Hungría y los países del Este imponen su postura sobre los refugiados ante Merkel
Los ministros europeos de Interior mantienen una reunión extraordinaria en la que intentarán aprobar las cuotas de refugiados que debería asumir cada país. La construcción de campos de "contención" y registro dificulta el consenso
Bruselas
Los diplomáticos mantienen que se encuentran ante un problema "técnico" pero en la práctica necesitan encontrar un país que acepte construir zonas de retención en el este de la Unión Europea.
La construcción de estas zonas para registro y clasificación de los que llegan se encuentra desde hace muchos días en el nudo central de los debates aunque en las instituciones se intenta difuminar el tema asegurando que "no son campos sino zonas abiertas".
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Los detalles concretos de estos espacios de recepción masiva se desconocen ya que nadie precisa en que han de consistir. Pero la ley indica que este trabajo de "registrar" al que pide el asilo se debe realizar por el país que entran en territorio europeo y esto es por Italia y por Grecia.
La ley y el hecho de que el camino que siguen los refugiados sea para llegar hasta Alemania son los dos argumentos que ha utilizado Hungría para negarse a construir en su terreno lo que el gobierno de Orban considera que debe construirse en el Mediterráneo. Por esto, Hungría no estará en el proyecto de reparto de refugiados como país al que hay que ir a buscarlos.
El rechazo de Hungría ha complicado las cifras que se quieren pactar ya que, aunque la mayoría desea mantener el objetivo de reubicar a 120.000 personas, como ha propuesto Juncker, en la práctica nadie sabe dónde hay que ir a buscar a los 54.000 que se habían presituado para su clasificación previa en territorio húngaro.
Es el problema más grave de la reunión que hoy celebran las ministros del Interior, cuyos representantes permanentes ante la Unión no han logrado llegar a ningún pacto, al margen de jugar con las cifras abriendo dos posibilidades: crear una reserva de refugiados no atribuidos a ningún territorio por si un país, considera en los próximos meses que puede asumir la retención oficial de los que llegan. O atribuirlos directamente a Italia y a Grecia, algo que aumenta mucho la carga que deberán asumir estos gobiernos por qué las instalaciones que deben construir han de tener capacidad para atender al menos al mismo número de refugiados que se quiere redistribuir.
Un problema especialmente para Grecia, cuya capacidad de gestionar está ya muy mermada por la crisis económica y social y también para Italia que pelea por la redistribución rápida de sirios e iraquíes pero cuyo gobierno sabe que el proceso puede ser lento, al margen que la construcción de estos espacios de acogida permanente les convierte y quizás para siempre en la puerta oficial para entrar en la UE.
La construcción de campos o espacios de gestión de estos flujos masivos de refugiados es el requisito previo que ha impuesto Alemania contra cuya estrategia se ha sublevado el este por entender que su gobierno tiene mucho que ver con esta crisis al anunciar sin negociar ni discutir con nadie que acogería en su territorio a todos los que llegasen.
Un "detalle" que dificulta los debates ya que los que se oponen no son los únicos en mantener, siempre fuera de micro, que el gobierno de Merkel ha provocado un "efecto llamada" obligando a encarar un problema que la Unión evitaba enfrentar, mientras los sirios seguían en los campos de Naciones Unidas.
Decidir si hay que volver a cerrar las fronteras y fijar cuál es la capacidad real que tiene Europa de solidaridad, es decir de acogida de persona que piden el asilo es la otra cara de las demandas que han planteado los países del este. Un debate que las instituciones intentan no mezclar con el nuevo paquete de 120.000 proponiendo que a él dediquen la reunión los jefes de gobierno en su cena del miércoles.
Y mientras tanto, el borrador de la reunión de hoy elude todas las referencias a un reparto "obligatorio" incluyendo cifras de reubicación muy parecidas a las que en su día fijo la Comisión aunque este reparto podría quedar fuera del proyecto legal que se intenta aprobar, es decir, escrito en un anexo, en un intento de llegar a un acuerdo por unanimidad.
La alternativa, votar y aprobar el proyecto por mayoría cualificada implicaría confirmar no sólo que la Unión se encuentra dividida sino que Merkel ha perdido liderazgo europeo ya que hasta hoy, cuando Alemania ha marcado el camino, siempre se ha terminado aceptando por consenso el proyecto que ha impulsado Berlín, aunque sea enmendado.