Ocio y cultura

La importancia de ser amigo de Monet

El Museo Thyssen Bornemisza inaugura el 4 de noviembre la primera exposición en España dedicada a la expansión del impresionismo en Estados Unidos

FOTOGALERÍA | El impresionismo americano llega al Museo Thyssen Bornemisza

Madrid

Comisariada por Katherine Bourguignon, conservadora de la Terra Foundation for American Art y especialista en arte francés y americano de finales del siglo XIX y principios del XX, la muestra rastrea a través de casi ochenta pinturas el modo en que los artistas norteamericanos descubrieron el impresionismo en las décadas de 1880 y 1890 y su desarrollo posterior, en torno a 1900.

Ya saben que, a veces, es importante tener amigos para progresar. Pongan ustedes, si quieren, comillas o cursiva al verbo en cuestión. Y es que es posible que hoy no estuviéramos hablando de la obra de algunos artistas incluidos en esta exposición si en los últimos años del siglo XIX maestros del impresionismo como Monet o Degas no hubieran compartido lo que sabían con jóvenes pintores norteamericanos que cruzaron el Atlántico y se dieron de bruces con otra forma de pintar llamada impresionismo. Y se quedaron deslumbrados. Y se inspiraron, pero no copiaron. Y se llevaron lo que sabían a su país.

Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen distingue dos ‘bandos’: “Nombres que a nadie resultarán desconocidos, entre ellos los de John Singer Sargent, Whistler o Mary Cassatt, que son artistas que no son realmente ni europeos ni norteamericanos, son de todas partes pero que tuvieron ya en vida un extraordinario éxito, también en Europa. Se aclimataron en Francia, primero en Gran Bretaña, y fueron verdaderos insiders del impresionismo”. Solana explica que, por ejemplo, Mary Cassatt fue amiga de Monet o Degas y, gracias a su relación con ambos, fue invitada a participar en cuatro exposiciones impresionistas entre 1870 y 1886, como única representante norteamericana.

Una de las obras incluídas en la exposición 'Impresionismo americano' en el Museo Thyssen

Entre los outsiders, según Solana, aquéllos que no mantuvieron relación alguna con los impresionistas franceses, artistas que “vinieron a Europa a veces no buscando el impresionismo, sino una formación artística de orden académico y cuando llegaron a Francia se encontraron con el impresionismo y quedaron deslumbrados”. Entre ellos, Childe Hassam, que pasó tres años estudiando y pintando en Francia, de 1886 a 1889, y, aunque evitó el círculo impresionista, esta etapa marcó de manera considerable su técnica.

Y en los trabajos de estos impresionistas norteamericanos vemos mujeres frente al espejo, mujeres en barca, mujeres en el parque. Niños y hombres en el campo, en la playa. Escenas de paisajes cargados de color. Escenas que casi huelen a campo, a la brisa del mar, que suenan a risas de niños. Escenas en las que no percibimos conflicto, sólo delicadeza y el pasar del tiempo. Pero ya saben que, como el progreso, todo depende de cómo se mire.

 
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