'Qué manera de sufrir'... para llegar a la final de la Champions

Madrid

El Atlético de Madrid está en la final de la Champions. Llega a ella tras eliminar al Bayern después de un partido dramático en Múnich. Será la  tercera final de Champions, ¿irá a la tercera la vencida y ganará el Atlético su primera Champions? La respuesta, el 28 de mayo en San Siro.

Fue un partido épico, mayúsculo, increíble. El Bayern hizo un partidazo, fue mejor y fue capaz de asfixiar a una de las defensas más complejas de Europa, la del Atlético. De poco le valió a Guardiola y compañía cuando el árbitro pitó el final, el Atlético era y es el finalista.

El pase a la final tiene dos nombres, el de Griezmann, que marcó el gol clave en el Allianz y, sobre todo, el de Oblak. El esloveno paró prácticamente todo, penalti incluido.

La pizarra de Guardiola consiguió desactivar la máquina del Cholo, que no encontraba la forma de parar las constantes acometidas bávaras. Müller, Lahm, Lewandowski, Vidal... un no parar de ocasiones que se encontraban una y otra vez con Oblak. Todos menos Xabi Alonso, que con una falta muy cercana a la frontal encontró la red colchonera. Incapaz fue Oblak de parar un disparo que se envenenó tras tocar en las piernas de Giménez. 

Era el peor momento del Atlético de Madrid en toda la Champions, incapaz de reaccionar, en solo media hora la renta de Madrid había desaparecido. Para complicar aún más las cosas Giménez hizo un penalti infantil sobre Javi Martínez. El árbitro lo vio y pitó la pena máxima. Iba Müller para hacer el segundo y quitarle la ventaja al Atlético... no pudo, Oblak detuvo el lanzamiento.

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No detuvo al Bayern este error. Seguía y seguía inventando espacios para llegar a la portería de un Atlético incómodo e incapaz sobre el césped. Un Atlético extraño.

Al descanso las estadísticas eran demoledoras: 17 disparos, 37 ataques, 320 pases y un 73% de posesión. La solución que encontró Simeone fue sorprendente, dio entrada a Carrasco por Agusto, un cambio ofensivo para intentar detener al Bayern. Y lo consiguió. El Atlético dio un paso de diez metros hacia delante y Griezmann y Carrasco, cada uno en una banda, taparon las subidas de Lahm y Alaba.

Y llegó el gol. El gol que vale una final. Torres encontró a Griezmann, que se encontró, casi sin quererlo, delante de Neuer. Resolvió a la perfección y desató la locura de los 3.000 aficionados colchoneros que estaban en Múnich.

Había empezado el sufrimiento: 35 minutos por jugarse y dos goles de ventaja. Todo iba bien para el Atlético, quizá demasiado bien, a las finales se llega sufriendo, y el Atlético no quería ser menos. Fue Lewandowski el que añadió picante, si aún le faltaba al choque, con su gol. Un centro de Alaba lo tocó de cabeza Vidal para el delantero polaco, que solo tuvo que empujar. 2-1 para los alemanes, quince minutos por jugarse y solo un gol de diferencia. 

Sufrir, sufrir, sufrir y sufrir sin parar. Pudo ahorrarse un buen rato de sufrimiento si Torres no hubiera fallado, parado Neuer, un penalti a falta de seis minutos. Fernando falló y el guión fue el esperado, un final dramático con un Bayern entregado pero que se quedó, una vez más, a las puertas de la final.

Una puerta que derribó el Atlético del Cholo en un ejercicio de fe y esfuerzo que le coloca en su segunda final de Champions en tres años. El rival lo conocerá este miércoles, pero, y si el corazón se lo permite a los colchoneros, esta noche toca disfrutar, el Atlético está en la final de la Champions.