Palestino de Siria, tres veces sin esperanza
El responsable en Siria de la Agencia de la ONU para los refugiados de Palestina (UNRWA), Michael Kingsley, describe la desmoralización de aquellos que ni pueden huir hacia Europa, ni tienen futuro en un país destruido por la guerra civil, ni ven esperanza para volver a su tierra y tener un Estado propio.
Madrid
Del medio millón de refugiados de Palestina que vivían en Siria antes de la guerra desencadenada por el régimen de al Assad en 2011, quedan dentro unos 450.000. ¿Por qué no han huido en un porcentaje similar al de sus convecinos, de los que más de 4 millones salieron a países vecinos y miles de ellos han seguido camino a Europa? Michael Kingsley, responsable de la UNRWA en Siria no tiene la respuesta. Pero si nos recuerda que los refugiados palestinos ni siquiera pueden hacer legalmente la primera etapa: “su dificultad añadida empieza dentro de Siria, porque es ilegal para ellos entrar en Líbano, Jordania y Turquía precisamente por ser palestinos. Así que desde el principio tienen una presión mayor para recurrir a vías ilegales [en su huida] sólo por ser palestinos”.
El apoyo humanitario dentro de Siria debería estar en el centro de la respuesta europea, es un imperativo
El papel de los palestinos en Siria respecto a la guerra civil es tan complicado como el de las demás partes, y las diferentes posiciones según generaciones e ideologías no distan de las del resto de sirios. Pero su intento por no verse arrastrados por el conflicto no ha dado ningún resultado. De hecho si hay un lugar que sirve como ejemplo de la barbarie del régimen y muchas milicias opositoras es precisamente Yarmouk, el barrio palestino de Damasco en el que vivían antes de la guerra más de 140.000 personas. “Por nuestras observaciones en los últimos repartos de alimentos en junio calculamos que quedan entre 3.000 y 3.500 personas viviendo dentro. Es una situación inhumana” explica Kingsley, que detalla que desde marzo no han sido autorizados por el ejército a hacer repartos de comida y medicinas dentro de Yarmouk y desde junio tampoco han podido hacerlo a sus puertas.
Kingsley recuerda que el origen de la oleada de refugiados a las costas europeas está precisamente en las consecuencias humanas de la violencia en Siria y por eso “aunque es lógico que se dediquen fondos a la situación en las fronteras europeas y en los países vecinos de Siria, el apoyo humanitario dentro de Siria debería estar en el centro de la respuesta europea, es un imperativo”. La UNRWA, cuya falta de fondos ha puesto en peligro incluso la escolarización de miles de niños refugiados palestinos en Gaza, Jordania o Líbano, llega con sus programas a casi 430.000 refugiados palestinos en Siria. Pero sus fondos dan para menos de 50 céntimos de euro por refugiado y día. “¿Quién puede vivir con eso?” dice Kingsley “ y más cuando muchos de ellos han sido desplazados no una sino varias veces de sus casas en Siria”.
Históricamente muy pocas organizaciones internacionales y agencias de la ONU han trabajado dentro de Siria, así que la de UNRWA es la mayor operación de Naciones Unidas en el país. Sus más de 4.000 trabajadores -la inmensa mayoría son refugiados palestinos- se exponen a las bombas, combates, controles de soldados y milicias y saben muy bien lo poco que se ha avanzado en el respeto de los contendientes al ‘trabajo humanitario’. “Sigue siendo un tema complejo, muchas veces las partes en conflicto no se ponen deacuerdo para garantizarnos el acceso al mismo tiempo. Nuestros trabajadores están dispuestos a cualquier cosa, pero a veces el riesgo es inasumible. Tenemos un campo, el de Khan Eshieh, donde se da una situación muy parecida a la de Yarmouk, diferentes grupos controlando los alrededores, así que son los refugiados los que tienen que salir del campo para recoger la ayuda, con un coste y un riesgo altos”.
Si ese principio de libre acceso de civiles a ayuda de emergencia se respetara, UNRWA podría proporcionar la ayuda necesaria a los refugiados palestinos. Pero eso constituye sólo la mitad de su problema. “Están pasando por dificultades materiales inimaginables en Siria. Pero miran hacia ese sitio que un día podría ser el Estado de Palestina y no ven más que caos. Así que si combinan ambas cosas, y eso es algo que en su interior hacen, viven ambas cosas como una manifestación de su destino como pueblo desposeído, sin esperanzas en el futuro y con sus aspiraciones destruidas”.