Aznar y Rajoy ya no se harán ni la tradicional foto de FAES

Madrid

Un día después de las generales, José María Aznar podrá ofrecer su análisis de los resultados. Ya lo hizo en la pasada convocatoria electoral, cuando acudió al Comité Ejecutivo Nacional de su partido para pedir un congreso abierto en el que todos los militantes pudieran elegir a su líder y su proyecto. Pero en esta ocasión no tendrá que ir a Génova. Estará inaugurando Campus FAES, que por primera vez se celebra en El Escorial. No ha sido premeditado. Las fechas se cerraron hace tiempo y el destino quiso que, al final, coincidiera prácticamente con la repetición de los comicios.

Este año se cambia de formato, porque la macrofundación se incorpora a los cursos de verano que organiza la Universidad Complutense. Y, por eso mismo, esta vez Rajoy y Aznar se ahorrarán hacerse la tradicional foto para la que siempre posaban juntos cuando llegaba la clausura. En unos encuentros que comenzaron hace ya tiempo en Navacerrada, con ambos, sentados en un jardín, charlando animadamente y que terminaron, el pasado verano, en Guadarrama con la imagen de un saludo rápido y frio. Además, de con todos los medios pendientes de cada gesto y palabra que se cruzaban en una tensión ya permanente.

Este año el programa lleva por título “Presente y futuro del debate ideológico”. Lo dirige el exdiputado Gabriel Elorriaga, quien fue hombre de confianza de Rajoy hasta que en un artículo en El Mundo cuestionó su liderazgo. Y lo previsto es que durante cinco jornadas (hasta el viernes 1 de julio) en este foro se hable de los acontecimientos políticos del momento, del centro derecha español, de los populismos, del terrorismo... Sin el presidente ni los ministros en funciones.

El PP teme la reacción que tendrá para entonces Aznar. En las filas populares dicen que le ha hecho una enmienda a la totalidad a Rajoy, que le ha criticado por su forma de responder a los independentistas, por su falta de apoyo a las víctimas de ETA, por permanecer impasible mientras su formación iba perdiendo apoyos en cada convocatoria electoral y ahora, encima, por su gestión económica. Justo de lo que más presume el líder del PP, quien no deja de repetir en todos sus discursos que, gracias a él, España evitó el rescate y salió de la crisis.

En el Gobierno no hizo ninguna gracia que su presidente de honor fuera lanzando advertencias sobre el déficit y de la deuda pública. Se confiesan hartos de “sus ataques”. “Todo el día dando lecciones”, indican. En el partido cuentan que no se habla de él en los Comités de Dirección y que no se le ha invitado a participar en la campaña para el 26 de junio. Aseguran que las relaciones entre él y Rajoy no es que estén rotas, es que son “inexistentes”.

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En público, Sáenz de Santamaría presumió el viernes de los editoriales internacionales que alaban las reformas realizadas. Después hizo llamamientos a “la unidady la responsabilidad”. Pero, en privado, desde la Moncloa se han enzarzado en una guerra por demostrar en qué época se saneó mejor la situación. En el Ejecutivo recuerdan que Aznar vivió “otro momento muy distinto” y que además se ayudó de las privatizaciones. Mientras, desde FAES desmontan ese argumento, recordando que con estas se puede amortizar deuda, pero no sirven para reducir el déficit.

Algunos cargos de la cúpula conservadora consideran que Aznar es “desleal” porque hace “daño al partido”. Les parece que sus irrupciones son siempre en los momentos más inoportunos. Pero los colaboradores del expresidente salen a defenderle. Explican que nunca les va a parecer bien que hable, que lo último que pedía era un pacto nacional de estabilidad y nadie ha reparado en ello, que dentro del partido la gente también quiere cambios y después se oculta mientras él da la cara para pedirlos, que sus reflexiones, en el fondo, son compartidas por muchos… “Lo que le pasa a Aznar es que le duele el PP”, explican los que le rodean, tras constatar su profunda preocupación por el futuro del partido.