Los cien días de los alcaldes novatos

Ada Colau, Barcelona

Barcelona

Una de las medidas más sonadas de los primeros 100 días del gobierno de Ada Colau ha sido la suspensión de licencias de alojamientos turísticos en toda Barcelona y durante un año. Con esta decisión, el equipo de Gobierno de Barcelona en Comú se da tiempo para decidir dónde y en qué condiciones se podrán abrir nuevos hoteles, apartamentos, pensiones o residencias de estudiantes en la ciudad. Esta misma semana toda la oposición excepto la CUP le ha pedido que limite esta medida sólo a las zonas del centro, pero de momento no hay rectificación.

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En estos 3 meses, Colau ha atacado la problemática de los desahucios des de distintos frentes. Lo que ha llamado más la atención han sido las conversaciones con los dirigentes de diferentes bancos para pedirles que pongan en el mercado de alquiler sus pisos vacíos. Y las primeras sanciones a las entidades bancarias que se han negado a hacerlo. Esta misma semana ha anunciado que dedicará el 80% del superávit previsto para 2015 (96 millones de euros) a medidas de carácter social. Fue la primera ciudad que se ofreció a acoger refugiados sirios y crear una red de "ciudades refugio".

Antes de vacaciones, el gobierno de Barcelona en Comú retiró el busto del rey Juan Carlos I del salón de plenos del Ayuntamiento y todavía no ha puesto ninguna imagen de Felipe VI. Pretende revisar toda la simbología monárquica de Barcelona.

Muy polémica ha sido también su gestión del fenómeno de la venta ambulante, de top manta. La oposición cree que se han dado instrucciones para que la Guardia Urbana baje la presión sobre esta actividad y que el gobierno no ayuda planteando esta problemática como una cuestión de carácter social.

Se criticó mucho que el marido de Ada Colau, con cargo en Barcelona en Comú, participara en reuniones representando al gobierno municipal. Y ahora la oposición, incluso los partidos que apoyaron su investidura, la critican de no fomentar la negociación y el consenso porque muchas de estas decisiones las ha tomado de forma unilateral, teniendo sólo 11 concejales de los 41 que forman el consistorio.

Manuela Carmena, Madrid

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El pasado mes de julio, mientras se abría al público la oficina antidesahucios de la capital (una de las promesas estrella de Carmena durante la campaña electoral) los titulares de la prensa local y nacional recogían las quejas airadas de medios y asociaciones profesionales de periodistas tras el lanzamiento de Madrid V.O., la web de desmentidos del Ayuntamiento. El revuelo provocado fue tal, que un logro del que Ahora Madrid hizo bandera se vio eclipsado por un blog que, analizado con cierta distancia, no ha supuesto ningún peligro para la independencia de los medios de comunicación.

Este episodio retrata de alguna manera, cómo ha sido el trabajo del equipo de Manuela Carmena en estos cien días en los que no se ha sabido amortizar el esfuerzo y el tiempo invertido. El aparente resentimiento que Carmena siente hacia la prensa (quizá solo hacia una parte de la prensa pero la alcaldesa tiende en esto a generalizar) le ha consumido demasiada energía y ha generado un clima de desconfianza mutua. En su voluntad por expresarse sin corsés y de manera improvisada, Carmena ha marcado un punto de inflexión frente a anteriores alcaldes pero también ha desatado demasiados incendios dentro y fuera del consistorio. El mismo sábado que el equipo de Ahora Madrid celebraba en Las Vistillas la toma de posesión de Carmena, al nuevo gobierno municipal le explotaba en las manos la polémica de los tuits de Guillermo Zapata. La munición estaba preparada y pagaron la novatada. A muchos les pilló sin batería o con el teléfono apagado. Muchos concejales no se enteraron hasta el día siguiente. Zapata no llegó a ocupar su sillón en la delegación de Cultura y se dió por inaugurada una serie completa de controversias en la que ha habido anuncios y rectificaciones posteriores o debates artificiales a partir de decisiones arriesgadas como el nombramiento del padre funcionario de Rita Maestre como segundo de abordo de una Agencia Tributaria que él mismo diseñó para Gallardón.

La mayoría de polémicas a las que hemos asistido tienen poco o nulo interés para el madrileño, menos pendiente del juego dialéctico entre los medios y el poder que del estado de sus calles, el pago de impuestos o la calidad del aire que respira.

Cien días parece un plazo demasiado corto para conceder una nota a una gestión si tenemos en cuenta además la herencia recibida y la alambicada organización de una institución arcaica como es el Ayuntamiento de Madrid. El verdadero examen de la alcaldesa se producirá por tanto, más adelante. Quizá en un año o dos cuando el ciudadano pueda medir si su ciudad mejora o está peor que en la era Botella.

Joan Ribó, Valencia

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En la ciudad de Valencia los cambios han sido notables. Destaca la decisión de paralizar el plan del Cabanyal, uno de los proyectos estrella de Rita Barberá, y la eliminación de las zonas de libertad de apertura comercial, junto a medidas de éxito como la apertura a los visitantes del balcón del Ayuntamiento, solo reservado a las autoridades en fallas, y por el que han pasado más de cinco mil personas. Con Joan Ribó como alcalde Valencia se ha convertido en ciudad antideshaucios (la policía local no interviene) y ciudad refugio. El PP, que busca su lugar en la oposición tras 24 años al frente del gobierno, asegura que el nuevo gobierno actúa a golpe de ocurrencias, con gestos de cara a la galería de poco calado, que no resuelven los verdaderos problemas de la ciudad.

José María González, Cádiz

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En Cádiz, gobierna José María González, aunque lo hace con minoría. La alianza de Por Cádiz sí se puede y Ganar Cádiz tiene menos votos que PP, PSOE y Ciudadanos y fueron los socialistas los que permitieron que González subiera a la alcaldía pero eso no ha evitado que en estos 100 días el PSOE haya bloqueado varias veces algunas de las intenciones del nuevo alcalde, por ejemplo, el polémico nombramiento de asesores o la constitución de las empresas municipales. José María González se ha destacado es estos más de tres meses por gestos, como el de intentar parar un desahucio personalmente, cambiar el cuadro del Rey de su despacho, acabar con la propaganda del PP, no pisar el buque escuela chileno Esmeralda por su vinculación a Pinochet y hasta ha hecho de la compra de un traje de corbata un acontecimiento. Sus críticos le afean que todos estos días al frente de la alcaldía sólo hayan sido eso: gestos. Porque apenas se han tomado decisiones de trascendencia. Su principal limitación es la falta de dinero. Del PP ha heredado una deuda de 275 millones. El primer gran anuncio del alcalde puede ser cómo va a afrontar esa delicada situación económica. Pero ese anuncio aún no ha llegado.

Ferrol, A Coruña y Santiago

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En la provincia de A Coruña el Partido Popular perdió hace 100 días todo el poder. En este tiempo los gobiernos locales conformados por plataformas ciudadanas en las tres ciudades más importantes, Ferrol, A Coruña y Santiago de Compostela, tratan de marcar la diferencia. La promoción de la cultura de barrio, los intentos de municipalización de algunos servicios, la comprensión con las protestas ciudadanas, (recientemente en Santiago con la tractorada), y el contacto permanente con colectivos ciudadanos son aspectos fundamentales de esa diferencia. Jorge Suarez en Ferrol, Xulio Ferreiro en A Coruña y Martiño Noriega en Santiago de Compostela ponen cara a la fuerza de las mareas ciudadanas. El éxito de esta fórmula ha provocado un movimiento para la formación de una candidatura de unidad de cara a las elecciones generales en la que se quiere contar con Podemos y con el Bloque Nacionalista Galego, Las mareas quieren también disputarle la Xunta a Feijoo en las autonómicas del año que viene.

Pedro Santisteve, Zaragoza

Frenar los desahucios y aumentar las partidas para el gasto social fueron las prioridades que se marcó la formación Zaragoza en común cuando llegó al poder el pasado mes de mayo. Cien días después, el alcalde Pedro Santisteve puede presumir de haber incrementado en 2 millones de euros el dinero destinado al Plan Social y haber intensificado la colaboración con el poder Judicial para parar los desalojos hipotecarios, aunque en este caso, son los mismos jueces los que señalan que lo que ha mejorado realmente es la acogida de estas personas una vez desahuciadas en viviendas alternativas facilitadas por el Consistorio.

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Han sido también cien días de muchos gestos, más de uno polémico y todos simbólicos. Por ejemplo, en el balcón del consistorio en plena plaza del Pilar ha ondeado la bandera griega o la del orgullo gay, el equipo de gobierno ha renunciado a privilegios como el palco en el estadio de futbol de la Romareda, el del Teatro Principal de Zaragoza reservado a concejales, y aprobaron una bajada de sueldo para todos los concejales del grupo de gobierno y el alcalde. Ninguno cobra más de 3 veces y medio el salario mínimo. Otro gesto ha sido cambiar el nombre del Pabellón Príncipe Felipe por, según defendieron, voluntad popular por el nombre del fallecido técnico del CAI, José Luis Abos. Ahora mismo, el equipo de gobierno lucha con sus nueve concejales en minoría por sacar adelante las ordenanzas fiscales y los presupuestos. Tarea ardua difícil después de haber presentado una auditoria que refleja un agujero de 110 millones de euros de deuda no contabilizada en las cifras de los anteriores presupuestos.