El grito de Messi
Los números de Leo Messi desde la derrota en Anoeta y desde la gala de Zúrich, dónde Cristiano retó al argentino al recoger su Balón de oro, son estratosféricos
Barcelona
2015 no empezó bien para Leo Messi. Suplente en el primer encuentro del año, derrota en Anoeta y dos enfrentamientos dentro del vestuario con Luis Enrique, que le llevaron a saltarse incluso el entrenamiento del día de Reyes, el único de la temporada abierto al público. Para rematar el pésimo inicio de 2015, pocos días después y con el Barça sumido en plena crisis, el argentino asistió a la coronación de Cristiano Ronaldo como Balón de Oro. Allí, en Zúrich, Messi presenció en directo el famoso grito del portugués y también escuchó cómo Cristiano le retaba, cómo amenazaba con igualar el número de balones de oro que posee el argentino en su vitrina.
En cierto modo, los barcelonistas deberían darle las gracias a Cristiano Ronaldo. Porque aquella afrenta ante Messi provocó el resurgir del argentino, que desde entonces parece empeñado en demostrar cada semana que él sigue siendo el mejor jugador del mundo. Quiere demostrar que no ha dejado nunca de ser el número uno y que el año que viene volverá a Zurich, pero lo hará para recoger su quinto Balón de Oro.
Los números de Leo Messi desde aquella fatídica tarde en Anoeta y desde la gala de Zúrich son estratosféricos. Hasta ese día había marcado 15 goles en 17 jornadas de Liga, cifras que firmaría cualquier futbolista terrenal, pero insignificantes para un extraterrestre como él. En las siguientes diez jornadas del campeonato, en cambio, ha anotado 17 goles. Pero no sólo marca. Regala asistencias, defiende, presiona, lidera al equipo, actúa a la vez de falso nueve, de falso extremo, de falso interior, de auténtico número uno en definitiva.
La progresión de Messi en estos primeros meses del año coincide con el declive momentáneo de Cristiano Ronaldo. Ya sea por sus problemas físicos o sentimentales, el portugués atraviesa por un bache significativo y últimamente ya no se escucha su grito. Ahora el que grita es Messi. Es un grito de rabia, el del Rey que ha vuelto para recuperar su trono. Y el domingo lo quiere demostrar ante Cristiano, se la tiene guardada desde Zúrich.