“Vivo enjaulada en una cárcel sin barrotes. Una madre nunca olvida”
Bárbara García perdió a sus dos hijas hace un año cuando su expareja asesinó a Amets y Sara. Un año después, relata su historia a la Cadena SER en esta carta
Cuando ya ha pasado un año sin mis niñas, Amets y Sara, estoy haciendo un recuento de estos doce meses dolorosos, de cómo se me desgarraba el corazón cada vez que recordaba sus risas y pensaba en ir a cogerles unas playeras o unas mallas. Después me daba cuenta de que ya no estaban, que todo era un sueño.
“Vivo enjaulada en una cárcel sin barrotes. Una madre nunca olvida”
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No deseo que nadie pase por un trance similar y quiero poner en conocimiento de la opinión pública que el tiempo pasa, la gente olvida, pero una madre nunca olvida y se consume en silencio sintiendo una pesada losa sobre sí.
Deseo que las autoridades reflexionen sobre nuestra situación, víctimas vivas de la peor violencia que se puede imaginar una madre en la más horrible de las pesadillas. Que te arrebaten lo que más quieres de una forma tan cruel. No, no quiero dar lástima. Para mí hay un antes y un después, desde aquella tarde del 27 de noviembre. Vivo enjaulada en una cárcel sin barrotes que me recuerda cada día esta condena.
Estos hechos, de alguna manera, siguen siendo invisibles, solo contemplados como un número de expediente y un año en el que ocurrió. Fueron contabilizadas solo durante un mes porque a finales de noviembre las asesinaron. Las leyes deben cambiar, no me importa quién lo haga, lo que sí tengo claro es que la protección es insuficiente, solo hay que remitirse a los hechos. Las noticias, un día sí y otro también, van sumando los casos de una forma escalofriante.
Las madres a las que nos arrebataron a nuestros hijos somos doblemente víctimas porque en el fondo de nuestro corazón pensamos por qué no nosotras en lugar de esas criaturas inocentes. Sencillamente porque el que comete la atrocidad sabe que hace más daño así.
- Un crimen estremecedor