Tsipras, un líder cuestionado en su partido pero con el apoyo de los votantes
El gobierno puede sufrir en esta votación parlamentaria una pérdida de votos propios nunca vista
Atenas
Con la excepción del cierre del metro de Atenas en hora punta, la huelga de este miércoles poco ha podido restar al ritmo de la capital griega, acostumbrada a sobrellevar el trastocamiento del pseudocorralito bancario desde el pasado 29 de junio.
Pero simbólicamente, ha puesto por primera vez a un gobierno de un partido de izquierdas frente a ‘la calle’. Al importante sindicato de funcionarios ADEDY se han sumado sindicatos menores o sectoriales -como el de los trabajadores municipales de Atenas, o el personal administrativo de la Universidad-, la mayoría de ellos opuestos no sólo a este acuerdo, sino al propio gobierno de Tsipras.
Por ejemplo Karayanedu, funcionaria del ministerio de Economía y votante del KKE (partido comunista), define los nuevos recortes que se imponen a Grecia como “un holocausto para el pueblo griego, peor que el que pactaron los dos gobiernos anteriores”. Pero resalta la paradoja de que se criticara a los comunistas por pedir el boicot al referéndum del pasado 5 de julio, cuando al final ha sido el propio promotor, el primer ministro Tsipras quien lo ha acabado boicoteando.
Syriza, el partido del primer ministro Alexis Tsipras, tiene su origen en una coalición de partidos con un fuerte componente de la izquierda más ortodoxa, que es la más opuesta a la aprobación del nuevo paquete de leyes. “Que dimita Nantia Valavani -viceministra de Finanzas- era esperable porque ella viene de los antiguos comunistas”, dice el historiador Angelos Vlachos, próximo a Syriza, “pero lo importante está en ver qué peso en la sociedad tiene el sector más a la izquierda”. Vlachos cree que si la marcha de las filas del partido se corresponde con la de votantes, entonces Tsipras tendrá un serio problema.
Pero si, como muestran varias encuestas de esta misma semana, la mayor parte de votantes se reconoce en la posición de su primer ministro, de aceptar un acuerdo que no gusta por miedo a algo peor, entonces Tsipras podría salvarse. “Será fundamental lo que haga en los próximos dos meses, porque por ejemplo mucha gente sigue demandando que se saquen adelante reformas no financieras en la Justicia, en economía productiva, etc”.
Vlachos cree que Alemania, por ejemplo, “no se da cuenta de que Tsipras es el único en este momento capaz de sacar el país adelante y mantener unida a mucha gente”. Por eso el grado de simpatía hacia él sigue siendo alto. Lenna, limpiadora del ministerio de Finanzas, pero que perdió su trabajo como eventual en 2012 y desde entonces no ha recibido ni el paro, guarda para el primer ministro y su responsable de las cuentas, Euclides Tsakalotos, una buena opinión. “Es alguien sensible a nuestros problemas, que nos atendió cuando estaba en la oposición, y que también estando en el gobierno se ha preocupado por nosotros”.
El gobierno puede sufrir en esta votación parlamentaria una pérdida de votos propios nunca vista. Casi cada hora un nuevo diputado, o un nuevo miembro destacado de Syriza anuncia su negativa a apoyar el plan de rescate. Lo último es la carta de la mitad de los miembros de la ejecutiva del partido pidiendo el ‘No’ y una reunión urgente del órgano. Pero la paradoja, como explica Vlachos pero otros muchos insisten estos días en Grecia, es que “no hay nadie en la oposición que en este momento pueda tomar las riendas”.