Los frikis también saben pelear duro
La comedia de HBO 'Silicon Valley' concluye su segunda temporada con un buen dato de audiencia
Le costó arrancar, pero 'Silicon Valley' ha conseguido ganarse el favor de sus fans y de la crítica. La comedia de HBO [En España se puede ver en CANAL+ Series] ha cerrado recientemente una completa segunda temporada en la que ha primado la trama por encima de los personajes, lo que en esta ficción ha sido todo un acierto.
Sitcom de media sonrisa (que nadie espere reírse a carcajadas), como acostumbra HBO, 'Silicon Valley' se adentra en el mundo de los emprendedores informáticos, de los que convierten en oro un código de software desarrollado -cómo no- desde un ligero Macbook.
Echa mano de todos los tópicos que rodean al mundillo de los visionarios informáticos: desde su nula vida sexual hasta su particular modo de entender las relaciones sociales pasando por el clásico garaje de zona residencial como centro de operaciones. Es ese interesante mundo de los talentosos informáticos e ingenieros asentados en la zona en la que la tecnología del futuro asienta todo su potencial, Silicon Valley.
El mundo y las circunstancias que películas y libros nos han contado de genios como Mark Zuckemberg, Larry Page o Steve Jobs. Porque en Silicon Valley -y después en Wall Street-, el éxito es el que retira la etiqueta de freak para colocar la de genio.
Lo que cuenta 'Silicon Valley' es la pelea de unos frikis que intentan, primero desarrollar un software revolucionario en materia de compresión de imagen al que llaman Pier Piper y, después, salir adelante con él en el panorama empresarial del sector de la tecnología. Richard Hendricks ( interpretado por Thomas Middleditch), el mojigato y tímido cerebrito creador de tan apreciada tecnología sufrirá de lo lindo para sacar adelante su startup: agresivos competidores, exiguos plazos, contratos leoninos o problemas de financiación serán los obstáculos con los que se toparán este grupo de jóvenes tan talentosos como raros en la búsqueda de su objetivo: lanzar Pier Piper al mercado, marcando un antes y un después.
En la primera temporada la serie la arrancó con capítulos difusos, que no parecían tener un objetivo y que se perdían en la presentación de personajes y entornos; caía en el tópico de manera excesiva cuando se trata de una comedia cuyo público potencial no necesita que se le dé tan mascadito todo. Tampoco parecía encontrar el tono adecuado en sus primeros capítulos, lo que la convertían en una ficción sin chispa.
Ya en el final de la temporada primera y, sobre todo, en esta segunda entrega, 'Silicon Valley' ha dado con la tecla. Sobre los 10 capítulos que componen la temporada ha sobrevolado la pregunta continuamente "¿qué pasará ahora con Pied Piper?". Junto a cada problema que se le hallaba una solución aparecía otro más grave aún. Vuelta a empezar. Y en este bucle de perdedores frikis que se resisten a perder se ha cimentado el alma de su serie.
Con los personajes ya presentados, esbozados y casi caricaturizados en la primera temporada, la segunda entrega se ha centrado en la acción, ha gozado de más ritmo y la relación entre unos personajes y otros ha brillado más.
Los chicos de Pied Piper, de los que resulta imposible no apiadarse y cogerles cariño, continuarán luchando por sacar adelante su startup, puesto que HBO le ha concedido a esta serie una tercera temporada. La ficción se mueve en unos números normales para las comedias de HBO, por encima del millón y medio de seguidores. El dato del último episodio (2,1 millones de espectadores), cercano a su récord, invita a pensar que lo mejor de esta sitcom está aún por llegar.
De momento, han ofrecido una muy buena segunda temporada.