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La cara b de Rajoy

Lavado de imagen del presidente. Aunque sus colaboradores defienden que siempre ha sido una persona normal y cercana, en sus propias filas no le reconocen. Se preguntan cómo tiene que estar de hundido el PP para que haga esta campaña. En Génova aseguran que la actuación de Rajoy ante Cataluña y la amenaza yihadista les ha hecho recuperar puntos. Pero los populares afrontan la caravana electoral con incertidumbre, bastante preocupados por el mapa político con el que se encontrarán a partir del 21 de diciembre

El presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy durante su intervención en un acto público de su partido celebrado en Badajoz. / Oto (EFE)

Madrid

“¡Cómo estará realmente el PP para que no reconozcamos a Rajoy!”. Es la reflexión de un dirigente popular sorprendido por la actuación del presidente. “¿Cuándo le hemos visto llevar a su hijo a la radio o ir a laSexta Noche a responder a los ciudadanos? Ofrece otra cara”, comenta un compañero de partido. En las filas populares dicen que está haciendo “lo que no ha hecho en su vida”. Y eso que todo el mundo recuerda 2009, aquella campaña de las elecciones gallegas en las que fue a apoyar a Alberto Núñez Feijóo y se paseaba campechano por los pueblos de su tierra.

Sin embargo su equipo de campaña asegura que es el mismo de siempre, que lo saben quienes le conocen bien, que sólo se ha adaptado a los nuevos tiempos. “Ahora se hace ‘selfies’ y realmente no hace más que reeditar aquel formato que tanto le gustó, el de ‘Tengo una pregunta para usted’”, comenta uno de sus colaboradores. Aún así, entre los que le rodean, hay quien reconoce que durante tres años y medio estuvo demasiado encerrado en la Moncloa sin dar explicaciones. Admiten que fue “un error” y ahora se procede al lavado de imagen.

Ni retrocesos ni experimentos

Rajoy juega todas sus cartas. Afronta estos días como “un nuevo obstáculo” que superar y no quiere abandonar la Moncloa. Por eso asegura que España no puede “volver atrás”, en referencia al PSOE, y tampoco ponerse en manos de “experimentos”, hablando de Ciudadanos y Podemos. Dice que con él se consolidará la recuperación económica. Comienza a enumerar las promesas de su programa, tras haber incumplido buena parte de las del anterior. Asegura que bajará impuestos, después de haberlos subido nada más llegar al poder y él, que un día se hizo la foto ante la cola del INEM, lo fía todo, de nuevo, a la creación de empleo.

Se vende como la voz de la “experiencia y la seguridad”. Y, por el momento, su estrategia es la de no lanzarse a degüello contra sus contrincantes para no darles cancha. Los ataques de Rajoy a sus adversarios políticos siempre buscan que él salga reforzado. Por ejemplo, decir que ni Pedro Sánchez, ni Albert Rivera, ni Pablo Iglesias han sido siquiera “concejales” con el único fin de poner en valor que él lleva toda la vida en política.

En la cúpula conservadora piensan que este es un momento decisivo, dan por hecho que el PP se impone en las urnas pero también que se van a dar un importante batacazo porque pierden muchos escaños. En la dirección nacional aseguran que Rajoy ha ganado puntos en estas últimas semanas con su ronda de partidos, ante el independentismo en Cataluña y la amenaza del terrorismo yihadista. Sus encuestas internas dicen que rondan el 28 por 100, algo que se traduce en unos 130 diputados, en el camino se dejan más de 50. Los datos del CIS, les vienen a confirmar la situación. Y lo único que esperan es salvar los muebles obteniendo una “buena ventaja sobre el segundo”, una diferencia sustancial que les haga sentirse realmente “legitimados” para seguir al frente.

La campaña se ha diseñado para presentar a Rajoy como “un ser humano” y se centrará en el ámbito rural, con actos al aire libre, muchos paseos, sin grandes mitines. Y también hay toda una operación de marketing en marcha. Sobre todo mediática. El presidente va al programa de Bertín Osborne y al de María Teresa Campos. Deja a un lado los datos económicos y muestra su lado personal, cuenta cómo conoció a su mujer, cómo es su padre... Los populares no creen que todo el mundo olvide los recortes y las medidas polémicas de esta legislatura pero sí piensan que eso se puede difuminar y que la balanza termine inclinándose a su favor.

Evitar polémicas

Lo importante es “no derrapar”. Evitar las polémicas. “Que estos días pasen rápido”, comentan en Génova. A diferencia de mayo, ahora Rajoy habla de corrupción con todo bajo control. Ahora el tema tabú es la guerra. “Es impopular, aunque todos sabemos que después de las generales es un asunto que tendremos que afrontar”, señala un diputado del PP.

Y con los debates, el clásico. Nada de arriesgar. Nade que reste. No más desgaste. Rajoy, hombre de Estado, por encima de todos y que sean “los demás los que se peguen”. Con esa idea se envía a Soraya Sáenz de Santamaría a la próxima contienda: con propuestas, no para entrar en descalificaciones. Algunos en el PP piensan que con ello se la “encumbra”, otros que se corre “un riesgo” porque ella no es la candidata a la presidencia. Pero en la mente de casi todos los conservadores pervive el cara a cara que protagonizó Miguel Arias Cañete con Elena Valenciano y su declaración machista y creen que, por eso mismo, en esta ocasión, lo mejor, ha sido lo de “enviar a una mujer”.

En el PP dicen que van buscando llegar al ciudadano. Es el objetivo: llegar a las personas, a la calle. Aunque precisamente lo que a Rajoy le preocupa, y mucho, son los otros, los que componen la formación de Albert Rivera. El presidente mira con recelo esas encuestas en las que este partido ya va empatado o superando al PSOE. Teme que el bipartidismo, que él siempre ha conocido, ya no se tambalee sino que se derrumbe por completo. Pero encima Rajoy debe mantener el equilibrio y medir bien sus palabras. Ciudadanos no es sólo una amenaza para sus intereses electorales también puede convertirse en su socio de Gobierno o en el partido que le respalde puntualmente.

Esta es la cuarta vez que Rajoy se presenta a unas elecciones. En 2004 las perdió, tras los atentados del 11-M. En 2008, no logró arrebatar la Moncloa a Zapatero y soltó el lastre de José María Aznar. En 2011 llegó una mayoría absoluta sin precedentes en la historia del partido y ahora todos los populares contemplan el escenario político con gran incertidumbre. Puede ser la primera vez que un presidente pase del todo a la nada. Y también que Rajoy encare su último mandato. Los conservadores están bastante preocupados por el mapa político con el que se van a encontrar a partir del 21 de diciembre.

 
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