Chalets de lujo inacabados en mitad de la nada

Madrid

Para los amantes de este tipo de formato, 'Constructor a la fuga' no puede ser menos que un programa entretenido. El nuevo factual de laSexta -adaptación española del internacional 'Cowboy Builders'- ofrece todos los ingredientes que debe de tener un buen programa de estas características: ritmo, conflicto, momento crítico, intento de solución del problema y final feliz.

Como en otros factuales ('Pesadilla en la cocina', 'El jefe infiltrado') u otros programas de coaching ('Hermano mayor'), la estructura no deja de ser siempre la misma, pero el espacio logra crear un extraño magnetismo por el cual el espectador permanece atento a la pantalla como si no supiera qué iba a pasar.

¿La clave? Su parte de reality. En el caso de 'Constructor a la fuga', por ejemplo, ni todas las víctimas de los chapuzas viven la misma situación ni todos los constructores han estafado de la misma manera ni reaccionan igual cuando les dan caza. Es el simplista encanto del ¿a ver qué hace o qué dice ahora?

Los chalets de la vergüenza

En su tercera emisión, Antonio Hernández -protagonista de 'Constructor a la fuga'- se adentró en la burbuja inmobiliaria valenciana. Se acercó hasta un pueblo cercano a Valencia en el que una pareja había comprado una casa vieja en ruinas por casi 180.000 euros. Eran los precios de la burbuja del ladrillo, año 2007. Después de pagar otro pastizal al constructor encargado de la reforma de la casa -es decir, de convertir aquellas ruinas en un hogar habitable-, se encontraban en 2015 sin dinero y sin reforma. ¿El constructor? En paradero desconocido.

En la investigación que llevan a cabo en el programa en su intento de dar con el constructor estafador -esta parte es fundamental y es otro de los grandes ganchos del espacio-, descubrieron que este tipo seguía viviendo en Valencia y ahora se dedicaba a gestionar, a través de una sociedad limitada en la que él no figuraba, unas cuantas tiendas de ropa. ¿Por qué dejó el mundo inmobiliario?

Antonio descubrió que su constructor fugado era, a su vez, víctima de su propia ambición en plena burbuja del ladrillo. En medio de la nada, este constructor dio el paso de convertirse en promotor de unos chalets de lujo que, a día de hoy, no son más que unas estructuras de cemento y ladrillo, a medias de construir, en mitad de un agreste paraje. La total vacuidad del lujo. O mejor dicho, del intento de lujo, porque esos chalets jamás serán ya terminados de construir.

Como en cada emisión, 'Constructor a la fuga' acaba con final feliz: a los afectados protagonistas se les reformó toda su casa, acabando el trabajo que aquel chapuzas dejó de hacer. Hubo hasta paella para la celebración del nuevo hogar.

Caídas en audiencia

Pese a tratarse de lo que podríamos definir como un buen programa dentro de su género, 'Constructor a la fuga' se está empezando a meter en problemas en cuanto a la audiencia se refiere.

El programa producido por Eyeworks Cuatro Cabezas (ahora propiedad de Warner Bros) tuvo un debut triunfal al anotarse en su primera emisión un 13,1% con casi 2,5 millones de espectadores. Cabe remarcar que en esa noche de martes no había partido de Champions League.

La semana pasada, en su segundo programa, marcó un buen 10,1% con 1.847.000 espectadores. Notable descenso que, sin embargo, aún dejaba unos buenos datos de audiencia.

Ha sido este martes cuando 'Constructor a la fuga' más ha sufrido, marcando su dato más bajo. Un 8,9% con 1.717.000 espectadores es la audiencia registrada por este tercer programa de la primera temporada. Sin duda, 'Constructor a la fuga' acusó el mix Champions + 'El Hormiguero' que preparó Antena 3.

Como consuelo, le queda que el dato sigue siendo positivo y que, además, se impone a la oferta de Cuatro en esa franja, 'CSI Cyber' (1.424.000 y 7,3%).