De un banco mediano español a un gigante internacional

Emilio Botín pertenecía a una familia de banqueros vinculada a la entidad desde hace varias generaciones. Su padre, por ejemplo, fue el anterior presidente aunque él dirigió la gran transformación del banco que, tras su fusión con el Central y el Hispano Americano y sobre todo su expansión internacional, se convirtió no solo en la primera entidad financiera de España sino en una de las más importantes del mundo.

Cuando Emilio Botín llega a la presidencia, en 1986, el Santander -según los datos de la AEB- era sólo uno más de los siete grandes de la banca española. El cuarto en recursos propios y el quinto en recursos ajenos, oficinas y empleados.

No tardó en escalar posiciones gracias a un producto novedoso: la Supercuenta, de alta remuneración, que le permitió atraer dinero de forma exponencial con lo que en 1990 el banco era ya el primero en crecimiento de sus recursos totales.

En 1994 compra el intervenido Banesto, aunque no lo integrará en el Santander hasta 2013, y en 1999 se fusiona con el Central Hispano, dando lugar ya a la mayor entidad financiera española y líder en América Latina porque en paralelo estaba el pleno proceso de internacionalización de los principales bancos españoles.

Hoy en día es el primer banco por valor bursátil en España pero también en toda la zona euro, por encima de entidades alemanas, francesas o italianas. Además, 92.000 millones de euros le convierten también en la primera empresa española por este criterio.

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Está también en la veintena de los bancos más importantes del mundo por activos y capitalización. En 2012, por ejemplo, fue el tercero en beneficios antes de provisiones, unos logros que le han valido varias distinciones en la última década como mejor banco del mundo.