Derecho a asilo previo pago
En España, el principal punto de llegada de refugiados sirios es la frontera con Melilla. En este año se han registrado 4.400 peticiones de asilo, pero sin dinero es una misión casi imposible
Melilla
Aunque no lo parezca, lo que sucede en nuestro muro, en las vallas de Melilla, está directamente relacionado con lo que viene sucediendo desde 2013 en la ruta terrestre de refugiados desde Grecia hacia Alemania. La entrada de sirios a Melilla comienza a ser numerosa desde que en octubre de 2013 Bulgaria levanta su valla y la ruta se desvía. Comienzan a llegar más sirios a Libia para cruzar en barcos a Italia y se abre la ruta hacia Melilla vía Argelia, a donde llegan en avión y después a Marruecos para cruzar a España.
Solo en lo que va de año han entrado a Melilla unos 6.000 sirios, de ellos 4.400 han pedido asilo en frontera en la oficina habilitada en el paso de Beni Enzar. Y sólo en lo que va de mes de septiembre van ya más de 400 solicitudes. Melilla es desde finales del año pasado el principal punto de entrada de refugiados a España, ya en enero de este año fueron 1.100, y de ellos, solo el 20% formalizó peticiones de asilo. Desde que en febrero Argelia pide visado a los sirios esos números se han estabilizado, pero la ruta sigue muy activa y, de hecho, fuentes humanitarias aseguran que se calcula que en Argelia hay aún 40.000 sirios que quieren emprender la entrada a Europa a través de Argelia.
El problema está en el acceso al territorio español. Hasta que se habilitó esa oficina los sirios tenían que pagar hasta 1.500 euros por un pasaporte marroquí que "alquilaban" para poder pasar la frontera. Ese problema se fue suavizando a medida que los sirios podían acercarse directamente a la oficina de asilo de Beni Enzar y en abril entraron casi 1.000 sirios y el 80% pidió asilo en frontera. Pero desde entonces, se ha vuelto a imponer que los sirios paguen bien para que les dejen entrar a la oficina de asilo española o por pasaportes marroquíes alquilados.
Así ha entrado Omar, un niño de Alepo de 11 años que ha llegado a Melilla tres días después de su padre, Nuri. “Hace dos años que salió de Siria. Después de Líbano y Egipto, estuve 11 meses en Argelia mientras que en Nador he estado solo unos días. Intenté pasar con mi hijo, yo me colé pero a mi hijo lo pararon los marroquíes y lo retuvieron. Decían: sirios fuera, sirios atrás. He tenido que pagar 1.500 euros para que mi hijo de trece años entrara y ahora se lo han llevado al centro de menor”, asegura a las puertas del CETI.
Nuri se queja como todos los refugiados de que les cobren por intentar pasar a un país a pedir asilo. Él se ha gastado más de 3.000 euros para que hicieran pasar a sus dos hijos. “Sea cual sea la frontera, tienes que pagar a la parte marroquí, que es muy mala. La española nos trata bien. Aquí somos tres de la familia, por el de 13 años he pagado 1.500 euros, por este de 11 años que ha llegado hoy, otros 1.000. Queremos ir a Alemania porque allí está mi hijo mayor desde hace un mes y, cuando nos establezcamos allí, quiero traer a toda mi familia de Siria”, explica.
Sabha es, sin embargo, el rostro de la desesperación. Ya no tiene dinero para seguir pagando tanta extorsión hasta poder ejercer su derecho a pedir protección al huir de una guerra. Acude corriendo al puesto del Barrio Chino y a Beni Enzar a esperar que su marido y otros tres hijos, que siguen en Nador, pasen, pero de momento siguen separados. “Preguntes a quien preguntes, busques la vía que sea, todo acaba en dinero. Estoy desesperada y enferma. Estamos cansados de estar separados”, relata.
Su marido era conductor de ambulancias del régimen de Al Assad. Llevan tres años huyendo de la muerte y está tan desesperada que piensa renunciar a la protección en España y volver a Marruecos con su familia. “Como no teníamos dinero, no podíamos pagar para entrar a Melilla. Nos dijeron que estaban dejando pasar por la Oficina de Asilo, pero al final te bloquean. No puedo seguir separada de la familia, quiero volver a Marruecos con mi marido y mis hijos. Nunca pensé que se tuvieran que enfrentar a una situación como ésta”, concluye.
Ya caída la noche en Beni Enzar, Sabha acude a ver si su marido logra pasar pero de nuevo los marroquíes se lo han impedido. Allí ha visto como entraba una pequeña de solo dos años, Aram, a la que su abuela también siria espera emocionada en el lado español. Aram y su madre han pedido asilo en la frontera. El problema para muchos es que si no tienen dinero no pueden ni acercarse a ella.