Ocio y cultura
CRÓNICA SONORAMA 2015

Un Sonorama flamenco, fronterizo y entre amigos

El festival de Aranda de Duero cumple 18 años más joven que nunca. Esto son sólo pinceladas de lo que allí se vivió un año más

La Habitación Roja, durante el concierto sorpresa en la Plaza del Trigo / JACOBO REVENGA

Aranda de Duero

El miércoles ya llegaron los primeros sonoritos, como Pucho de Vetusta Morla llama al público del Sonorama Ribera. No eran muchos pero los que estaban allí venían frescos y no se perdieron la actuación de Jimmy Barnatán, el encargado de abrir el festival. Precisamente ese miércoles habían bajado las temperaturas y estamos hablando de Aranda de Duero, Burgos, así que todo hacía presagiar un festival más fresco de lo normal. Menos mal que la buena música siempre calienta.

En el Sonorama nunca sabes cuándo va a llegar el mejor momento. Puede ser en la calle, en un concierto de alguien que no conocías o en el escenario principal viendo a tu grupo preferido. Lo que está claro es que todos los momentos que se viven en la Plaza del Trigo se convierten en inolvidables. Incluso esos en los que no te puedes ni mover y los saltos de los de alrededor te levantan a ti también. El jueves todavía no era para tanto, nada comparado con lo de los dos días siguientes. El viernes a mediodía subieron al escenario Jacobo Serra, Belize y Full, y sobre todo éstos últimos caldearon bastante el ambiente para lo que estaba por llegar, una de esas sorpresas que Javi Ajenjo, el director del festival, siempre tiene bajo la manga. Mientras media plaza coreaba a dos ancianos en un balcón "que se besen", La Habitación Roja, que ya habían tocado la noche anterior en el escenario principal, se subían al escenario para versionar algunas de las canciones que a lo largo de sus más de 20 años de trayectoria les han influenciado: David Bowie, El Último de la Fila, REM , Radio Futura, The Smiths... ¡hasta Song 2, de Blur, y los primeros acordes de Highway to Hell, de AC/DC! La plaza se caía. Y es que eso es lo maravilloso de ese escenario. La sensación de estar en las fiestas de un pueblo pero cambiando el Paquito el Chocolatero por Boys Don't Cry de The Cure, cantado además por un grupo como La Habitación Roja. ¿Se podía pedir algo más? Sí, que ocurriera algo parecido al día siguiente.

El cantante de La Habitación Roja, Jorge Martí, animando el Trigo / JACOBO REVENGA

El viernes también hubo sorpresa en el Trigo tras el conciertazo de Rufus T. Firefly y una proposición de matrimonio en el escenario. El locutor de Rne3 Ángel Carmona está detrás de Leãozinho, un proyecto que lleva la música hasta una favela de Río de Janeiro, y para recordarnos esta causa tiró de agenda y juntó en el escenario a varios artistas para versionar a otros amigos. Así, Xoel López cantó Turnedo de Iván Ferreiro, Pucho de Vetusta Morla se atrevió con Ser Brigada de León Benavente, Zahara repitió Que no tantas veces como Deluxe, el cantante de Smile versionó a The Sunday Drivers y Ángel Stanich arrasó con Mi Realidad de Lori Meyers. El Trigo pedía agua al hombre de la manguera del balcón, hacía falta para la traca final: Dani Ferrer (Love of Lesbian) y Marc Ros (Sidonie) no podían haber elegido mejor el tema para acabar: Club de Fans de John Boy. De esos momentos inolvidables es de los que hablaba.

El cantante de Sidonie, Marc Ros, poniendo la plaza patas arriba con la versión de Love of Lesbian / JACOBO REVENGA

Todo esto pasó a lo largo de los tres días de festival antes de la hora de comer. Era solo el aperitivo. Y este año no había tregua para la siesta. Vamos, casi no había tiempo ni para comer. El viernes sobre las cuatro de la tarde comenzaban dos sesiones de DJs: la de Tardeo y la de Corrientes Circulares. Cada uno en una parte del pueblo, no paró de poner un éxito tras otro hasta que acabaron juntos dos horas después con Así me gusta a mí (Esta sí, esta no). En ningún otro momento del festival se ha visto la Plaza de la Sal tan llena. El sábado a las cinco, con menos gente pero igualmente entregada, tocó Ultraído en el camping. Otro ejemplo de que en el Sonorama la digestión también se hace con música.

Pero siempre hay que dejar hueco porque por la noche llega el lechazo. Si uno no se quería perder conciertos como el de Julián Maeso, Smile, Zahara o Ángel Stanich, ya se iba con el tiempo justo para ponerse unos pantalones largos, coger la sudadera e ir para el recinto ferial aunque fueran las siete de la tarde. Un horario que siempre es complicado para el que está arriba del escenario y para los que quisieron estar pero no llegaron. El jueves la afluencia de público se empezó a notar al ponerse el sol. Marlango versionaba Escuela de Calor y, paradójicamente, caían unas gotas de lluvia. Nada grave. Se pudo disfrutar de un concierto con un repertorio perfectamente adecuado a un festival. Nada de canciones lentas. Después, Australian Blonde terminó un concierto para nostálgicos con su Chup Chup y dio paso a Morente Vive!, la marcianada del festival de este año. Si en la edición pasada fue Raphael, este año el homenaje a Enrique Morente de sus hijas y Los Evangelistas dividía al público. En esta ocasión, más si cabe que el año pasado. Fue increíble. Un concierto de piel de gallina continua. La pregunta que muchos se hacían es si era el lugar. Los que no lo tenían claro optaron por la rumba de Tu Otra Bonita en el escenario de grupos emergentes que, además este año era al aire libre. Todo un acierto. Ha habido mucho más público que otros años.

La cantaora Estrella Morente (d), acompañada por su hermana Soleá, en el Sonorama / Paco Santamaria

Los Toreros Muertos volvieron a unir todo lo que el flamenco había separado. Los cambios de vestuario de Carbonell, los distintos ¿instrumentos? que iba sacando y, sobre todo, temas como Mi agüita amarilla, On the desk o Yo no me llamo Javier, hicieron de este concierto uno de los más divertidos de la noche. Dorian volvió a poner las cosas en su sitio con este formato tan especial con el que están celebrando sus diez años de carrera. El trío de cuerdas aporta el contrapunto perfecto a su lado más electrónico. Dinero trajo contundencia y ganó adeptos y La Habitación Roja, especialmente emocionados de volver a este festival, repasaron su discografía ante un público también emocionado en la parte de abajo.

Pablo Carbonell, durante la actuación de Los Toreros Muertos / DIEGO SANTAMARÍA

El viernes había mucha expectación con un escenario también nuevo de este año, el del proyecto Leãozinho, porque a las nueve tenía una cita allí Depedro. A menos cinco la carpa estaba tan llena que los de la organización decidieron empezar. A pesar del olor a spray, los que estaban allí lo vivían como si fuera el escenario principal sólo que en ese escenario nunca se estropea el micrófono y aquí sí ocurrió. A la tercera canción. Así que Depedro, que además había venido acompañado de Calexico, se quedó con ganas de más y su público también. Cantó una a capella pero como estaban los otros escenarios alrededor no es escuchaba. Lo único bueno es que la alternativa era Arizona Baby que ya estaba en el escenario. Pronto nos hicieron olvidar los sinsabores con una versión estupenda de 16 Tons.

La Maravillosa Orquesta del Alcohol, durante su actuación en el Sonorama / Paco Santamaría

Jero Romero y su espectacular banda hicieron las delicias de sus fieles seguidores y Calexico fue la sorpresa para muchos que no conocían a los de Arizona y su sonido fronterizo. Al menos vimos de nuevo a Jairo Zavala (Depedro) con ellos en el escenario y echando una mano con el castellano. Sin conocer las canciones, allí quien más, quien menos, movía los pies, como pasó también después con Clap your hands say yeah. Les siguieron Supersubmarina, el concierto más multitudinario de la noche. Los de Baeza han mejorado mucho encima del escenario y en Aranda se sienten como en casa y se les nota. La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La M.O.D.A.) quitó la melancolía de Supersubmarina de un plumazo con un concierto alegre, primero con canciones de su último trabajo y terminaron en alto con las del primero. Ellos sí que jugaban en casa. Para quien tenía todavía ganas de más, The Royal Concept y 2Manydjs cumplieron sus expectativas. Los primeros con nota y, los segundos, con un aprobado raspado.

Y quedaba la última noche. La más esperada para muchos. La única en la que podían estar otros tantos. El sábado había mucha gente. Se notaba ya desde primera hora. Eran poco más de las nueve cuando Xoel López salió al escenario y ya estaba el recinto bastante lleno. Xoel, convertido en hombre orquesta, dio un concierto en el que no se echó de menos nada. En un pie la pandereta, en el otro la percusión, dos micrófonos y colgada del cuello, la armónica. La guitarra y el teclado se iban alternando en sus manos. Impresionante. Un acústico sin apenas sonido acústico. Una apuesta arriesgada pero ganadora.

Xoel López convertido en hombre orquesta / JACOBO REVENGA

Bigott es doctor Jekyll and Mr. Hyde. Cuando está tocando parece una persona seria y respetable y su música guarda el equilibrio perfecto entre elegancia y aspereza pero cuando habla echa toda su reputación a perder. Pero le funciona. Muchos fueron por su música pero se acabaron quedando para escuchar la siguiente chorrada que iba a decir.

Volviendo a la elegancia, la de la británica Anna Calvi era patente. Por eso quizá el cambio a Correos fue demasiado abrupto. Pasan de tocar en el Trigo el año pasado a estar en el recinto ferial y en este tiempo han ganado en madurez y actitud. Muchos no les vieron porque estaban cogiendo sitio para, sin duda, el concierto más esperado, el de Vetusta Morla. Gente y más gente se iba colocando alrededor del escenario principal. Y por fin, comenzaron a sonar los primeros acordes de La Deriva. Pero sonaban bajos. Los movimientos de Pucho iban ganando en intensidad pero la música seguía sin subir. Fue un concierto impecable pero el sonido no estuvo a la altura. Y nunca mejor dicho.

Pucho, cantante de Vetusta Morla, durante la actuación de la banda / Paco Santamaría

Los murcianos Neuman tomaron el difícil relevo de Vetusta Morla con nota pero uno de los mejores momentos del festival estaba todavía por llegar. Casi a las tres de la mañana salieron en el escenario Sidonie con toallas de playa, sombrilla, palas, nevera y sillas plegables y allí se instalaron. Espectáculo desde el minuto uno. Fascinado fue la primera canción y, de ahí, para arriba. Marc bajó entre el público a cantar Un día de mierda, luego, por un instante se quedaron congelados en mitad del concierto. Por supuesto, hubo besos y abrazos, y muchos bailes. Arriba y abajo. Siempre enérgicos, siempre elegantes, siempre divertidos. Repasaron canciones de todos sus discos en castellano. Sólo grandes éxitos. Se pasó volando. Como siempre pasa el Sonorama.

Elisa Muñoz

Elisa Muñoz

Periodista en Cadena SER desde 2008. Primero en programas como 'La Ventana', 'Hoy por Hoy Madrid' o...

 
  • Cadena SER

  •  
Programación
Cadena SER

Hoy por Hoy

Àngels Barceló

Comparte

Compartir desde el minuto: 00:00