarra y comenzar una nueva aventura como músico que en pocos años le he llevado a ser entrevistado en el programa de NPR en el que anhelaba trabajar. El destino tiene giros curiosos en la trama de nuestras vidas.

Benjamin Booker acaba de publicar esta semana su álbum debut, un disco que ha venido precedido de un intenso ruido desde que hace un año editase una maqueta casera que empezó a circular por Internet. El éxito de aquellas canciones fueron consagrando a este joven músico como uno de los artistas a seguir y candidato a músico revelación del año, después de todo no muchos artistas consiguen invitaciones a Lollapalooza o al Festival de Newport antes de tener un primer disco en las tiendas. En este intenso año, Booker ha actuado también en los programas de Conan O'Brien y David Latterman, además de haber sido elegido por Jack White para ser su telonero durante su gira estadounidense.

La prensa y el público han caído rendidos ante la energía de Benjamin Booker, uno de esos músicos de la vieja escuela que sudan hasta la última gota, que viven cada actuación como si el mañana fuese algo remoto e incierto. Con esa receta ha ido creando una leyenda que se ha esparcido con fuerza entre los asistentes a sus conciertos y que ahora, después de una larga espera, ha tomado forma de disco, un álbum que viene producido por Andrija Tokic, uno de los hombres de moda de Nashville y productor de bandas tan finas y eléctricas como Alabama Shakes y Hurray for the Riff Raff.

Escuchar el homónimo de debut de Benjamin Booker es como subirse a un tren de alta velocidad que desde el primer acorde de ‘Violent shiver’, el tema que abre el disco, invita a un viaje eléctrico y agitado que se mueve entre el punk más pausado y el blues más salvaje. Un viaje siempre rápido (‘Always waiting, ‘Slow coming’) que no da un respiro hasta la quinta canción y que ofrece pocas pausas más, aunque estas resulten tan interesantes como ‘Spoon in my eyeballs’ o ‘I thought I heard you screaming’.

El álbum del joven Benjamin, que se subió por primera vez a un escenario en 2012, confirma todo lo bueno que apuntaban sus singles y su maqueta. Ahora le ha llegado la oportunidad de vivir la música a lo grande, con la atención necesaria de la prensa, con el cariño de un público creciente y con un buen material con el que subirse a los escenarios. Cuando Benjamin se presentó a las pruebas de NPR se equivocó de camino, el destino y ese rechazo le llevaron a seguir el camino correcto de su vida.

 
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