Las acusaciones afirman que los testigos de AENA estrechan el cerco sobre Álvarez-Cascos
Sostienen que los “demoledores” testimonios corroboran las irregularidades mientras era el responsable de la gestora aeroportuaria como ministro de Fomento. Cascos, por su parte, opina que le exculpan
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Madrid
El relato de los tres testigos de AENA ante el juez Pablo Ruz, que admitieron una trama de contratos amañados, presiones y amenazas de despido si no maniobraban a favor de la Gürtel entre 2000 y 2002, suponen un punto de inflexión para las acusaciones personadas en el caso.
Opinan que los testimonios son de tal consistencia, que pueden “servir de base para lograr una condena”. En cinco años de proceso, no recuerdan “una confesión tan clara como esta”.
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Todos afirman que los interrogatorios “estrechan el cerco sobre Álvarez-Cascos” porque era el principal responsable cuando se produjeron las supuestas irregularidades, y su propio jefe de prensa fue quien contrató para AENA a los imputados Ángel López de la Mota y José María Gavari, principales responsables del amaño de contratos, según los testigos.
Las acusaciones todavía estudian qué diligencias de investigación solicitar a Ruz después de estas declaraciones, pero apuntan que el magistrado debe citar cuanto antes al director de comunicación anterior a la era Cascos, Carlos Eduardo Rodríguez, quien según una testigo le dijo que “había que contactar con Correa” para la organización de eventos en cuanto el PP ganó las elecciones de 2000.
Para el exministro de Fomento, precisamente esta circunstancia le exculparía de los hechos. El relato de los testigos establece que las consignas para contratar a la Gürtel en AENA fueron anteriores a su llegada, según ha apuntado a la Cadena SER. Cascos recuerda que un testigo admite que el acto de colocación de la primera piedra de la T4 de Barajas fue adjudicado a Correa, y que él todavía no era ministro de Fomento en esa fecha.
Las empresas no denunciaron “por temor a represalias”
La Cadena SER ha contactado con representantes del sector de las empresas organizadoras de eventos, que prefieren conservar el anonimato. Admiten las irregularidades en el reparto de concursos por las lagunas en la legislación. Dicen que nunca han denunciado por “temor a represalias”. Aseveran que cuando alguno protesta al ser discriminado, es “apartado del mercado”.
