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EN EL ECUADOR DE LA CAMPAÑA ELECTORAL

La campaña plana de Mariano Rajoy

El presidente del Gobierno sigue con sus mensajes de recuperación económica, no entra en polémicas, ni las desata. Vuelve a pisar la calle para recuperar a sus votantes pero evita a los medios a toda costa. Ni una rueda de prensa, ni acercarse a los periodistas en su primera semana de mítines por España

Spanish Prime Minister Mariano Rajoy (C) talks with supporters next to President of the regional government of the Balearic Islands Jose Ramon Bauza (R) at the end of a Popular Party (PP) campaign meeting for the regional and municipal elections in Palma / JAIME REINA AFP

Vigo

En todas sus campañas electorales, Mariano Rajoy ha evitado las estridencias. Pero en esta se aprecia aún más que esa es la estrategia diseñada por el PP y la Moncloa. El presidente lleva escritos los mismos discursos de siempre y no entra al cuerpo a cuerpo. Los suyos quieren, expresamente, que todo sea lo más plano posible para que nada se estropee por el camino que conduce al 24 de mayo. Sin emoción informativa. Es el sistema de Pedro Arriola, el gurú sociológico del jefe del Ejecutivo. Alguien con quien Rajoy se puede tirar horas hablando por teléfono para pedirle asesoramiento.

Por eso no hay ataques, ni duros mensajes políticos, ni menciones a los temas que van generando polémica. El líder de los conservadores no entra en ellos, ni desata otros nuevos. Sus intervenciones han llegado a estar vacías de contenido. Como cuando desde Madrid Río, dejó, como todo titular, que la gente iba a ser “más feliz” junto a Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes. Solo permanecerá su foto montando en bici. Todo está muy descafeinado, con un esquema muy bien estudiado en el que se critican las “trasnochadas” propuestas socialistas y se ningunea a Ciudadanos y Podemos.

De hecho, para tocar una nota desafinada, ya están los segundos como Pablo Casado o Rafael Hernando. Pero también los candidatos, como María Dolores de Cospedal. Fue ella quien se ocupó de responder a Albert Rivera sobre lo que habría que hacer con los mayores de 35 años. Rajoy le cedió el protagonismo. Prefiere no focalizar la atención, mantenerse en un discreto segundo plano, fiel a su guion.

Lo que sí ha hecho el presidente del Gobierno es volver a pisar la calle. Como es lógico, siempre entre fuertes medidas de seguridad. Porque, a veces, como le ocurrió en Palma de Mallorca, recibe abucheos e insultos. Pero todo está controlado para evitar incidentes. Y esa es la forma en la que su partido piensa que se puede aproximar más a los ciudadanos y, sobre todo, a su electorado. Para eso también se cuenta con José María Aznar, a quien le corresponde movilizar al sector más conservador, muy desengañado por la gestión de los últimos años. Y es que para muchos votantes del PP no basta con la recuperación económica si por el camino se han perdido las esencias del partido. Ambos dirigentes se complementan pero no coinciden. Desde el 2008 no comparten mitin.

A quien no se acerca Rajoy es a los medios de comunicación. Ni un corrillo, ni detenerse a hablar con los periodistas que le siguen en la caravana, ni una sola rueda de prensa a lo largo de su primera semana. Y, en estos días, ha concedido una sola entrevista. Se le suele ver a través del plasma, a lo lejos, en el atril, o, con suerte, saluda desde lejos de forma educada y poco más. Se repite la misma historia que en las generales de 2011. Entonces, y tras muchas quejas, accedió a mantener un breve encuentro con la prensa y se hizo unas fotos que luego utilizó su cuenta de twitter para demostrar que se había acercado. Parece que ahora, como entonces, muchas preguntas también se quedarán sin respuesta.

Después de una semana a medio gas, tras el accidente de avión y tener que responder a su agenda como presidente del Gobierno, Rajoy se vuelca ahora con fuerza en la recta final de esta campaña que le llevará a Barcelona, Zaragoza, Sevilla, Valencia, con cierre en Madrid. Serán jornadas más intensas, con encuentros sectoriales y actos de partido en los que tendrá que echar el resto para que el PP no pierda poder territorial.

Pero que nadie espere un cambio de rumbo en estos últimos días. Los suyos, al menos, lo descartan. “No se le puede pedir peras al olmo”, dice un dirigente del PP. Otro recuerda, con sorna, que esto no es House of Cards. Hasta él lo deja bien claro en sus actos. Como ayer junto a José Ramón Bauza, el candidato popular para Baleares. Ante aquellos que le critican que no da titulares y le reprochan que sea más simpático, Rajoy marcó el camino: "Vamos a comunicar, a ser empáticos y sobre todo a crear empleo, que es de lo que se trata".

Mientras en el PP rechazan las encuestas. Dicen que, allá por donde viajan, no ven que los resultados vayan a ser tan malos como les auguran. Reconocen que el CIS les desalentó pero sostienen que no coinciden con las que ellos manejan. Y en cuanto a los nuevos partidos, creen que están sufriendo “sobreexposición” y, por eso mismo, “incoherencias y errores programáticos”.

 
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