Política
CONSULTA SOBERANISTA DE CATALUÑA

El camino hacia el 9N

La carrera hacia la consulta empezaba el 12 de diciembre de 2013. Acuerdo, sorpresa, entre los partidos soberanistas. Hay fecha: 9 de noviembre. Hay pregunta: “¿Quiere que Catalunya sea un Estado? Sí o NO / ¿Quiere que ese Estado sea independiente? Sí o NO”

President of the Catalan regional government Artur Mas gives a press conference at the Generalitat of Catalonia in Barcelona on October 31, 2014, after Spanish government announced that it would go to the Constitutional Court to challenge a symbolic refer / QUIQUE GARCIA AFP

Barcelona

A partir de ahí, el proceso pasa por el Congreso de los Diputados en primavera. Vuelve a Catalunya con las manos vacías. Artur Mas va a Moncloa en verano. Otro golpe de puerta. Se avecina un otoño caliente.

A mediados de septiembre, el Parlament aprueba la ansiada ley de consultas, instrumento legal que Mas quiere usar para convocar el 9N. Después de una semana jugando al gato y al ratón, Mas firma, solemnemente, el decreto de convocatoria el sábado 27 de septiembre.

Pocas horas tarda la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría en anunciar un recurso de inconstitucionalidad.

Es sábado y la Generalitat pone en marcha la maquinaria. El domingo se reúne extraordinariamente el Consejo de Estado. El lunes, el Tribunal Constitucional. 48 horas después, la consulta está suspendida.

La pelota vuelve a Palau. Mas desoye a un frente soberanista que le empuja a seguir y acata lo que manda el TC. Preparativos parados. Unidad pro-consulta rota. Empiezan 10 días frenéticos, con 3 cumbres que acaban rompiendo la baraja. El President comunica que seguir desplegando el decreto sería “ir contra las rocas”. ERC le tilda de mentiroso. ICV encuentra la excusa perfecta para bajarse del barco. La CUP reconoce estar harta de los juegos políticos.

Pero cuando todo parecía saltar por los aires, Mas se saca una consulta alternativa: “un proceso participativo”. No hay marco legal, no hay decreto firmado, no hay censo pero se vuelven a poner en marcha los preparativos: urnas, papeletas, puntos de votación,... y esta vez, a 40.000 voluntarios. No hay garantías democráticas, pero parece lo de menos. El 9N hay que poder votar como sea.

Con el paso de los días, el President recompone la “porcelana fina” de la unidad que días antes se había roto. Partidos soberanistas y sociedad civil empujan para que el 9N sea una jornada de “gran movilización reivindicativa”.

Y a una semana de la consulta, un escenario que parece que ya hemos vivido. Recurso del gobierno, suspensión inminente y Artur Mas que afirma estar determinado a sacar las urnas.

¿Esta vez va en serio? Desde su entorno aseguran (o confían) que sí.

 
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