2015: el año del clima

Madrid

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Delegaciones de 200 países volverán a reunirse este año en una cumbre vital para frenar el cambio climático, la de París. Pero el proceso arranca hoy, porque, en los próximos meses, todos los gobiernos tienen ya que presentar ante la ONU sus objetivos (concretos y cuantificables) de reducción de CO2, los gases de origen industrial que están recalentando el clima de la Tierra, como acaba de advertir en un programa especial sobre la Cumbre de París que ha emitido la Cadena SER y en el que ha participado Teresa Ribera, miembro de comité que está organizando este cumbre: “El planeta Tierra ya no se puede permitir ni un día de retraso y los gobiernos tienen que ponerse de acuerdo en París para poder ser más efectivos”.

Obligado recortar

Por primera vez, en la cumbre de París, las dos grandes potencias que más contaminan la Tierra (Estados Unidos y China) tendrán que comprometerse a reducir sus emisiones de C02.

Además, a nivel mundial, las reducciones tienen que alcanzar el 40% en el 2030 según la recomendación del IPCC, el Panel de los científicos de la ONU contra el cambio climático, porque, de lo contario, las consecuencias serán catastróficas, como también explicaba en la SER Joaquín Nieto, director en España de la OIT, la Organización Internacional del Trabajo: “Cada vez que un huracán golpea el Caribe o un Tifón, Filipinas, se pierden miles de puestos de trabajo, y eso también hay que tenerlo en cuenta”.

Advertencia científica

Y razones para llegar a un nuevo tratado (el de París) que sustituya al "viejo" Protocolo de Kioto no faltan. Por ejemplo: en el 2014, se ha vuelto a batir el récord de emisiones de los gases con efecto invernadero. Y los efectos del cambio climático son cada vez más graves. El recalentamiento progresivo del clima está deshelando los dos polos, Groenlandia y el Tíbet, las tres grandes reservas de agua dulce del planeta. Además, este deshielo (sin precedentes en la historia de la Humanidad) está subiendo el nivel del mar. Y ya no hay casi tiempo para poder evitar que islas enteras como Manhattan, en América, o las Kiribati, en el Pacífico, acaben inundadas.