Guindos respalda al secretario de Estado vinculado al ‘pequeño Nicolás’
El ministro de Economía cree la versión de los hechos que ofrece Jaime García-Legaz. Solo exigirá la dimisión del secretario de Estado de Comercio si se demuestra que existió trato de favor o dinero público de por medio.
Madrid
El ministro de Economía, Luis de Guindos, apoya a Jaime García-Legaz mientras no haya algún hecho que demuestre que existió trato de favor o dinero público de por medio. En estos últimos días, su departamento se ha visto salpicado por el escándalo de Francisco Nicolás. Pero los colaboradores del ministro han comentado a la Cadena SER que su intención es mantenerle y que solo le exigirá que dimita si aparece algo inesperado y ve que ha podido engañarle. Ahora mismo Guindos cree la versión de los hechos que le ha ofrecido uno de sus hombres de confianza.
Los que rodean a García-Legaz explican que conoció a Francisco Nicolás en 2009 cuando el entonces adolescente se presentó con su madre en FAES para que le dejaran participar y seguir los actos de la macrofundación ideológica. Con el tiempo se fue ganando la amistad de todos y llegó a organizar varios encuentros masivos de jóvenes, uno de ellos con José María Aznar y otro con Ana Botella. También montaba “fiestas light” a las que acudían representantes de Nuevas Generaciones y hasta llegó a realizar un acto en las Torres de Plaza de Castilla para escuchar al empresario Villar Mir.
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Después, empezó a ir al despacho del secretario de Estado de Comercio para pedirle consejo en sus estudios. Y hasta una carta de recomendación que le ayudase a entrar en el Instituto de Empresa. Aunque, al final, terminó estudiando en el Colegio Universitario de Estudios Financieros (Cunef).
La relación entre ambos fue buena hasta 2013. Desde el círculo de García-Legaz cuentan que en enero de ese año él recibió a un empresario amigo de Francisco Nicolás, con el que solo habló de franquiciar su negocio. Pero tan solo tres meses después, en abril, le llegó un aviso de Ana Botella. La alcaldesa de Madrid le dijo que el joven iba haciendo valer sus nombres para tratar de lograr licencias. Entonces el secretario de Estado García-Legaz llamó a Francisco Nicolás, le pidió explicaciones y él se lo negó todo tajantemente. Pero no le convenció y dejó de hablar con él.
Siempre según la versión del entorno del secretario de Estado, no hubo más contacto hasta agosto, cuando Francisco Nicolás le preguntó por WhatsApp si se había ido ya de vacaciones. Él respondió que seguía en Madrid y zanjó la conversación. Hasta la vuelta del verano, cuando García-Legaz viajó por trabajo a Marbella. Allí recibió una serie de mensajes del joven que estaba por la zona y le pedía que quedaran. Pero se negó.
Pasó el tiempo, hasta semana santa de 2014. Fue entonces cuando reapareció Francisco Nicolás para pedirle que recibiera a un inversor chino. Al final a su despacho acudió un empresario catalán, Erik Aaron, junto a un ex directivo chino de Air Europa. Pero Francisco Nicolás no apareció porque, aseguran, era muy consciente de que no era bienvenido. Ya llevaba mucho tiempo vetado.
Desde el ministerio de Economía comentan además que sabe utilizar muy bien los mensajes y fotos que tiene. Como, por ejemplo, la que se hizo en 2012 con Michael Leven, consejero delegado de la empresa que promovía Eurovegas. No fue en el despacho de García-Legaz sino en una sala de reuniones. Fuentes del Gobierno aseguran que nunca participó en ese encuentro. Explican que supo esperar a que finalizara y aprovechar la ocasión para entrar en la sala de reuniones y saludar.
Lo que es cierto es que por aquel entonces campaba a sus anchas por el edificio de la Castellana. Por eso dentro del Partido Popular, muchos creen que García-Legaz ha pecado “demasiado de ingenuo” y no comprenden cómo De Guindos le mantiene.
Pero también hay otros que piensan que al secretario de Estado le están buscando las cosquillas, desde dentro de sus propias filas, porque le tienen enfilado al haber sido la mano derecha de Aznar. Además, hay quien opina que se ha puesto todo el foco sobre él de forma intencionada para desviar la atención de La Moncloa.
Los que en el PP coincidieron con Francisco Nicolás dicen que no podían pensar en que, a su edad y con esa apariencia, era un presunto estafador. Y hay quien le define como todo un relaciones públicas, muy convincente, con gran capacidad de convocatoria. Recuerdan que movilizaba a muchos jóvenes, de los colegios más elitistas de Madrid, y confiesan que les recordaba un poco a Alejandro Agag.