Internacional

Guantes rojos contra la ‘Troika’

Mas de 600 limpiadores despedidas por el ministerio de Finanzas griego sostienen una acampada de protesta frente a la institución, pidiendo con carteles de guantes rojos de goma volver a sus trabajos

Si no fuera por los carteles de guantes rojos, de esos que se usan para limpiar en casa, su protesta pasaría por otra más de las miles que los griegos / katharistries

Atenas

Si no fuera por los carteles de guantes rojos, de esos que se usan para limpiar en casa, su protesta pasaría por otra más de las miles que los griegos han sostenido desde que empezó su particular europesadilla hace cuatro años.

En una bocacalle de la plaza Sintagma, hoy son una media docena las que beben café, sentadas entre mesas de pic-nic, un par de tiendas de campaña, un par de estufitas y sobretodo, un mar de pancartas en griego, inglés e incluso castellano.

Anna Chrisikopoulous, 45 años y madre divorciada, nos atiende en su humilde inglés. “Llevamos aquí 19 meses, resistiendo los ataques de la policía, y no nos vamos a ir hasta que lo consigamos”.

Conseguirlo es que las más de 600 trabajadoras de limpieza que tenía el ministerio por todo el país no vuelvan a sus puestos de trabajo. “Yo trabajo limpiando casas ahora -así consigue unos 400 euros-, pero mira a mis compañeras, la mayoría pasan de los 50 o 60 años. Nadie las quiere contratar ya”.

Estas mujeres simbolizan el drama griego. Las economías más humildes, como las de estas limpiadoras que cobraban 600 euros al mes, son las que más han pagado el coste del rescate financiero al país. Mujeres humildes, muchas veces inmigrantes, o de zonas rurales, que además sostienen el peso de sus familias. “Yo tengo una hija, y no tengo ninguna ayuda para criarla, porque estoy divorciada. Tengo que trabajar con lo que me salga para poder ayudarla a estudiar”.

La pobreza infantil en Grecia sobrepasa el 37%, y aunque ni mucho menos uno de cada cuatro niños griegos pasa hambre, si que sufren falta de recursos en educación o sanidad. O en cosas como pasar frio porque sus padres no pueden permitirse encender la calefacción.

Sotilis Martalis, profesor de instituto y muy activo sindicalista, cuenta cómo en su edificio han ‘condenado’ la calefacción central desde hace dos años, porque de las seis familias del vecindario, sólo dos tienen trabajo. No se lo pueden permitir.

Martalis cuenta cómo sus compañeros más jóvenes que acaban de empezar a trabajar ganan 800 euros al mes. Es decir, un profesor de instituto recién incorporado, no supera los 12.000 euros brutos al año de salario. Syriza ha prometido que ese será el umbral bajo el cuál se dejarán de pagar algunos de los impuestos más sangrantes para los griegos. También Nueva Democracia ha hecho promesas en esa línea, pero como explica Martalis, “los griegos ya conocen su programa, y prefieren aventurarse antes que seguir sufriéndoles”.

Hablando de promesas, Anna la limpiadora dice que Txipras, el líder de Syriza y posible nuevo primer ministro, les ha prometido que volverán a su trabajo. “Nosotras no queremos irnos de nuestro país, es un país rico, tenemos recursos, tenemos sol, sólo necesitamos que nos dejen vivir”.

Hoy atienden a un medio detrás de otro, son caras con nombre de la noticia. Cuando las dejamos calentándose en una mañana fresca, nos despide sobre la cabeza una pancarta del Ché en griego y castellano: “Hasta la victoria, siempre”.

 
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