Rivera calcula que sería presidente si el PSOE entrara en su gobierno
El líder de Ciudadanos se muestra dispuesto a presidir un Ejecutivo con un vicepresidente o con ministros de otro signo político
Madrid
Albert Rivera ha empezado a enseñar algunas cartas. En su partido saben que la aritmética electoral va a ser importante para tejer mayorías la próxima legislatura. Ya ha dicho que no estará en un gobierno que no presida, pero quiere encabezar el próximo Ejecutivo y para ello no descarta a fórmula de la coalición liderada por él. Los estrategas de la formación emergente han empezado a ensayar, moviendo fichas sobre el tablero, cuáles son los escenarios más favorables.
Hay una posibilidad, que algunos en la formación reconocen remota, pero que el propio Rivera ha empezado a deslizar entre los suyos en reuniones internas, según cuentan a la SER miembros de la dirección presentes en ellas. El candidato de Ciudadanos calcula que para ser presidente del Gobierno no le haría falta ganar. Con llegar al segundo peldaño bastaría para anular cualquier posibilidad de pacto o acuerdo entre sus rivales. La teoría, explicada por una fuente de la Ejecutiva, recuerda al argumento de una de las series que más se comenta en la cúpula emergente, la danesa Borgen. En esta ficción, la líder del partido de centro, se convierte en primera ministra a pesar de no ser la candidata más votada, gracias al apoyo de los laboristas.
En la formación asumen lo único que la mayoría de las encuestas parece compartir; que el PP será la primera fuerza el 20 de diciembre, sin embargo albergan la esperanza de que los números cuadren y escalando a la segunda posición, con un PSOE tercero, a los de Ferraz no les quede otra que aupar a Albert Rivera al Palacio de la Moncloa. No se descarta incluso conformar un gobierno de coalición si es necesario. En el partido empiezan a abonar el terreno.
Rivera tiene en mente algunos de los nombres que conformarían parte de esa lista de ministros de su hipotético gabinete, pero preguntado sobre ello, este miércoles rechazaba dar pactos porque reconocía que le parecía absurdo. “Proponer un gobierno integral cuando ni siquiera sabemos quién va a ganar, si va a tener que recibir apoyos o si le van a exigir poner o quitar a vicepresidentes o ministros de otros partidos”. “Si hay que negociar con otros que quieren poner independientes, lo hablaremos”, señalaba despertando expectación en la sala de prensa.
El máximo dirigente de Ciudadanos que por ahora ha mantenido, y cumplido, la premisa de no entrar en ejecutivos que no estuviesen presididos por su marca, abría por primera vez la puerta de un posible Ejecutivo a miembros de otras formaciones. “Si hay gente con talento que quiere incorporarse a nuestro equipo, incluso si otros partidos tienen una buena idea, pues por qué no”. “Yo no cierro las puertas al talento”. “He visto a Obama incorporar a Hillary Clinton, a la que le ganó las primarias, y a otra gente propuesta por los republicanos”. He visto “a Sarkozy incluir a gente del partido socialista”, decía en referencia al ministro de Exteriores Bernard Houchner. “Los buenos liderazgos, remataba, no temen al talento, ni siquiera al que tiene matices ideológicos”.