Sencillamente correcto
Felipe VI podría haber hecho más, podría haber mencionado a su Cristina y haber reconocido su dolor como hermano
Para que el primer discurso navideño del rey hubiera pasado a la Historia y las gentes estuvieran a esta hora reconociendo su éxito en las conversaciones de barra o sobremesa, el equipo del flamante monarca podría haber hecho unas cuantas cosas. No muchas, porque ese discurso del jefe del Estado, como cientos de discursos más en todo el mundo, es una pura liturgia que consiste sobre todo, como cualquier otro rito, en repetir cada vez básicamente lo mismo. Pero he aquí algunas innovaciones posibles que no vimos:
Podría haber mencionado a Cristina y haber reconocido su dolor como hermano, que habría contrastado hasta la lágrima con la obligación de rey. A esta hora estaríamos haciéndole la ola como se la hicieron nuestros padres al suyo cuando lo del golpe.
Podría haber hablado algo más en las lenguas oficiales. Podría haber pedido una rectificación de esa penosa entrada del Palacio de la Zarzuela en tres dimensiones. Podría haber eliminado el belén en cumplimiento del correspondiente artículo de la Ley que prohíbe símbolos religiosos en espacios públicos. Podría haber elegido otra foto, mejor que esa en la que parece que el rey va en jet privado.
Dicho eso, yo vi al nuevo rey verdaderamente empeñado en decirnos que lo va a pelear duro, que se siente orgulloso de su país y que está a nuestro servicio. Vi a un empleado nuevo, con las orejas rojas por el esfuerzo, y a mí eso, con los tiempos que corren, me merece mucho respeto. Como, además, tengo la fortuna de haberle conocido directamente trabajando y he sido testigo de su empeño, antes de verle en la tele el 24 de diciembre de 2014, proclamo larga vida al rey.