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ATLETISMO

Cómo perder una medalla por celebrarla antes de tiempo

La estadounidense Huddle levantó los brazos antes de llegar a meta para celebrar su tercer puesto en el 10.000 y fue adelantada en los cuadros por su compatriota Infeld

Huddle se da cuenta de que ha perdido la medalla de bronce / DIEGO AZUBEL EFE

Pekín

Hasta el rabo todo es toro. No vendas la piel del oso antes de cazarlo. La lista de refranes sobre la necesidad de saber esperar en todos los aspectos de la vida es amplia y extensa, y la estadounidense Molly Huddle ha comprobado por la vía dura la vigencia de estos dichos en el mundo del deporte. Y por si fuera poco, lo ha descubierto en el último centímetro del 10.000 del campeonato del mundo.

Los hechos han tenido lugar en este campeonato del mundo celebrado en el Nido del Pájaro de Pekín: mientras la keniata Cheruiyot ganaba por la mínima a la etíope Gelete Burka, una estadounidense estaba haciendo historia. Su nombre, Molly Huddle, y se disponía a ser la primera medalla de los Estados Unidos en esta prueba desde 2007. Levantó los brazos en la misma línea de meta para celebrar su proeza sólo para ver a su compatriota Emily Infeld robarle el bronce en los cuadros. Nueve centésimas que marcaron la diferencia entre la euforia y la palmada en la espalda.

La pobre Huddle no es la primera en comprobar que lo mejor es celebrar las medallas cuando uno ya las tiene colgadas al cuello: hace unos meses, un desconocido francés llamado Tanguy Pepiot se convirtió en triste trending topic al perder una medalla de oro en circunstancias igualmente humillantes. En su caso hablamos de una carrera de obstáculos en Eugene: viéndose ganador, Pepiot empezó a pedir aplausos a la grada, a saludar y a interpelar al respetable, sin ver un misil llamado Meron Simon que le arrebató el triunfo en los últimos cinco metros.

Ejemplos hay muchos y en muchas distancias, desde los sprints hasta el maratón, y también tenemos ejemplos dentro de nuestras fronteras. Fue en 2010, en el campeonato de España de pista cubierta celebrado en Valencia, cuando en un final trepidante y apretadísimo el sevillano Manolo Olmedo entró en meta con los brazos en alto, celebrando el título de campeón de España de 1.500 metros en pista cubierta. El único problema es que el campeón de España no era Olmedo, era Diego Ruiz, que se había abierto a las calles exteriores en el sprint final y había llegado por delante. Dos centésimas por delante, más concretamente.

Los campeones olímpicos también pecan a veces de querer celebrar las cosas antes de tiempo, pero en este caso al menos no le pilló en un gran campeonato. El ganador del 1.500 en los Juegos de Londres, Taoufik Makhloufi, tuvo una mala experiencia dos años después, en la Diamond League celebrada en Shangai: después de un apretado sprint, empezó a abrir los brazos veinte metros antes de llegar a meta, sólo para ver cómo el entonces campeón del mundo juvenil, el keniata Robert Biwott, le robaba la cartera. Hoy en Pekín Makhloufi ha vuelto a probar del puchero de la mala suerte y ha sido cuarto en el 1.500 del mundial por nueve centésimas.

El atletismo no es el único deporte en el que las celebraciones antes de tiempo generan no sólo grandes berrinches en línea de meta, pero sí es en el que nacen las imágenes que en poco tiempo se convierten en el top-ten de Youtube. A buen seguro, a partir de ahora Molly Huddle aprenderá a no celebrar antes de tiempo las medallas. Fue sexta en Moscú hace dos años en el 5.000, y tenía una oportunidad de bronce para entrar en la historia del atletismo de su país.

Posiblemente esto no le vuelva a pasar, ya sea por abandono del saludo prematuro o porque nunca volverá a encontrase con una final tan lenta y táctica en un mundial: la tercera más lenta en la historia de estos campeonatos.

 
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