Ocio y cultura

La nueva diva de la ópera se llama Easy Rider y es un toro

Llega al Teatro Real la ópera de Schönberg 'Moisés y Aaron', en cuya puesta en escena interviene un semental charolés de más de mil kilos

Imagen de la ópera 'Moisés y Aaron', con Easy Rider en escena

Madrid

Moisés, Aaron y el pueblo judío. Los tres grandes protagonistas de 'Moisés y Aaron', la obra maestra, inacabada y dodecafónica del compositor Arnold Schönberg (1874-1951) sobre la huida del pueblo hebreo de Egipto. Una ópera que llega al Teatro Real el próximo 24 de mayo, con dirección de escena de Romeo Castellucci, musical de Lothar Koenigs y Andrés Máspero al frente del Coro Titular del Teatro Real, que lleva 12 meses ensayando la que está considerada como la partitura más difícil para coro del repertorio operístico.

Moíses, Aaron y el pueblo judío. Los tres grandes protagonistas de una producción en la que participan 400 personas. Y un toro. Se llama Easy Rider, es un semental charolés de 1500 kilos y simboliza el becerro de oro. Actuará 15 minutos en cada una de las 7 funciones programadas y, además del heno incluido en su dieta, el animal se 'come' cerca de 22.000 euros del presupuesto de la ópera, una coproducción del Real con la Ópera de París, que estrenó la obra el pasado mes de octubre.

"No está drogado, ni sedado, ni medicado". Es un toro tranquilo, ha explicado el director del Real, Ignacio García-Belenguer, que ha ido a la rueda de prensa preparado con una carpeta repleta de todos los certificados de Easy Rider: desde el pasaporte del animal hasta sus certificados de capacidad de crianza y de exposición pública o el certificado de transporte intracomunitario.

El toro dispone de dos cuidadores, un veterinario y este es su plan diario desde primera hora de la mañana: "se le saca, se le pasea y se le lava; mientras tanto, se limpia el box y se le pone paja nueva; se le da de desayunar, se prepara el heno para que el toro tenga siempre comida a su disposición; a mediodía, los cuidadores volverán a limpiar el box, se le da de comer, se cambia otra vez la paja y se verifica que tenga agua adecuada para que esté bien hidratado; se han comprado 600 kilos de paja y mil kilos de heno". O sea, "se le trata mejor que a una prima donna". Risas en la sala de prensa.

Pero el asunto no tiene mucha gracia. Más de 45.000 personas han pedido al Ministerio de Cultura y a la Alcaldía de Madrid a través de la plataforma 'change.org' que se prohíba la presencia de Easy Rider sobre el escenario del Teatro Real. La petición parte de una iniciativa de Jaime Alcázar y señala que la aparición de este toro "supone la exposición del animal a luces y sonidos intensos, el transporte constante y un estrés innecesario tanto durante los 15 minutos que dura la escena en la que se incluye como en el resto de la representación, los ensayos y los casi dos meses que la ópera estará en Madrid".

Alcázar recuerda en su petición que “durante su representación en París, diferentes colectivos animalistas elevaron a la Ministra de Cultura francesa, Fleur Pellerin, 30.000 firmas instándola a retirar la obra de la Ópera de la Bastilla, tanto por el estrés que supone para el animal como por la sospecha de que éste pudiera ser drogado para tener la escena controlada”.

"No es verdad que se le haya drogado, no es verdad que se le fuerce al toro a hacer nada, de hecho -ha dicho Romeo Castellucci- si no quiere moverse, no hay nadie capaz de conseguir que lo haga. Todo eso es una maldad, una enorme falsedad". "No olvidemos que se trata de un figurante y le estamos dando más importancia que a los magníficos directores que tenemos aquí", ha añadido García-Belenguer.

Pero el pasado mes de junio de 2015, el director de escena Rodrigo García tuvo que suprimir la presencia de varias ranas y hámsteres en su obra 'Arrojad mis cenizas sobre Mickey' en el Teatro Valle Inclán del Centro Dramático Nacional, en Madrid, debido a las denuncias de maltrato animal interpuestas por varias asociaciones protectoras. Los ratones nadaban en una pecera y las ranas saltaban en un suelo lleno de barro. García tuvo que eliminar las escenas ante la amenaza de multas desde 600 hasta 100.000 euros.

 
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