Economia y negocios

La UE busca cómo hacer efectivo su programa de empleo joven

Más dinero comunitario para los estados y difundir buenas prácticas de proyectos piloto, entre los proyectos para relanzar la Garantía Juvenil.

Laura González y Joaquín Miranda, representantes del proyecto de Garantía Juvenil en Gijón

La Garantía Juvenil, el programa europeo por el que se ha de ofrecer a los jóvenes sin empleo un trabajo, o unas prácticas, o una beca, o más formación a los cuatro meses de estar en el paro, no acaba de arrancar. Aunque formalmente ya está en marcha en todos los estados miembros, la financiación parece insuficiente para los países más estrangulados por el déficit, los (escasos) números que se han hecho públicos de jóvenes que se acogen al programa son muy bajos y el Tribunal de Cuentas Europeo acaba de criticar duramente el diseño general de la iniciativa. La Comisión parece dispuesta a darle un nuevo impulso al programa con más dinero europeo y tratando de que encuentre más eco entre la población joven.

La Garantía Juvenil se anunció con cierta fanfarria antes de las pasadas elecciones europeas, en mayo de 2014: los políticos querían hacer ver que Europa estaba haciendo algo por combatir la lacra del desempleo juvenil, que afecta a más de 5 millones de personas en toda la Unión, así que se emplearon a fondo para que los Estados Miembros fuesen presentando sus proyectos sobre cómo proporcionar a sus jóvenes oportunidades de un futuro laboral decente. Un año después, el panorama es muy poco claro. El Tribunal de Cuentas Europeo ha examinado el programa y ha encontrado problemas: no hay mecanismos de evaluación, el dinero que se le dedica (12.700 millones de euros para el periodo 2014-2020, 1.800 de ellos para España) puede ser insuficiente y hay dudas de que las ofertas de trabajo y formación que vayan a llegar a los jóvenes sean de calidad.

Además, el programa parece estar encontrando poco eco entre los jóvenes. Un Eurobarómetro de 2014 reveló que 8 de cada 10 jóvenes no había oído hablar de la Garantía Juvenil, y sólo un 4% de los jóvenes europeos conocía con detalle el programa. En España, después del lanzamiento oficial del programa el pasado julio, hay únicamente 48.576 jóvenes apuntados, de casi 800.000 parados menores de 25 años (y, por lo tanto, potenciales beneficiarios, aunque la edad límite para poder acceder al programa se va a elevar próximamente a los 29 años). Nada se sabe de cuántos de esos jóvenes apuntados han conseguido en 4 meses trabajo o formación, porque dar esos datos depende de cada país, y el Gobierno español todavía no ha proporcionado ninguna cifra.

La Comisión Europea parece haber decidido dar pasos para que la Garantía Juvenil tenga más éxito, y para ello va a tomar dos medidas: adelantar dinero a los Estados para que pongan sus medidas en marcha, y tratar de comunicar mejor las potenciales virtudes de la iniciativa. En cuanto a los recursos económicos, Europa pasará a adelantar a cada Estado desde este mes de mayo el 30% de la financiación prevista para la Garantía Juvenil (hasta ahora sólo adelantaba el 1%). En cuanto a la comunicación, la Comisión difundirá las enseñanzas y buenas prácticas aprendidas en los 18 proyectos piloto que se han desarrollado durante 2014 en distintos Estados miembros.

Tres experiencias internacionales que funcionan

La SER ha hablado con algunos de los responsables de esos proyectos piloto: los que se pusieron en marcha en Gijón (España), Vilnius (Lituania) y Ballymun (Irlanda). Entre las enseñanzas positivas que han sacado, y que se quieren difundir entre los gestores de esta iniciativa por toda Europa, están las siguientes:

  • Implicar a distintos agentes sociales: organizaciones patronales, sindicales, servicios de empleo… y, muy importante –destaca Paul Carroll, responsable del proyecto irlandés- “a las organizaciones de jóvenes, muy importantes para llegar a las personas que están en una situación de mayor marginalidad y también para que el programa gane credibilidad”. Desde Lituania, enfatizan esta idea: Ramune Mereckiene, la representante del proyecto de Vilnius, afirma que “trabajar con todas las organizaciones es la forma de tener éxito”.
  • Ponérselo fácil a las empresas: “Los empleadores tienen sobre todo un negocio que pilotar, así que hay que acercarse a ellos, tener conversaciones cara a cara para implicarlos en el proyecto”, reflexiona Carroll. Uno de los proyectos piloto de España, el de Gijón, ha encontrado una fórmula para poner en contacto a jóvenes y empresas: dos orientadores del Ayuntamiento visitan a diario distintas empresas presentándoles el perfil personalizado de los jóvenes inscritos en el programa municipal. “Buscan las prácticas para personas en concreto, a partir de los curriculums y objetivos de los propios jóvenes”, explican Joaquín Miranda y Laura González, dos de los responsables de la iniciativa. “Además, el ayuntamiento ayuda a la empresa a hacer todo el papeleo, para que la burocracia no sea un problema”, añaden.
  • Flexibilidad. Que la rigidez en los requisitos no sea obstáculo para que los jóvenes encuentren un trabajo. “Un ejemplo: en Irlanda los cursos empiezan en septiembre”, explica Carroll, “así que si un joven quiere empezar en enero, tiene que esperar varios meses; esto no debe ser así”. El proyecto de Gijón decidió desde el principio que los requisitos para beneficiarse de la Garantía Juvenil eran demasiado restrictivos (sólo para menores de 25 años) y decidieron orientar su programa a los menores de 30; hace unas semanas, el propio Gobierno de España amplió la edad para que puedan acogerse a la iniciativa europea precisamente todos los jóvenes hasta 29 años.
  • Llegar, escuchar y motivar a los jóvenes: Quizá es el punto más complicado. Hay que estar pendiente de los niveles formativos y las necesidades de los jóvenes para preparar programas lo más personalizados posibles, advierten desde Irlanda. En Gijón, el Ayuntamiento dedica a dos personas a recorrer playas, bares y canchas deportivas informando a los jóvenes de la existencia del programa. Y el diseño tiene que ser interesante, explica Laura Casado, una beneficiaria del programa de Gijón que después de hacer prácticas en una empresa ha conseguido un trabajo fijo: “hay muchas actividades, pero algunas no son interesantes. Hay gente que le cuesta un poco: ‘quiero encontrar trabajo de algo concreto’ y te llevan a charlas que no tienen nada que ver… y al final vas perdiendo interés. Yo creo que viene de ahí la falta de seguimiento y compromiso”, reflexiona.
 
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