No es un domingo cualquiera en París
Notre Dame y las distintas estaciones de la ciudad se blindan con militares, mientras que algunos parisinos y turistas no están dispuestos a renunciar a la rutina
París
A las siete menos cuarto de la mañana en la Gare du Nord, una de las estaciones de tren mas importantes de París, pululan por los pasillos 5 militares fuertemente pertrechados con armas y chalecos antibalas, dos personas de color que caminan cabizbajas hacia sus trabajos y poco más.Es un domingo más de esta ciudad que aún no había puesto su mejor luz, pero no es un domingo cualquiera. En el metro la gente se mira subrepticiamente en un lugar, donde pocas veces te miran a la cara.
Cuando llegamos a Nottre Dame, aún no se ve bien, y apenas hay gente. Cuatro o cinco personas vestidas con traje esperan pacientemente con un frío y un viento que hace temblar las hojas de los árboles. Creía que hacían cola para entrar en la Iglesia para asistir a la primera misa, y me sitúo detrás porque hay mucha presencia policial, sobre todo gendarmeria y police, aquí no hay militares. Cuando se abre la puerta de la Catedral, recogen los currículums porque en realidad se trata de candidatos a ocupar el puesto de organista, de uno de los órganos más espectaculares que hay en las Catedrales de media Europa. Ocupa toda la parte opuesta al altar mayor y es controlado por tres organistas. Uno se ha retirado y ahora hay una selección para sustituirle. Obviamente me he equivocado de fila. Así que doy la vuelta a todo el recinto religioso pasando por la vereda del canal, hasta llegar a una entrada donde hay seis policías franqueando el acceso al interior.
Revisan los bolsos y por fin acceso al templo. La misa comienza en escasos minutos y solo hay 5 personas y dos al menos creo que están allí porque hace menos frio que en la calle, porque todavía no está abierto el recinto a los turistas, solo a los fieles. El sacerdote que oficia la misa habla de perdón de unidad de duelo. La misa de las 9.30 fue cantada y esa ya aglutinó a casi un centenar de personas.
Nos comentan dos españoles que trabajan para una agencia turística y que hacen rutas en las inmediaciones de Notre Dame, que ayer no trabajaron por la indicación del gobierno de no salir si no fuera obligatorio, y que sí hay cierto temor entre lo parisinos pero, sobre todo, temor a lo incomprensible del atentado terrorista. "para los turistas también ha supuesto un shock pero la mayoría está aquí de vacaciones, quizás no tenga otra oportunidad para volver y quieren aprovechar para verlo todo, por eso no se ha notado demasiado una menor afluencia de visitantes".
Desde Notre Dame caminando, apenas 15 minutos se llega al mercado dominguero de las flores y las mascotas. Este mercado estuvo cerrado ayer, también como día de duelo, "pero las normalidad debe volver a asentarse entre nosotros". Es lo que nos decía Maurice que, junto a su perro collie, vendía varias jaulas con jilgueros de diferentes colores. Unos puestos más alejado, esta Mohamed, que no quiere hablar con la prensa, pero en cambio le dice a sus amigos que quizás no debió venir este domingo a vender sus pájaros, que quizás no sea un buen día, mientras sorbe pensativo una taza de té.
En el tren de regreso, en uno de los vagones viaja un hombre de unos 30 años con una poblada barba y aspecto árabe. Está sentado solo, al fondo, con dos filas de asientos libres a su alrededor. El resto del vagón casi a mediodía va ya lleno y los ocupantes prefieren ir amontonados en los asientos, a ocupar los que están libres a su alrededor.
No es un domingo cualquiera en París. Es un domingo de pesar, de dolor, de duelo, de flores, de recogimiento en una ciudad donde hoy el sol ha vuelto a traer la luz que le da el nombre por el que es conocida en medio mundo.
Victoria García
En la SER, desde hace casi tres décadas, con algunas ausencias. Antes en Antena3 Radio y TV. Trabajé...