En una carta de seis páginas dirigida al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, Cameron enumeró sus cuatro objetivos fundamentales y dijo confiar en poder lograr las reformas que pide. Las negociaciones “no son misión imposible”, afirmó con aparente optimismo. Reino Unido quiere un reconocimiento explícito y “legalmente vinculante”, de que la Unión Europea no discriminará entre los Estados que están y los que no están en la zona euro, como es el caso británico. Pide un nuevo “compromiso claro y a largo plazo”, que impulse la competitividad y la productividad de la UE. Londres reclama además mayor poder para los parlamentos nacionales y quedar eximido del proceso hacia una mayor integración política. La más polémica de las propuestas de Cameron es la necesidad de reducir el número de inmigrantes de la UE. “Proponemos que la gente que venga a Gran Bretaña desde la Unión Europea tenga que vivir aquí y contribuir durante cuatro años, antes de poder obtener beneficios sociales o ayudas a la vivienda”, ha señalado el primer ministro. Algunas de las peticiones “son altamente problemáticas”, ha señalado Margaritis Schinas, portavoz de la Comisión europea. La Canciller Angela Merkel, dice “confiar razonablemente” en la posibilidad de un acuerdo con Londres. El premier ministro de la república Checa, Bohuslav Sobotka, advierte que cualquier cambio en la libertad de movimiento causaría “un problema serio”. Cameron ha dejado claro que si los británicos votan por la salida de la UE, la decisión será irrevocable y no habrá segundo referéndum. “Es una enorme decisión para nuestro país” –ha reconocido- quizás la mayor que tomemos en nuestras vidas. Y será una decisión final”.