El reto del empleo: Santos M. Ruesga
La recuperación muestra que volvemos a un modelo de producción-empleo con estructura muy similar a la vigente antes de la crisis
La polarización entre empleos de alta baja cualificación dependerá de la estructura productiva que se vaya desarrollando en los próximos años. No se ha producido una polarización singular respecto a la situación anterior a la crisis; lo que se ha producido es una mayor flexibilización generalizada para todos los empleos, aunque con mayor intensidad para los de menor cualificación.
La recuperación nos muestra que volvemos a un modelo de producción-empleo con estructura muy similar a la vigente antes de la crisis; la tensión está en la tasa de ocupación. Hay que aumentar la tasa de ocupación, reduciendo desempleados; si seguimos así el modelo de financiación actual de protección social (particularmente el subsidio de desempleo) tendrá tensiones importantes, aunque tal como está diseñado, se irá ajustando y dejando sin protección a una buena parte de los desempleados (de larga duración). Ante esta tesitura, habría que o modificar la legislación alargando el periodo de protección o bien definir otras figuras de protección y acudir a otras fórmulas de financiación vinculadas al Presupuesto general del Estado.
El futuro del empleo se moverá entre la contradicción de impulsar la industria como camino de aumentar la competitividad global de la economía española (sector con bajo coeficiente de empleo pero alta productividad), y la necesaria expansión de los servicios más intensivos en trabajo, pero con crecimiento lento de la productividad. La elasticidad empleo/producto tenderá a reducirse, lo que significa producir más para crear el mismo volumen de empleo.
La competitividad ganada a base de reducciones salariales se pierde en la expansión en tanto que los mercados de servicios poco competitivos y semioligopolísticos trasladarán ineficiencias (e inflación y subidas salariales) a los sectores que compiten en el exterior. En la perspectiva de expansión de las exportaciones (menos intensivas en empleo) habría que pensar en dinamizar las cadenas productivas de algunas de ellas en el sistema productivo interior (cadenas globales de valor, como industria alimentaria, equipamiento energías alternativas, moda, etc.).
En la perspectiva de futuro, el reparto de trabajo (y de la masa salarial) es una opción a considerar (sobre todo en las fases expansivas del ciclo, no en las contractivas), quebrando la tendencia introducida en la crisis de cierto repunte en la duración de la jornada efectiva de trabajo y la prolongación de la edad de la vida laboral. La productividad total de los factores es el parámetro de comparación para el impulso de la competitividad y aquí las variables en juego son las de intensificar (no solo extender en volumen) los factores de producción: trabajo (capital humano) y capital (innovación).
Santos M. Ruesga es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido consultor de distintas organizaciones de alto nivel, españolas e internacionales, y fue miembro del grupo de expertos al que el Gobierno encomendó la elaboración de un informe sobre la reforma de las pensiones (2013)