Aguirre tiene su propio Bárcenas
Tras verse envuelto en el escándalo de las tarjetas black de Caja Madrid, Beltrán Gutiérrez dejó su cargo como gerente del PP de Madrid pero al día siguiente se le volvió a contratar por la formación regional
Madrid
Beltrán Gutiérrez Moliner dejó su cargo como gerente del PP madrileño tras verse envuelto en el escándalo de las tarjetas opacas de Caja Madrid. Pero realmente sigue trabajando para su partido. Varios cargos conservadores confirman a la Cadena SER que le han visto por la sede y que sigue desempeñando tareas para la formación regional.
Los datos del ministerio de Empleo lo corroboran. Gutiérrez estaba contratado por el Partido Popular nacional de forma indefinida con categoría de jefe administrativo. El día en el que anunció, de forma oficial, que dejaba su puesto, fue dado de baja en la Seguridad Social. Eso ocurrió el 6 de octubre. Tan solo un día después, el 7, fue dado de alta. En las mismas condiciones. Pero con una diferencia, ahora iba a ser empleado del PP de Madrid en lugar de trabajador del PP nacional. Únicamente cambió su cuota de cotización, pero su categoría laboral seguía siendo la misma.
Según los inspectores de trabajo consultados por esta emisora estamos ante “una simulación de baja o baja ficticia” porque se produce en tan solo 24 horas. Un alto cargo popular lo califica como “todo un apaño”. Gracias a él, el PP de Madrid respondía ante la opinión pública con contundencia y ejemplaridad. Aunque, en realidad, ha seguido contando con él, como ocurrió en su momento con Luis Bárcenas o Jesús Sepúlveda.
La Cadena SER ha tratado de ponerse en contacto con Gutiérrez pero ha declinado hacer declaraciones. Una portavoz del PP de Madrid señala que hay un nuevo gerente, que se llama Guillermo Mayoral, y que él ya no hace esas labores.
“No le iba a dejar tirado de ninguna de las maneras”, cuentan los que conocen bien a Aguirre. Aseguran que Beltrán Gutiérrez es uno de sus hombres de confianza. Y estaban convencidos de que iba a hacer todo lo posible por protegerle. Ha ido con ella a multitud de actos. De hecho, el pasado 22 de septiembre la acompañó a los juzgados de plaza de Castilla para declarar por su fuga de los agentes de movilidad tras aparcar en el carril bus de la Gran Vía.
Por eso, cuando estalló el caso de las tarjetas black, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, que le tenía como asesor municipal le cesó de inmediato. Pero Aguirre lo mantuvo todavía a su lado. La líder de los conservadores madrileños se resistió. Defendió que Gutiérrez no ocupaba “ningún cargo público en el partido” y que él nunca había pensado que estuviera haciendo nada irregular.
Aguirre aseguró que su intención era la de “depositar” todo el dinero. Y él llegó a pedir un aval bancario para poder hacer frente a posibles reclamaciones. Según el listado de la Fiscalía Anticorrupción, Gutiérrez gastó 58.000 euros con la tarjeta.
Desde la cúpula nacional observaban con incomodidad esta situación y querían ponerle fin. Para muchos en el PP se forzó la maquinaria para que se le apartara. Gutiérrez dio un paso atrás. Pero ahora sabemos que nunca se prescindió realmente de sus servicios.
En el PP hay quien defiende que la dirección nacional hizo lo que tenía que hacer. Piensan que lo mejor es que se hubiese acabado del todo su vinculación laboral. Pero consideran que ya no es asunto de ellos y que es Aguirre quien debe ahora responder y explicar sus razones.
Muchos recuerdan cuando la secretaria general, María Dolores de Cospedal, condenó estas prácticas en un Comité Ejecutivo Nacional. Dijo que en su formación estaban “indignados” y anunciaron que se iba a actuar “sin hacer distinciones”. Aunque eso era ya un mensaje para Rodrigo Rato.
Gutiérrez, que lleva más de 14 años en el partido, ha pasado a ser trabajador del PP de Madrid, cuya sede se encuentra en la primera planta de Génova 13. Siempre ha sido una pieza clave de su engranaje. Era la persona a la que se le pedía el dinero para las campañas electorales. Y varios dirigentes conservadores aseguran que es una persona “muy querida, preparada y eficaz”.
Su nombre también se ha visto salpicado por el caso Gürtel. En 2006 apareció en una grabación que le hicieron a Francisco Correa. El cabecilla de la trama corrupta acusaba a Gutiérrez de exigirle una comisión de doce millones de pesetas y contaba que como se había negado a pagar, el PP de Madrid no saldó su deuda con las empresas de la red.
“Sabéis que han llamado de Génova para pactar lo de la deuda y me voy a calzar a Beltrán porque va a haber un tío en la reunión que es un hombre de confianza de Esperanza y yo le voy a contar todo...”, decía Correa. Desde la formación regional aseguraban que era todo falso y que lo que se debía había sido abonado.
Lo de Gutiérrez no es la primera vez que ocurre en las filas conservadoras. Ya se han vivido otros dos casos. El más sonado fue, sin duda, el de Bárcenas. El PP había dicho que el extesorero había dejado de prestar sus servicios en abril de 2010. Pero lo cierto es que siguió contratado hasta el 31 de enero de 2013 como asesor y cobrando 21.300 euros al mes, incluido el prorrateo de las pagas extra.
Durante mucho tiempo además, Bárcenas continuó paseándose por la sede y manteniendo despacho, chófer y secretaria. Los privilegios se le fueron reduciendo a medida que los detalles se iban dando a conocer a través de los medios de comunicación.
Cospedal tuvo que salir a explicarlo y fue cuando habló de “una indemnización en diferido en forma de simulación”, generando con ello una gran confusión. Los datos de la vida laboral de Bárcenas dejaban claro que su relación con el PP se mantuvo. Fue entonces cuando se supo que el PP había tramitado su salida como “una baja voluntaria”.
Entonces Bárcenas demandó a su formación por “despido improcedente”. Pero finalmente el juzgado de lo Social número 16 de Madrid desestimó su petición porque no había pruebas suficientes.
El mismo caso se produjo también con Jesús Sepúlveda, exmarido de Ana Mato, cuando se supo que después de dimitir como alcalde de Pozuelo, al estar imputado por el caso Gürtel, se había reincorporado al PP y realizaba informes desde casa. Su salida fue calcada a la de Bárcenas. También se resolvió con “una baja voluntaria”, registrada por el PP el 11 de febrero de 2013. Cospedal había hablado de despido. Y finalmente fue así. Lo terminaron por corregir porque todavía estaban dentro del plazo para poder hacerlo.