Centrocampistas de Champions

Esperábamos mucho del partido del Parque de los Príncipes y quizá decepcionó un poco lo de París. Probablemente porque deseábamos un espectáculo de ocasiones que nunca estuvo en la cabeza de Mourinho ni de Blanc. No teníamos muchas razones para pensar en un partido con mucho ritmo y quizá nos dejamos llevar por las expectativas, porque ambos equipos afrontaron el partido con la idea de no ser excesivamente penalizados por su rival.

Sea como fuere, en el plan de Laurent Blanc era imprescindible Blaise Matuidi, que llegaba tocado pero que debía forzar y jugar si el PSG quería mantenerse vivo en la eliminatoria. Fue clave en defensa y un cuchillo, el jugador más peligroso del conjunto francés, en ataque. Sí, más que Ibrahimovic o Cavani.

Matuidi no es elegante. Con Zidane comparte poco más que la nacionalidad. Pero es un excelente jugador de fútbol. El martes fue infalible cuando tocaba presionar y una amenaza continua en ataque: la pedía por el centro cuando encontraba espacios en la frontal, desdoblaba al extremo por la izquierda o aparecía en posición de 9 cuando veía opción. Aparece en partidos grandes (le marcó al Barça y ha metido goles importantes con la selección francesa) y el martes dio la asistencia de gol a Cavani y fue un pilar básico para el PSG y para que nos divirtiéramos. Sólo Courtois cuajó un mejor partido.

Xabi Alonso, en el fango

En Lviv, casi en la frontera oeste de Ucrania con Polonia, visitaba el Bayern al Shakhtar. Arrancaron el partido los de Guardiola a gran nivel, como merecen unos octavos de Champions, al ritmo que marcaba el director de orquestra, Xabi Alonso. Pero los bávaros comenzaron a fallar ocasiones y, poco a poco, se fueron poniendo nerviosos.

Los piques personales se imponían a los méritos futbolísticos. Jugando en Ucrania en pleno invierno se esperaba hielo, pero lo que vimos fue mucha lucha en pleno barro futbolístico: entradas duras, protestas, empujones.

El partido fue abandonando el terreno que quería Pep para instalarse en el que más le convenía a Lucescu. Y, pese a su veteranía, Xabi no se fue de rositas. Pillado por Undiano Mallenco en un par de acciones, se fue al vestuario expulsado. Justo el día en que cumplía 100 apariciones en la máxima competición europea.

Lucas Silva, titular

La gran noticia de la jornada del miércoles no llegó durante los partidos, sino en las alineaciones. A eso de las 19,30 se daba a conocer la alineación del Real Madrid y se confirmaban algunas especulaciones: Lucas Silva debutaba como titular en el Madrid. Y lo hacía en la ida de los octavos de la Champions, ni más ni menos. Y en Alemania. ¡Y de rosa!

El partido del brasileño fue más que correcto, teniendo en cuenta la responsabilidad que recaía en él, recién llegado y cuando apenas supera los 20 años. Fue el escolta de Kroos en un partido en el que el Madrid necesitaba quitarse fantasmas de encima. Y pudimos ver en él, por encima de muchas otras virtudes, algo que llamaba la atención cuando le veíamos jugar en Cruzeiro: la personalidad. Ahí el medio braileño va sobrado y para sobrevivir en Chamartín necesitará, sin duda, mantener ese arrojo.

Y ahora ¿qué harán con Casemiro?

En un Madrid con Modric, Kroos, Isco, James y el ya nombrado Lucas Silva, el centro del campo parece más o menos bien cubierto para la temporada que viene. Se dan casi por seguras las bajas de Illarramendi y Khedira el próximo verano y Florentino Pérez tiene a tiro a otro gran jugador para la medular. Y esta vez no tendrá que hacer un gran desembolso. El mediocentro brasileño Casemiro está cuajando una gran temporada en el Oporto de Lopetegui. Ha madurado definitivamente en Portugal y lo demostró en el partido en Basilea.

El centrocampsita brasileño hizo de todo en el encuentro en Suiza: tiró arriba la línea de presión, supo cortar contragolpes e iniciar los ataques y mandó como lo hacen los veteranos. Incluso marcó (aunque le anularon el gol, con acierto). Casemiro está para volver al Madrid y en el club de Concha Espina lo saben. La duda es si volverá para ser un Illarramendi o le darán confianza de verdad.