Las celebraciones de Semana Santa más curiosas del mundo
Ya estamos en Semana Santa y tenemos encima las procesiones, los atascos y unas más que apetecibles escapadas. Las celebraciones en esta época se suceden en ciudades y pueblos, algunos de ellos con tradiciones antiquísimas. Le hemos dado una vuelta al globo para encontrar las celebraciones más curiosas del mundo. Y os las hemos traído hasta Kilometraje ilimitado para que veáis cómo se las gastan en algunos lugares donde la Semana Santa tiene un significado un tanto especial.
Como si de Halloween se tratase en Suecia los niños salen a la calle disfrazados de brujas y hechiceros y piden caramelos por las casas. Es realmente raro que esto suceda en Semana Santa pero su razonamiento va más allá en el tiempo, ya que refleja creencias paganas muy anteriores a las de la llegada de la religión cristiana a Escandinavia. Y es que la fe en el poder de las brujas era tan fuerte como el miedo hacia ellas. Según leyendas ancestrales suecas cuando estas hechiceras salían a reunirse con el Demonio volaban por encima de las casas y se temía raptasen a quien hiciese algún ruido, por lo que ese día no se podía trabajar ni llamar la atención de estas enemigas de la moral.
Con la llegada del cristianismo se adaptaron los festejos paganos y hoy día son los niños quienes se pintan la cara y se visten de brujas para recordar aquella antigua tradición sueca cuyo nombre es påskkärringar. Esa es una de las razones por las que Halloween no tiene trascendencia en este país, ya que se considera una repetición absurda de algo que llevan haciendo durante mucho más tiempo.
Los alemanes tienen un jueves santo teñido de verde. Lo denominan Gründonnerstag y viene a significar algo así como "jueves verde", referido a que ese día sólo se pueden comer cosas con este color, desechando con esto del todo la carne. De ese modo se preparan para comer distintas verduras, aunque lo más típico es la sopa de las siete hierbas que contiene perejil, cebollino, puerros, acedera, espinacas, dientes de león y berro.
Eso no quita que se vuelvan locos con los huevos de chocolate, que días antes se agotan de las pastelerías y rellenan los árboles como si fuesen de Navidad. No son verdes pero ya se sabe, el dulce manda. Y si es chocolate, más aún.
Una de las tradiciones más curiosas de Semana Santa la encontramos en El Salvador. En el país centroamericano, más concretamente en el municipio de Texistepeque, 19 personas se visten de demonios y una de Jesucristo. Estos demonios conocidos como Talcigüines van haciendo el mal por las calles, atizando con látigos a quienes se encuentren a su paso. Al final terminan postrándose ante Jesucristo, quien pasa de cuclillas por encima de ellos haciendo sonar una campana. Justo después los talcigüines se van corriendo a la iglesia, siendo esta una representación de cómo Cristo puede derrotar el pecado así como quitarse de encima las tentaciones a las que le sometió el Diablo.
Un florentino conocido como Pazzino fue el primero en colocar el estandarte de los cruzados en la muralla de Jerusalén. Por su valentía Godofredo de Bouillon le regaló tres trozos del Santo Sepulcro que fueron llevados posteriormente a Florencia. Desde ese momento se encendía el conocido como "fuego sagrado" utilizando dichas piezas. Después los Médicis modernizaron el mecanismo mandando construir un enorme carro y derivando esta llama a un espectáculo de fuegos artificiales rematados en una simbólica paloma que sale despedida por la explosión.
Se celebra el Domingo de Pascua y al carro le acompaña una numerosa comitiva que se dirige a la Iglesia de los Santísimos Apóstoles para encender desde dentro la mecha y empezar así una tradición que cuenta con muchos siglos de antigüedad. La llama del sepulcro sagrado es todo un acontecimiento que revoluciona a toda Florencia y al que merece la pena acudir, siempre que no nos asuste el estruendo pirotécnico.
En Filipinas la pasión de Cristo se recrea en muchos de sus pueblos a través de procesiones en las que los penitentes toman las calles para flagelarse y provocar heridas dejando a su paso un reguero sangriento. Este dolor con el que muchos quieren agradecer o bien pedir a Dios llega al punto de que numerosos fieles escogen la opción de ser clavados en la cruz de forma literal, incluyendo la puesta de la corona de espinas y el filo de los látigos golpeando su espalda.
"Y siguiendo tus costumbres que nunca fueron un lujo bebamos en tu memoria una copina de orujo" es uno de los poemas que se recitan en el Barrio del Húmedo de León cada Jueves Santo. Allí la gente recuerda a Genarín, un aficionado a los burdeles y al alcohol que tras beberse unas copas de orujo fue atropellado en una noche de jueves santo de 1929 por el camión de la basura. Desde entonces la tradición de honrar a este personaje es un clásico muy divertido en la ciudad. En la procesión de este curioso "santo" leonés se reúnen más de 15.000 personas que lloran las penas con ese orujo que ayudó a Genarín a ser aplastado por un camión.
En Bulgaria una de las maneras de asegurarse salud para el año es jugar a una batalla de huevos durante el Domingo de Pascua. Se decoran profusamente o el jueves o el sábado (nunca el viernes de crucifixión) y dos contrincantes chocan dos cáscaras. El que más huevos logre derrotar más suerte tiene para sí mismo y su familia.
Esta curiosa tradición traspasa fronteras y también se lleva a cabo en algunas zonas de Rumanía.
Pomlázka es el nombre que le dan los checos a unos látigos enredados en ramas con los cuales golpean (suavemente) las piernas de las chicas con el objeto de desear suerte y felicidad en la vida a las mismas. Esta tradición viva en regiones de Eslovaquia y el sur de Polonia es realmente antigua y de una carga simbólica lejana (y menos dolorosa) a cómo debió ser hace siglos.
En Nueva Zelanda los conejos también tienen su penitencia, más concretamente en Otago. Existe una tradición en esta época conocida como The Great Easter Bunny Hunt en la que se cazan miles de conejos. El último año más de veinte mil fueron disparados, batiendo un record del Siglo XIX. Sin duda es una manera un tanto salvaje y cruel contra estos animales que cuesta comprender porque no tienen culpa de que haya gente con el gatillo fácil y la sesera hueca.
Esta costumbre noruega es mi favorita. En este país son muy aficionados a la novela negra, algo que comparten con sus vecinos los suecos. Pero en la Semana Santa en este país se multiplican la lectura de los libros policíacos, la prensa prepara casos a desfifrar y por la televisión dan películas sobre novelas de Agatha Christie o dirigidas por Alfred Hitchcock. "Se ha escrito un crimen" es otro de los clásicos básicos que no se dejan de ver en Noruega en una Semana Santa en la que en vez de capirotes y cofrades caminando en procesión se ven sombreros y pipas de Sherlock Holmes en miles de detectives frustrados.