Internacional
RUTA BBVA | DÍA 5

Una ‘rutera’ inesperada en la ciudad que vive a cámara lenta

El reencuentro en Villa de Leyva de una expedicionaria de 1990 con la aventura de su vida

Vista de un lateral de la Plaza Mayor de Villa de Leyva, una de las más grandes de Colombia | JOSÉ M. ROMERO

Villa de Leyva (Colombia)

Atardece en la imponente plaza mayor de Villa de Leyva. El sol desaparece entre las nubes y las montañas mientras los vecinos empiezan a llenar los 14.000 metros cuadrados empedrados que complican el caminar de los desacostumbrados visitantes. En este municipio colombiano de la región de Boyacá el tiempo da la impresión de estar detenido desde hace siglos. Los años tampoco han pasado para una mujer que se acerca para preguntar con gesto de ilusión: ¿Sois de la Ruta?

Ana Piñeres, actualmente una prestigiosa productora de cine y televisión en Colombia, no puede evitar su asombro. “Yo soy de la expedición del año 90”, cuenta exultante a los periodistas que aguardaban café en mano en la plaza. Ha pasado el día de turismo y tenía pensado hacer la noche y por casualidad se ha reencontrado con el viaje que marcó su vida."Me abrió el mundo, me hizo conocer el esfuerzo y desde entonces no he parado de estudiar”, relata mientras recuerda cómo salía con sus compañeras a beber tequila en ‘Aventura ‘92’, el nombre entonces de la expedición.

Ana Piñeres, participante en la ruta en el año 90 | JOSÉ M. ROMERO

Sus ojos brillan al hablar de Miguel de la Quadra-Salcedo, al que define como “maestro y guía” y ensalza por ser un visionario. “En la Ruta el mundo se hace pequeño, te das cuenta de que no hay fronteras ni límites”, resume como gran enseñanza de una experiencia que la ha convertido en asidua viajera. “Me voy el año que viene en barco a Japón y varias zonas asiáticas”, cuenta antes de despedirse cariñosamente con un gesto tan iluminado como el de los ‘ruteros’ que cruzan la plaza para una actividad.

Piñeres se aleja con su perro caminando entre los jóvenes que admiran las calles de una ciudad trazada como una villa romana por orden española. Calles paralelas confluyen en esa gran plaza que se resiste al cambio. Una plaga obligó a emigrar a los productores de trigo que antiguamente poblaban la ciudad y permitió conservar su fisonomía. Actualmente no se pueden construir casas de más de dos pisos, las fachadas tienen que ser de madera y solo pueden pintarse de los colores minerales (verde, café, rojo y azul). Villa de Leyva lucha por guardar la esencia ante el crecimiento urbanístico en sus afueras. Lo que el hombre jamás podrá cambiar será su calidad de vida. Con un clima mediterráneo, de temperaturas suaves, sol seco y noches frescas, la ciudad dicen que vive a cámara lenta por la sobredosis de melatonina. Cae la noche. El ritmo sí se acelera con la música.

José M. Romero

José M. Romero

Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...

 
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