La camisa del poeta que heredó Fernando del Paso
De cómo el Premio Cervantes heredó la camisa de un joven poeta mexicano fallecido y cómo al ponérsela superaba el desánimo y se sentaba a escribir
Madrid
En 1969, al poeta mexicano José Carlos Becerra le concedieron una beca de la Fundación Guggenheim y con ella se fue a Londres, donde vivió unos meses, con el propósito de comprar un coche y recorrer Europa. Un viaje que le llevaría por Alemania, Francia y España, donde se reunió con Vicente Aleixandre. Sus planes eran llegar a Grecia y volver de nuevo a Inglaterra, ya que le habían concedido una plaza de profesor invitado en la Universidad de Essex. Pero no pudo ser. Murió en un accidente de camino a Bríndisi, en Italia, el 27 de mayo de 1970. Había nacido en Villahermosa, Tabasco, en 1936. Acababa de cumplir 34 años.
Meses después, al escritor mexicano Fernando del Paso le concedieron también una beca de la Fundación Guggenheim y se alojó en la casa de Alberto Díez Lastra, el mismo lugar donde había vivido Becerra. Del Paso heredó una camisa que el poeta había dejado allí olvidada. Desde ese momento, cada vez que el mexicano sentía pereza, desánimo o escepticismo a la hora de escribir, se ponía la camisa y comenzaba a trabajar.
Fernando Del Paso ha contado esta historia en el Instituto Cervantes, donde ha depositado su legado en una de las Cajas de las Letras de la institución. Un paquete que contenía la primera edición de su novela 'José Trigo', la primera edición mexicana de 'Palinuro de México', una grabación con su voz de fragmentos de sus novelas y sonetos y la camisa de José Carlos Becerra.
Explicaba el escritor: "Consideré que tenía un deber hacia aquellos artistas, hombres y mujeres cuya muerte prematura les impidió decir lo que tenían que decir. Por eso esta camisa tiene tanta importancia en mi vida, pero depositarla en esta Caja de las Letras no significa que no vuelva a escribir: La importancia del Premio Cervantes me obliga moralmente a hacerlo y así lo haré, me pondré la camisa así sea metafóricamente, una y otra vez, hasta se acabe, no la camisa, sino mi vida". Cien años "de soledad", permanecerá esa camisa y el resto de objetos dentro de la caja 1.501 del Instituto Cervantes, hasta el 1 de mayo de 2116, en que será abierta.
Unos minutos antes de compartir la historia de la camisa de Becerra, Fernando del Paso bromeaba diciendo que la cámara acorazada del Cervantes le provocaba el extraño deseo de que le metieran a él "de cuerpo entero" en una de las cajas de seguridad para "echar una siestecita reparadora de 200 o 300 años".
Del Paso, que recibirá el sábado el Premio Cervantes de manos de los reyes en Alcalá de Henares, llegaba horas antes a la Biblioteca Nacional para mantener un encuentro con la prensa. Elegante, en silla de ruedas, con gafas de sol, americana clara y acompañado de su familia. Del Paso, definido por el secretario de Estado en funciones José María Lassalle como "un Beau Brummel, un dandy enérgico y compasivo, que nos contempla desde la distancia de su buen hacer literario".
El mexicano explicaba que su vocación de escritor nació tras leer los sonetos de Miguel Hernández y que descubrió 'El Quijote' con 12 años. Con esa edad le asombró "la riqueza del lenguaje y lo que me gustó muchísimo fue que la seriedad de un libro se lleve tan bien con el humor, con el gran humor que tiene El Quijote".
Sobre el discurso que pronunciará el sábado, "tendrá de todo, como en botica, un poco de política y mucho de literatura". Y sobre qué hará con los 125.000 euros de dotación económica del Premio Cervantes: "Tengo que consultarlo con mi esposa".