Katmandú sigue buscando a sus muertos una semana después
Finalizados en gran parte los trabajos de rescate en la capital de Nepal, los equipos de búsqueda miran al cielo con la idea de que la meteorología mejore y se pueda volar hacia el machacado valle de Langtang, donde la destrucción de las aldeas es un hecho
Katmandu
Ya ha pasado 7 días del terremoto y Katmandú recupera esa normalidad relativa de una gran urbe asiática. Las piras funerarias que han estado reduciendo a cenizas miles de cadáveres también se han apagado. Ahora es el tiempo de los vivos, de los vivos que sobreviven bajo tiendas de campaña suministradas por la comunidad internacional, pero también bajo míseros plásticos porque no ha habido suerte en el reparto.
La prioridad ahora es la potabilización del agua para consumo humano y la sanidad de emergencias para los casos más graves. De estos últimos se encargan los hospitales de campaña tanto de la República Popular China como el centro médico con capacidad para intervenciones de neurocirugía del estado de Israel.
Pero la atención se centra en lo que queda por llegar. Y llegará desde las montañas. Son las víctimas que han quedado sepultadas en miles de infraviviendas edificadas en las aldeas que se alzan a más de 2.000 metros de altitud. Equipos helitransportados esperan una tregua de la meteorología para alzar el vuelo y lograr aterrizar en esas áreas. Por ahora está resultando imposible ya que la niebla, la lluvia y sobre todo el viento impiden las operaciones. Llegar a pie no es una opción porque se emplean unos cinco días de marcha.
Nadie duda de que la cifra de 6.700 muertos se va a quedar pequeña cuando se conozca con detalle la situación de esas zonas en la que 8 de cada 10 pueblos han quedado arrasados.