El café del atentado de Marrakech reabre repleto de seguridad y sin turistas
El Café Argana de Marrakech reabrió sus puertas en la plaza Yamaa el Fna tras dos años cerrado y otros dos de reformas. En él se cometió el último atentado terrorista en Marruecos, en abril de 2011, donde perdieron la vida 17 personas, la mayoría turistas extranjeros
Marrakech
"Todos los días lleno", apuntilla el encargado del Café Argana cuando se le pregunta por la apertura del local después de casi cinco años cerrado. Rápidamente adelanta que el propietario no quiere hacer declaraciones a los medios, y que ya han pasado algunos periodistas por aquí desde que el 23 de diciembre se pusiera en marcha.
Atrás quedaron los toldos verdes descoloridos de este café popular, que desde hace un mes se ha convertido en la estrella de la plaza más conocida en Marruecos, Yamaa el Fna. Casi cuando se va a cumplir el quinto aniversario del atentado donde perdieron la vida 17 personas, reabre totalmente rediseñado con un llamativo cartel luminoso, tres pisos de cristaleras a los que se puede acceder en ascensor, medio centenar de trabajadores y cien mesas.
Lo que más sorprende son las medidas de seguridad. Hay 48 cámaras en el interior y el exterior también está video vigilado, incluso se pasa por un arco de seguridad a la entrada y posteriormente es necesario enseñar bolsos y demás bultos a un guarda jurado.
Tres jóvenes holandesas que entran solo para ir al baño porque les parece un local "muy caro" -un café cuesta más de 2 euros- no conocen su historia pero sí manifiestan su preocupación ante tanta seguridad. "No sabíamos nada sobre el atentado. Estamos unos días de turismo en Marrakech y siempre comemos en los puestos de la calle porque aquí es muy caro, pero al entrar al baño sí nos sorprendimos de ver tanto control y cámaras en todos los rincones. Eso da más miedo", explica una de las viajeras.
Es domingo por la tarde y no hay mesas disponibles; sin embargo, nos encontramos con pocos turistas en el interior. Lo que nos confirma el comerciante del puesto contiguo, "antes estaba lleno de turistas y marroquíes, ahora ha disminuido el número de extranjeros, no hay muchos. De todos modos habrá que esperar a ver si con el tiempo vienen más".
En una mesa de la terraza panorámica más alta, un suizo, nacionalidad de dos de las víctimas del atentado, degusta una copa de helado y confiesa tranquilamente, "he conocido el otro Argana y no me da miedo estar aquí".
Una bomba en una bolsa estalló en el interior del café popular el 28 de abril de 2011 y destrozó el local. En la explosión fallecieron 17 personas y al menos otras 25 resultaron heridas. La mayoría de los muertos eran turistas, entre ellos un grupo de estudiantes franceses. Marruecos culpó a Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), pero el grupo terrorista, que normalmente reivindica sus acciones, en esta ocasión negó su autoría. Fue arrestado el principal acusado, Adil El Othmani, y condenado a pena de muerte, y su cómplice, Hakim Dah, a cadena perpetua.
En plena Primavera Árabe con miles de ciudadanos en la calle, se contempló la posibilidad de que el atentado fuera una manera de aplacar a los islamistas que apoyaban las reivindicaciones del Movimiento 20 de Febrero, ya que el propietario del Argana había financiado la construcción de la mezquita cercana.
La reapertura coincidió con la celebración del 30 aniversario de la declaración de la Medina de Marrakech como Patrimonio Mundial de la Humanidad. El empresario islamista se tomó su tiempo para remodelar el negocio ya que tiene también otra pastelería en la misma plaza y una tienda de electricidad en la medina. "El golpe del atentado fue grande. Se fue reponiendo poco a poco, descansó dos años y después otros dos años de trabajo para reconstruir el restaurante. Hemos pasado un mal momento, pero ya está", explica su vecino de comercio.
El atentado del café Argana fue el más grave en Marruecos en los últimos años y se produjo en el corazón turístico de la ciudad roja y del país, que recibe una media anual de 10 millones de turistas. Según los turoperadores, el turismo marroquí perdió un 8% durante el periodo del ataque, que además coincidió con las manifestaciones de la Primavera Árabe.